Persistencia y paciencia
Subir montañas parece de las cosas más sencillas del mundo, pero está muy lejos de ser fácil, pues requieres de un gran esfuerzo físico y muchas veces te pondrá en jaque; igualmente es necesaria la fuerza mental, apoyada de la fuerza de voluntad para poder lograr los objetivos propuestos.
Con todo esto, aprendes a tomar pausas, sabes que los descansos son necesarios para seguir, escuchas tu cuerpo y mente para relajarte un momento, entendiendo que reposar no es signo de debilidad, sino de compasión y comprensión hacia ti, de saberte entender y escuchar para rendir durante la travesía, porque conoces la recompensa que habrá más adelante, esa que vale la pena abrazar.
Puede llevarte meses, intentos fallidos, hasta dolor, pero cuando logras llegar a la cima es una satisfacción que nadie te quita, pues, aprendiste de las equivocaciones y no las tomas como obstáculos, sino como ayuda para crecer y seguir avanzando.
Tener paciencia no se trata de esperar, sino de la actitud y las acciones que realizas para cuando llegue ese importante momento. La paciencia y persistencia son algunas de las claves para alcanzar el objetivo que te propongas.
Agradecer
Hay que ser agradecido con la naturaleza por cubrir las necesidades que se nos presentan, conectar con ella es un acto sagrado y algo sanador. La naturaleza es generosa con ponernos sus frutos, raíces y cosechas, así como los paisajes y la belleza con la que nos vislumbra.
Agradecer al cuerpo por tener piernas firmes para cada paso pequeño pero fuerte que das, y por mantenernos de pie ante las dificultades. Al corazón porque cada caminata recorrida se hace con amor. A nuestros ojos que son capaces de guardar fotografías exclusivas donde se llevan los recuerdos más especiales. A los pulmones por saber oxigenar, sacando lo que no sirve y ayudando cada vez que te sientes asfixiado durante el camino.
Ser agradecida con quienes te rodean. Agradece tener gente que se preocupa por tu regreso en cada salida que realizas, así como agradecer que no falte el amor y el cariño de la familia, porque es un motivo e impulso para llegar con bien a casa. Agradece el amor que se te brinda para obtener fuerza en cada kilómetro recorrido.
Enfrentar miedos
En ocasiones nos aterra la subida y los senderos desconocidos que vamos a recorrer y es cuando llega la incertidumbre de lo que pasará durante el ascenso, pero, lo que debemos entender sobre el miedo, es que es una emoción natural y un mecanismo adaptativo a un entorno. Por desgracias, muchas veces no hacemos lo que deseamos por miedo a lo que pueda ocurrir.
La montaña te enseña que, por más grande que sea el miedo, la valentía y fuerza de voluntad serán claves para avanzar dominando los temores que nos aquejan.
Adaptabilidad al entorno
Y lo mismo pasa en la montaña. Desde un clima que resulta impredecible, hasta las rutas que existen al momento de querer subir, pues de eso se trata, de estar preparado para los cambios abruptos y repentinos que puedan suceder.
Cada montaña es diferente, por lo que no puedes aferrarte a un mismo camino, porque no será el mismo para subir; con esto, debes adaptarte a los diferentes ambientes por los que pasarás, no solo para sobrevivir, sino para probarte a ti mismo de qué estás hecho y saber encontrar nuevas estrategias para afrontar las situaciones atípicas que se presenten.
Trabajo en equipo y liderazgo
Estando en la montaña, tener el mando de ser líder, es establecer situaciones motivadoras para que las personas del grupo puedan alcanzar o enfrentarse a esas situaciones con optimismo y pasión, trabajando en conjunto por la meta en común de forma clara y eficaz, obteniendo lo mejor de cada persona para con el entorno.
Mientras, el trabajo en equipo engendrará la obtención de las metas y objetivos, coadyuvando en lo que tú quieras aportar al equipo para poder seguir.
La fuerza de un grupo es importante para continuar avanzando, es decir, debe ser mayor la fortaleza grupal que las fortalezas individuales, pues aquí no cuenta el individualismo, así como no sirve que seas el mejor en este deporte de montaña si no ayudas o apoyas a tus compañeros para lograr subir.
Empatía
La condición física es diferente en cada persona, por lo mismo debemos comprender a nuestros compañeros y su forma de procesar el camino. La empatía ayuda a relacionarnos con humanidad hacia los demás, con esto evitamos que juzguemos a los del equipo por ir a su ritmo, incluso podemos apoyar/ayudar a solucionar alguna situación de adversidad por la que esté pasando la persona, de manera respetuosa. Nos volvemos colaboradores y serviciales, para con quien lo necesite en el momento.
Ser empático es un pilar de relevancia para cuando un amigo, compañero, familiar, necesite una base para seguir caminando.
Las salidas a la montaña, a la naturaleza, a cualquier parte del mundo, siempre resultan ser enriquecedoras para quienes están dispuestos a dejar su ego a un lado, para quienes son conscientes de que no siempre lo saben todo, que por más experimentados que sean en este deporte, se te demostrarán una y otra vez las lecciones que debes aprender necesarias para tu evolución y progreso. Te enseña la resiliencia, el amor y el cuidado con el que debes tratarte y al entorno, respetando los procesos que se te presenten para llegar al potencial que buscas.
Ten la disposición de abrirte en todo aspecto, para recibir lo que este mundo tiene para ti.