Un destino que se ha comprometido con el turista durante este confinamiento es A Coruña, en el noroeste de España. Una ciudad que no solo ilumina el gran océano atlántico con su faro milenario, la torre de Hércules, sino que ha decidido llegar con su luz a miles de casas. Ha lanzado una iniciativa en la que el turista, desde su rincón, puede disfrutar de una visita guiada por profesionales, y en riguroso directo. Subir los más de 230 escalones del faro más antiguo del mundo que todavía sigue en funcionamiento, sin quitarse las zapatillas. Salpicarse de las historias de una costa que se ha cobrado la vida de tantos marineros en las frías y lluviosas noches invernales, con la taza llena de un buen té calentito en el sofá de casa. O, incluso, dar unos primeros pasos artísticos en la ciudad como lo hizo el gran Pablo Picasso.
Mediante una plataforma virtual y diferentes recursos multimedia es posible todo esto, o así lo ha demostrado Turismo de A Coruña. Ha conseguido colarse por la rendija de esa ventana para llegar tanto a públicos infantiles, como al público general que desea pasar un buen rato. Una antesala que despierta, en el potencial turista, interés por las visitas teatralizadas que llevan trabajando en los últimos años y que tienen una notable demanda.
Estas iniciativas no son más que el reflejo de una ciudad que se preocupa por sus turistas y por su gente. Una ciudad comprometida que trata de acercar a las casas de los coruñeses y de todo el mundo, el patrimonio material e inmaterial que convierten a Galicia, y a esta ciudad, en un lugar único. Así lo han hecho y con cifras oficiales, ya han conseguido en tan solo 8 visitas guiadas más de 50 mil visualizaciones y han alcanzado a cerca de 100 mil personas, tanto en Galicia y España como en el ámbito internacional. Además, el grado de satisfacción del llamado “turista virtual” es alto, ya que una vez completada la visita decide repetir la experiencia. ¡Un éxito!
Los destinos pioneros están desarrollando estrategias para acercar al turista sus servicios, y, con ellos, acompañarlo en este período que ha tocado vivir. La fidelidad es una cualidad que se persigue en el turista, por ello, en este momento, la industria turística tiene la responsabilidad de devolver esta lealtad. Proporcionar recursos y dar opciones para crear una experiencia positiva, de esta realidad que puede que no lo sea tanto.
No vale ofrecer un helado a pie de playa, un paseo en globo por la Capadocia o una jornada de senderismo por los fiordos noruegos. No de momento. Tal vez, ese sea el siguiente de muchos otros pasos, eso sí, en destinos más próximos y que puedan garantizar la salud y seguridad del turista.
¡Lo virtual ha llegado! Es la hora de acercar el destino y la experiencia a los hogares. Poder ver las galerías del museo Louvre de París sin horarios y de manera ininterrumpida; deambular por los angostos pasadizos de la pirámides de Egipto sin prisa y, mejor aún, sin hacer cola; o ver desde lo alto del puente de Carlos, a través de una cámara, la ciudad de Praga desierta, esperando a un turista que no va a llegar porque le han cortado las alas.
Este turismo virtual es un puente entre lo que había y lo que se está creando, pero que es muy probable que haya venido para quedarse. Un modelo enfocado en el turista potencial, si cabe, más que cualquier otro modelo. El producto turístico que debía consumirse in situ, está adoptando una nueva perspectiva y, además, se está acercando a lugares que jamás habría imaginado. Este obstáculo, denominado COVID-19, que ha roto el equilibrio en el sector servicios está descubriendo nuevos nichos de mercado que buscan cubrir su demanda a un ritmo muy elevado.
La oscuridad, en forma de pandemia global, que ha puesto a la sombra la industria turística a nivel mundial, poco a poco, deja algún rayo de luz que permite ver el eclipse. Esta industria necesita reactivarse, pero no metiendo simplemente más leña al fuego a base de promoción, sino controlando esa llama con una excelente gestión y correcta planificación.
