Hablar de actividades humanas es complejo, sin embargo; existen actividades que se distinguen porque cuando el ser humano las practica, por paradójico que pueda parecer, es cuando se siente “humano”, en este sentido la posibilidad infinita que provee un viaje de libertad y plenitud humana es incalculable e incomparable. La necesidad de viajar es el origen del mundo.
Cuando los pueblos sedentarios se dieron a la tarea de viajar, sin saberlo fundaron la historia de la tierra como hábitat. Con el pasar de los años las civilizaciones perpetuaron en los viajes el progreso y desarrollo por medio de intercambios culturales, económicos y de naturaleza naval, no obstante, hubo algunos personajes que se atrevieron a explorar lo más profundo de la experiencia del viaje, por ejemplo, Heródoto que a través de la relación de sus viajes por el mediterráneo construyó toda una experiencia cultural que tuvo un gran alcance para la historia de la civilización occidental, sin dejar a un lado los famosos “periegetai” que documentalmente fueron los primeros guías de turismo alrededor de las ruinas en Egipto que dieron todo un vuelco a la experiencia de viajar, pues dotaban a la actividad de tonos de industria que con el tiempo tendría que ser regulada y mejorada.
Cuando se habla de turismo es necesario diferenciar entre sus características y su naturaleza como actividad humana; las características son todos los factores interdisciplinarios que se han adherido al turismo a lo largo de los siglos, desde la perspectiva económica, cultural y por supuesto social que hoy día propicia la fácil identificación de la actividad turística, aunque es necesario decir que dentro de las características también emergen toda clase de paradigmas basados en los imaginarios colectivos sobre el turismo clásico desarrollado con mayor fuerza a mediados del siglo XX, que se arrastran hasta la actualidad.
Por otra parte, la naturaleza del turismo en cambio acapara una amplitud conceptual sencilla pero profunda, un factor que nunca se ha modificado, me refiero a la capacidad de adaptación y evolución que desde siempre ha caracterizado a la actividad turística lo largo de la historia del hombre. Curiosamente esta, la naturaleza del turismo también funge como su principal argumento para entender que a pesar de cualquier dificultad por más complicada que sea, el turismo encontrará la forma de adaptarse y evolucionar para nunca desaparecer y perdurar como siempre lo ha hecho y siempre lo hará.