El 27 de junio de 2023 tuve la oportunidad de cumplir un sueño como ex-estudiante y hoy profesional del turismo, estoy feliz, después de tantos sinsabores en años pasados.
Post Covid-19 con mis hermanos pasamos un año fatal, vendíamos productos de limpieza para subsistir mientras que yo destinaba las horas de la tarde para leer y estudiar, desde ya que no fue fácil, ya que la gente confiaba más en una cadena de supermercados que en el vecino que podía o no, haberse infectado.
Tuve que sacar una especie de VISA sanitaria, como cuando antes de la pandemia necesitábamos para ingresar a Estados unidos, entre otro países.
Llegué vía Ezeiza (Argentina) a la ciudad de Madrid (España). El avión, indescriptible, al cual quiero destinarle un párrafo aparte, destacando que viajar en avión y las alturas no son de mi agrado.
Estiraba las piernas y me sobraba lugar; en tantos años de carrera leía como a partir de un sistema operativo vendíamos tres butacas puestas en tres filas a menos de cincuenta centímetros una de otra. Hoy es una realidad alterna, ya no hay butacas pegadas, la gente viaja con barbijos de distintos modelos y colores, pasó a ser una prenda más de la de todos los días, no por nada Versace lanzó un vestido nuevo con un barbijo en compose el invierno pasado y fue furor en ventas, pero esa, es otra historia.
Los alimentos vienen envasados tal cual era en un primer momento en los aviones y la oferta es amplia si hablamos de bebidas, ya que había muy poca gente en el Airbus 330 rumbo a la ciudad capitalina. Todos los baños con alcohol en gel y mucho jabón.
Vale aclarar que todos estos cambios no vinieron solos, vienen sujetos a un gran giro en lo económico, un pasaje a España vale el doble de lo que quería pagar en enero de 2019 (y no pasaron tantos años), oferta y demanda, menos lugares, tarifa impagable, pero bueno yo lo logré, y para no desanimarlos, no voy a decirles el precio.
Barajas era un gran hospital. Antes de hacer aduana me encontré con una enfermera muy amable, la cual revisa mi libreta y además me extrae sangre para corroborar que no haya rastros del virus, ya como todos sabemos, en Argentina todavía no pudieron comprar las vacunas y los europeos en este sentido, son muy burocráticos.
Mi travesía se redujo además de dormir en los hostales muy baratos, en visitar los grandes símbolos emblemáticos y patrimonios culturales. Fui a la Puerta de Alcalá en Madrid, a la Torre Eiffel en Paris, El Coliseo en Roma, entre otras. Lo más difícil fueron los controles sanitarios en cada lugar, sin mucha gente, pero, cual control aduanero, mostrando mi VISA sanitaria por todos lados. A los ascensores y las escalinatas sólo se ingresaba de a diez personas, quienes teníamos una hora para recorrer, para luego darle lugar a otro turista, todo muy rápido, a contra mano de todos los foros de viajes que hasta el momento, había visto para planificar este viaje.
El lugar donde parecería que no pasó el tiempo fue en los Alpes suizos donde la naturaleza abunda; los precios no bajan (siempre fue muy caro) y la atención es casi nula, pero qué va, ver naturaleza de ese tipo fue, de las maravillas más alucinantes de mi estadía.
Comer y dormir en modo turista es una de las cosas más maravillosas, supongo que este nuevo renacer hizo que las comunidades se muestren tal cual son, y a falta de viajeros, se ven las esencias de la cultura a flor de piel. La parte mala del turismo, la masificación de visitantes, por el momento fue relegada y hoy se puede interactuar un poco más fácil, desde ya que, también, les es más fácil a los locales decirnos que todos esos años se sintieron invadidos y que ojalá no vuelva a suceder.
Para finalizar, quería reflexionar con los posibles lectores varios aprendizajes que pude adquirir a lo largo de esta experiencia. Desde el turismo todo cambió, pero haciendo una retrospección me di cuenta que a partir de los acontecimientos conocidos, ocurrió un giro, intencional o no, las sociedades conviven unas con otras sin tantos extraños, como previo al turismo masivo, los residentes disfrutan de sus espacios, los cuales en algún punto, les robamos y lucramos con ellos. Hoy la ciudadanía tiene la oportunidad de ser parte de las decisiones, y creo que tienen razón, tienen que poder elegir cómo se sienten más cómodos, que no los invadamos, que no nos olvidemos que ellos pueden ser parte y que a nosotros no nos gustaría que nuestro propio hogar, sea recurrido por desconocidos sin tiempo determinado y sin preguntar. El turismo puede ser menos invasivo, más empático y principalmente más democrático, sin pensar sólo en la parte económica, sino pensar, en qué le damos a los demás, a los que vienen, pero también a los que están, podemos convivir, pero siempre y cuando, a ellos también les agrade, porque al final son ellos los que nos reciben, los que nos orientan y después de todo, no les queremos hacer lo mismo que ellos nos hicieron a nosotros.
Muchas gracias.