Aquel moderno edificio de puertas de cristal abrió sus puertas, imponente. Elevando la mirada al cielo se observa un cubo blanco y grande, cuyas paredes simulan hojas de olivo; más adelante sabríamos que aquello era el corazón.
Las primeras preguntas se hicieron presentes al iniciar el recorrido: «¿qué es genocidio?, ¿qué es tolerancia?». Mi cerebro comenzó a buscar respuestas: durante las horas que venían se harían presentes. Se hacía la promesa de que no saldríamos igual que como entramos al ocaso; supe que sería verdad.
El narrador comenzó su relato y su voz inició el viaje hacia el pasado; nos habló de la guerra, del odio, de los niños muertos, de las familias separadas, del dolor de la muerte nacida de la violencia. El eco de todas esas vidas truncadas sigue resonando hasta hoy; surge entonces la primera respuesta: genocidio es la intolerancia a la existencia del otro, no se mide por el número de muertos, es la destrucción de un grupo por diferencias raciales, ideológicas, religiosas o políticas.
En la historia de la humanidad se pueden contar muchos genocidios. De uno de los más grandes surgió la promesa «NUNCA MÁS» que en 1945 derivó en la creación de la ONU. Los seres humanos decidimos olvidar el pasado que nos demuestra que somos victimarios de nuestra propia especie; una y otra vez en diferentes latitudes, momentos y circunstancias se repite la escena: un grupo de seres humanos masacrando a otros por las razones que su ideología permite justificar la violencia.
Y aquella promesa de «NUNCA MÁS» se encierra en el olvido hasta el día de hoy.
Al final del recorrido llegamos al corazón de este recinto del recuerdo; un corazón de lágrimas de llanto por la esperanza perdida en los millones de niños asesinados en el mundo hasta el día de hoy.
Y ahora, antes de salir, un ejercicio de honestidad, un espejo a la conciencia; por desgracia ahí están, los perpetradores se hacen evidentes; están en la cotidianidad de nuestros actos de cada día, en lo que miramos y compartimos todos los días, en lo que escuchamos, en lo que decimos, en lo que callamos, en aquello grabado en complicidad, en lo que no denunciamos.
Todo esto se vive en El Museo Memoria y Tolerancia (MMyT).
En la segunda mitad del siglo pasado, en el mundo se han creado los museos memoriales, una nueva modalidad que ha surgido de la necesidad de explicar y recordar hechos tremendos e infames de la humanidad tales como el genocidio, la tortura o la desaparición forzada: su objetivo es hacernos reflexionar sobre nuestra conducta como especie. Invitan a la conciencia de la maldad del hombre hacia el hombre.
El Museo Memoria y Tolerancia se inauguró en 2010 con el propósito de crear conciencia acerca de la gravedad de los grandes crímenes en la historia de la humanidad (especialmente el genocidio); otro de sus objetivos es mostrar qué es la tolerancia, su importancia y la trascendencia del respeto a la diferencia. Nos invita a pensar cómo ejercemos la violencia no solo en la historia, sino cada uno de nosotros en los actos que consideramos irrelevantes día a día, muchas veces detrás de la tecnología.
El Museo Memoria y Tolerancia se encuentra en uno de los edificios alrededor de la plaza Juárez del Centro Histórico de la ciudad de México, contigua a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y casi enfrente del Hemiciclo a Benito Juárez en la Alameda Central.
En estas vacaciones de verano te recomiendo acudir a visitar este maravilloso museo con los más jóvenes para sembrar en ellos la reflexión y el recuerdo de lo que nunca más debió ocurrir.
Referencias
- Fonseca Barrera, Alejandra, & Vargas Álvarez, Sebastián. (2015). Museo Memoria y Tolerancia de la ciudad de México: Aproximación crítica con dos contrapesos. Intervención (México DF), 6(11), 73-82. Recuperado en 16 de julio de 2024, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-249X2015000100009&lng=es&tlng=es.
- Imagen1: By Museo Memoria y Tolerancia, CC BY-SA 4.0, Link
- Imagen 2: By Museo Memoria y Tolerancia, CC BY-SA 4.0, Link
