La pandemia no ha terminado y a pesar de que el turismo necesita de una salida inmediata para volver a la normalidad, no podemos acelerarlo como queremos. Si bien, no fuimos uno de los países donde la catástrofe fue contundente como España o Italia, no podemos confiarnos, ni creer que todo está bajo control.
COVID-19 es el nombre de una fase en la historia que muchos no olvidaremos y que seguramente contaremos a nuestros hijos y nietos como si fuera un trago amargo. Sin embargo, me gustaría ver esta situación desde la óptica de aprendizajes y enseñanzas, si bien aún no estamos fuera de la situación, podemos ir armando un listado con las mejores lecciones, estoy segura que se irán sumando más:
- Las empresas turísticas que no creían en la migración digital, se vieron forzadas en hacerlo, es más, se vieron forzadas en aprenderlo.
- La comunicación remota se convirtió en el mejor aliado para mantener las relaciones con el exterior. Todos tuvimos que aprender a utilizar las plataformas de videollamadas.
- El networking se intensificó gracias a los medios digitales, pudimos entablar relaciones y conexiones con actores clave en nuestro sector para consultar el cómo sobrellevar la situación o aprender las mejores prácticas de otros lugares.
- El aprendizaje ha sido una constante, muchos decidieron aprovechar su tiempo para aprender algo por medio de webinars, cursos en línea y hasta maestrías.
- Creatividad puesta a prueba para los publicistas, diseñadores y personas a cargo de las redes sociales que tenían que encontrar los momentos oportunos para enviar mensaje a su comunidad y de crear contenido de utilidad.
- Control emocional: todos nos dimos cuenta que nuestra estabilidad emocional y mental era clave para mantener a flote nuestras estrategias.
- No somos invencibles: grandes expertos de la industria, gurús y analistas con años de trayectoria en el turismo aceptaron con humildad que no tenían la respuesta a todo y más de uno reconoció que no encontró solución a su problemática.
- Y para finalizar, muchos se dieran cuenta de sus propios límites. Mantener a flote una nómina, las ventas de supervivencia y no decaer en ánimo, fue la constante entre varios.
Algo que seguro todos tenemos en mente, necesitamos de los viajes y del esparcimiento para mantener nuestros sentidos al máximo, nos arrebataron gran parte de nuestra alegría cuando nos prohibieron ir a la playa, al bosque o simplemente un poco de entretenimiento en nuestra propia ciudad.
Pero al día de hoy sabemos que nuestro sector está en los reflectores y si la gran mayoría aprendemos la lección de esta pandemia, la recuperación será mucho más rápida. Todo dependerá de qué tanto demostremos que estamos a la altura de las dificultades que han golpeado a nuestra industria.