El deseo constante e inherente a la condición humana por el conocimiento de lo que se ha logrado en los campos culturales, sociales, económicos y tecnológicos a lo largo y ancho del mundo; la disponibilidad progresiva del tiempo libre; el acceso masivo de la población al transporte y el nivel de vida por algunos segmentos bajos de la población, han determinado las condiciones del turismo actual.
La evolución del turismo no sólo se ha dado en los terrenos materiales, de equipo, instalaciones, servicios y economía, también se observa en las estructuras culturales, en la planeación, en los conceptos y criterios, y, en gran parte, en las actitudes mentales.
Dentro de dicha evolución se ha dado paso a un fenómeno inevitable de radical importancia y que desafortunadamente no se había considerado con el valor y análisis que merece y representa: EL INGRESO PROFESIONAL DE LA MUJER AL MUNDO DE LA ALTA DIRECCIÓN EN LAS EMPRESAS TURÍSTICAS.
Razón por lo que las empresas del sector deberán, las que no lo han hecho aún, reconsiderar el dar cabida a los valores femeninos y a promover una mayor y mejor formación del trabajo gerencia o directivo de la mujer, no sólo para que ésta pueda acceder a una labor profesional de dirección, sino para que pueda aportar sus propias capacidades a la organización.
Existen pocos temas que den origen a mayor cantidad de debates, mitos y opiniones infundadas que el de la presencia de la mujer en las decisiones estratégicas de las organizaciones y su rendimiento laboral y directivo comparado con el del varón.
El estereotipo de las profesionistas egresadas de las carreras en turismo como trabajadoras no comprometidas, inestables, muñequitas sonrientes y decorativas, que no están dispuestas a enfrentar retos y establecer objetivos, está del todo lejos de una verdadera realidad contemporánea.
La razón fundamental por la cual una profesionista renuncia a su empleo o a sus aspiraciones de alto rango empresarial no es el miedo a los retos, ni al hogar o a los hijos, ni tampoco por falta de preparación; es, muchas veces, la frustración por el escaso o poco apoyo en su trayectoria laboral y a la pérdida de su potencialidad (desperdicio del potencial profesional femenino).
La salida de la mujer de los espacios exclusivamente femeninos y el hecho de encontrar esa voz que se hace oír en terrenos que antes le eran ajenos, la presencia de la mujer en los espacios profesionales de la alta dirección en el ámbito turístico que le estaban vedados; obedece, en gran medida, a la apertura de una nueva educación femenina basada en la preocupación y confianza en sí misma, más allá de las formas acostumbradas de ser y actuar.
Si bien la educación no es la panacea universal, es, sin embargo, la condición de posibilidad de una nueva conciencia humana. Conciencia que permita una percepción enriquecida de la realidad. Las mujeres han dejado de ser una pequeña minoría en la actividad económica de sus comunidades para convertirse en mayoría, lo cual se ve reflejado en términos de incremento en el porcentaje de participación femenina en el campo turístico y, en general, en la población económicamente activa.
No cabe duda de que tanto las mujeres como los hombres aportan estilos y percepciones diferentes al trabajo directivo, lo que aún no se ha comprendido es que las mujeres poseen congénitamente una forma muy especial de escuchar, de reunir información, de lograr el consenso y que esto forma parte de su carácter con más fuerza que el de lograr el poder.
Teniendo en cuenta o desconociendo lo anterior hay quienes, por muchas razones sociales o de formación, prefieren retener a la mujer en los niveles inferiores de la organización como personal auxiliar o de asistencia, sin saber que la tendencia a la feminización en las empresas turísticas en todos los niveles es inevitable.
Es importante señalar que lo que busca la profesionista es este sector empresarial turístico, al igual que el hombre, es un trabajo humano, libre y digno.
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