¿Qué sucede cuando queremos irnos de viaje y no tenemos a nadie que nos quiera acompañar? ¿Lo dejamos de lado por temor a ir solos o lo iniciamos igual?
“No hables con extraños” y “no confíes en nadie” son sólo algunos de los ¿consejos? que escuchan nuestros oídos en los momentos previos a salir de viaje. Pero la realidad es que adentrarse en una aventura conlleva desobedecer, en cierta medida, estos dichos y más. Es que claro, esa es la esencia y ley primera de todo viaje. Año –casi- 2018 y estamos en plena era de viajar y mochilear. Están los que les interesa muy poco la tecnología y los nómadas digitales. Los que se dejan llevar por el camino y los que lo tienen todo planeado. Los que viajan solos y los que tienen miedo de hacerlo.
Es común encontrar distintos comentarios en redes sociales de personas (mujeres en su mayoría) que quieren viajar pero no se atreven a hacerlo solas o tienen miedo que les ocurra algo malo. Muy pocas veces se considera que puedan producirse cosas maravillosas. Yo pertenecí al primer grupo durante mucho tiempo hasta que decidí hacer mi primer viaje de fin de semana. A ese le siguió otro de una semana, luego llegó el de cuatro meses y actualmente tengo el pasaje para el próximo, sin fecha de regreso.
Viajando en solitario se aprende bastante, pero sobre todo, acerca de uno mismo. Eso es, en mi opinión, lo más gratificante que le puede suceder a una persona en toda su vida. Viajar, además, enseña a salir de la zona de confort; esa burbuja donde se tiene todo a disposición y ya se sabe como resolver los inconvenientes que puedan surgir. También uno aprende a superarse, a confiar en otros y a ver hasta donde se puede llegar frente a determinada situación. Se desarrolla un sexto sentido con las personas y eso no sucede si se va en compañía, se logra en soledad.
He oído por mucho tiempo decir que todos deberían hacer un viaje solos al menos una vez en su vida y creo fervientemente que es así. Lo que vale es el aprendizaje de lo vivido, no tanto el destino que elijamos.
Con base en mi experiencia puedo decir dos cosas. Confíen en los demás y hablen con extraños. El mundo no es tan peligroso como lo muestran los diarios, las personas están hechas de buenas intenciones y es posible confiar en ellas. Claro que todo en su justa medida, que no se malinterprete el concepto.
Está todo dicho. Investiga sobre ese destino que tanto soñás conocer, armá un plan de acción, una mochila o valija y volá. Visita nuevos lugares, hace nuevos amigos y conocete. Disfrutá de este maravilloso mundo sin miedo que todo lo demás, viene por pura decantación.