Comúnmente cuando se habla de los componentes del turismo como agente de cambio el enfoque se desarrolla principalmente en el componente social y económico, dado que es lo que mayor visualización tiene desde cualquier sector que tenga un impacto por causa del turismo; sin embargo, también es necesario tomar en cuenta factores como el paisaje y el espacio que se ven involucrados involuntariamente no sólo en la actividad turística sino en cualquier ámbito del desarrollo humano dando lugar a diferentes fenómenos como la museificación de los espacios públicos, entre otros.
Para analizar este punto es necesario definir al paisaje cultural como “La obra combinada de la naturaleza y el hombre, ilustran la evolución de la sociedad y los asentamientos humanos en el trascurso del tiempo, bajo la influencia de las restricciones físicas, o las oportunidades presentadas por su ambiente natural y de las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto internas como externas”: UNESCO.
La simpleza con la que se toma la evolución que tiene un paisaje cultural hasta llegar a ser considerado como un atractivo turístico no permite la contemplación adecuada de este desarrollo fascinante y por supuesto trunca una planificación que muchas veces tiene que ser sobrepuesta porque el diseño original de los espacios sociales, en este caso el paisaje cultural, no tiene como fin el ser turístico; sino que todos los recursos arquitectónicos, históricos y urbanos que se emplean en su edificación a través del tiempo conforman una identidad que atrae al visitante.
El paisaje cultural tiende a verse afectado por la actividad turística que sobrepone un cambio brusco en su entorno, causando modificaciones que atentan contra el mismo paisaje cultural, por lo cual es necesario establecer una baraja de propuestas que brinden soluciones funcionales a este problema.
Uno de los principales inconvenientes es que la mayoría de extensiones gubernamentales encargadas de turismo valoran más el sentido económico de esta actividad dejando a un lado la obligación de preservar estos espacios que además de nutrir el sistema turístico de un determinado lugar, también fortalecen los tejidos sociales de los pueblos.
Este proceso de convertir los espacios sociales en espacios turísticos ha generado estudios por parte de diversos investigadores como Javier Hernández de la Universidad de Sevilla que menciona la importancia de no perturbar los espacios que alguna vez concentraron la vida de una sociedad con adecuaciones del nuevo siglo que lejos de ayudar pueden dañar no sólo su imagen sino también el significado que estos tienen para la sociedad.
Los paisajes culturales deben tener un sentido mucho más profundo para el turista que debe entender y valorar lo que está apreciando. Esta podría ser la base para generar respeto por medio de mediadores del sistema turístico como los guías de turistas que son un contacto importantísimo en la formación del tipo de relación que se va a concretar con el turista, que muchas veces es apático al lugar que visita, propiciando actitudes como el tirar basura o dañar el espacio al no seguir las indicaciones de protección al lugar.
La conservación y aprovechamiento de los paisajes culturales es tarea de todos los que de alguna u otra forma somos parte del desarrollo del turismo que cada vez debe ser más responsable con el entorno en que se desarrolla. ¿Tu sabes apreciar y resguardar los paisajes culturales de tu localidad?