«El bambú que se dobla es más
fuerte que el roble que resiste»
-Proverbio Japonés
Sorprendentemente cerca del centro de la ciudad de Kioto, se encuentra uno de los bosques más especiales en los que uno puede sumergirse. Un interminable ejército de árboles de bambú parece competir por ver la luz del sol. El suave rumor del viento produce una melodía natural incluida en la lista de los 100 sonidos que preservar en Japón. Un paseo por sus senderos te provoca una sensación de serenidad involuntaria, como si cualquier preocupación hubiera quedado atrás por momentos. Hoy nos gustaría presentar el bosque de bambú de Arashiyama.
A escasos 25 minutos al oeste del centro urbano de Kioto y en la base de las conocidas «Montañas de la Tormenta», hallaremos este santuario vegetal. La red de sendas nos conduce entre rascacielos de bambú hasta el Templo Tenryu-ji, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1994. Construido en el siglo XIV, es especialmente célebre por la delicadeza de su jardín zen proyectado por el famoso Muso Soseki. Si eres muy afortunado podrás disfrutar de esta experiencia en relativa soledad, o quizás estés rodeado de locales que visten “yukata” y “geta”, lo cual harán de este momento aún más increíble.
Dependiendo del tiempo del que dispongas, en sus alrededores existen multitud de templos o puntos de interés quizás menos populares pero también de gran belleza. Nos gustaría resaltar algunos de ellos:
- El Parque Kameyama, un respiro de paz y tranquilidad
- La antigua residencia del actor de cine mudo Okochi Denjiro
- El templo Jojakko-ji, realmente recomendable en otoño cuando los arces cambian los colores de sus hojas
- El templo budista Giouji, conocido por su pintoresco jardín de musgo y árboles de bambú y arce
- Bastante más al norte pero merecidamente reseñable encontraremos el santuario Atago-Jinja o Toriimoto, que está de camino al Monte Atago y fue dedicado a la deidad que nos protege del dios fuego
- El parque de los monos de Iwatayama, con unas impresionantes vistas y donde macacos de rostro rojo campan a sus anchas y corretean por nuestros alrededores
- Y el templo budista Saiho-ji, también llamado Koke-dera, localizado en dirección sur y el cual es afamado por su jardín de musgo de película
Quizás las mejores estaciones para la visita sean primavera y otoño, dados los colores que vestirán el bosque, pero cada estación tiene su encanto especial. Afortunadamente para el viajero existen muchos festivales, todos muy respetuosos con el medio ambiente y el entorno así como con las tradiciones pasadas. Aquí resaltamos el más popular de cada estación, pero podrás disfrutar de muchos otros también únicos.
En primavera podrás unirte a la práctica local “hanami”, que consiste en la visualización de la floración del entorno, principalmente del árbol del cerezo. Cada rincón, cada arboleda y cada paso es una maravilla para el enamorado de la naturaleza y la fotografía.
En caso de que tu visita se produzca en verano (julio, agosto o septiembre), quizá te interese contemplar la pesca tradicional con cormorán o “ukai”, la cual tiene más de 1200 años de antigüedad. Por la noche, los pescadores servidos de antorchas hacen salir a los peces a la superficie. En ese momento, el ave del cormorán les ayuda a atrapar los pescados con su pico. Para que el ave no se trague los peces lleva un anillo alojado en su cuello, lo que solo le permitirá ingerir los ejemplares más pequeños, pudiendo rescatar los más grandes de su gaznate.
En otoño se disfruta del cambio de color del bosque, cuando las hojas tornan a marrón y rojizo y también de su posterior caída, costumbre llamada “momiji”. Durante esta celebración, que recrea el ambiente del periodo Heian, se dan espectáculos de música, danza tradicional y teatro al aire libre. La verdad es que es una delicia para los sentidos.
El invierno también goza de su ceremonia específica, y a comienzos de diciembre sucede un evento conocido como “Hanatoro”, cuando más de 2500 farolillos iluminan los puntos más emblemáticos de Arashiyama. Podrás llevarte un recuerdo único de sus puestos y tiendas, como por ejemplo cerámica de alta sofisticación, y tomarte fotografías con maikos, que son aprendices de geishas.
Al llegar la hora de dormir puedes buscar un techo en el centro, aunque una forma ideal de acabar el día y experimentar la cultura japonesa es alojarse en un “ryokan”, que se trata del hospedaje típico nipón, donde podrás sentir en tu propia piel las tradiciones y costumbres hogareñas. En algunos casos incluso ofrecen “onsen”, que son baños de aguas termales, tanto públicos como privados, que se nutren de aguas 100% naturales. Es sin duda una experiencia que pone la guinda al pastel en tu visita a este bosque de ensueño.