Excelente materia prima, elaboraciones tradicionales sencillas, de aire español y propuesta honesta de precios comedidos resumen el espíritu de Zaga, nuevo llegado al olimpo gastronómico de Madrid. El restaurante, que acaba de abrir, demostrando gran valentía, durante este año de pandemia, está situado en el meollo más gastronómico y puntero de la restauración madrileña, en el barrio de Chamberí, cerca de la calle Ponzano, donde múltiples restaurantes de calidad se suceden uno tras. Un lugar que para cualquier madrileño o visitante es de visita obligada.
Pero si hay tantos locales en esta zona, ¿Por qué elegir Zaga para comer? Pues, simplemente, porque Zaga tiene el mérito de la sencillez, de la elaboración pausada (mucha cocción al carbón, guisos que se hacen lentamente…) y de la recuperación de las recetas más clásicas y sabrosas de la gastronomía española. Zaga no defrauda. Algo que se agradece, actualmente, cuando, a veces, nos vemos superados por cocinas en exceso pretenciosas que no saben tratar con racionalidad y humildad al producto.
Este, que es de primera calidad en Zaga, juega un papel fundamental en esta cocina, cuyo mayor atractivo consiste en esa elegancia de lo sencillo. Cuando se termina de comer en este restaurante, ya estamos pensando en volver y probar nuevos platos y eso, desafortunadamente, no ocurre en todos los establecimientos.
Si la materia prima es fundamental (ver sus carnes exquisitas como el lomo de vaca de la marca La Finca-una de las mejores empresas cárnicas españolas-servido en su punto de cocción perfecto con unas finitas patatas fritas caseras), el servicio es muy amable.
Todo ello en un marco luminoso, de tonos beige, elegante, pero sin ostentación, dividido entre un comedor en la planta de arriba (donde existe un reservado llamado “el ropero” con capacidad para 14 personas) y una barra en la entrada del restaurante, en la planta baja (donde también, hay otro reservado para 10 personas). En esta última, podremos degustar y picotear exquisiteces tan sencillas como las empanadillas de la abuela o una tortilla de patatas, uno de los platos más famosos de la gastronomía española, que aquí, está maravillosamente hecha, con su punto de untuosidad y suavidad.
Si queremos degustar la comida de Zaga en el comedor, estaremos maravillosamente recibidos por el hospitalario y simpático Vasile Nan, que nos hará sentir como en casa. Los platos de Zaga están pensados, esencialmente, para compartir, desenfadadamente, aunque cada uno puede optar por lo que más prefiera.
La carta va variando según los productos de temporada, siempre en ese afán de traer lo más fresco, adecuado y acorde con las estaciones. Entre las ofertas de otoño, sobresalen platos de “cuchara” calentitos y caseros como los garbanzos con setas y calamares, exquisito mar y montaña, hecho con amor, que nos satisface plenamente, las alcachofas a la brasa, presentadas como si fueran flores, y rematadas en el horno de carbón, que les da un toque sabroso e intenso.
Las carnes y pescado son excelentes en Zaga. Por ejemplo, para los más carnívoros, está recomendado el lomo en tiras de la marca La Finca de Jiménez Barbero, sobresaliente en calidad o la carrillera de ternera.
Hay platos que ya se han convertido en clásicos de la carta como el “exótico” tataki de atún rojo sobre tosta con guacamole, cebolla encurtida y un toque de lima, un viaje hacia otras cocinas internacionales, que complementa a la perfección con platos típicos de la cocina española como el pisto casero con huevo frito, el bonito de escabeche casero, la ensaladilla rusa o el finísimo escalope empanado.
Especial mención merecen los arroces de Zaga. Elaborados por un experto cocinero alicantino que domina con maestría este arte, el arroz a la alicantina con gambones y socarrat (parte tostadita del arroz, fundamental para que este plato brille) es de “escándalo”. Elaborado en el horno de carbón, este arroz es de lo más sabroso de la carta.
Entre el resto de las propuestas, también, llaman la atención la divertida y explosiva en sabores, tapa de Gilda. Un pincho o banderilla típico de todos los bares de España, de origen del Norte de España, hecho con aceitunas y guindillas que aquí ha cambiado la anchoa por el pastrami. ¡Divertido y muy rico!
Como espectacular es el postre de piña a la brasa con jugo de mojito, que se ha convertido ya en un clásico que hay que pedir si se come en Zaga. Muy sabrosa la fruta con ese toque entre brasa y caribe.
Zaga es, sin duda, una opción muy acertada para comer bien, buen producto, bien cocinado y recuperar recetas tradicionales que esconden toda la verdad de la auténtica gastronomía clásica y de calidad.
- Precio medio en barra: 15-20 euros
- Precio medio en sala: 30-40 euros
- Dirección: Calle Bretón de los Herreros, 39- Madrid Teléf.: 912 321 130
- Días de cierre: Domingos noches y lunes completos
- Horario: De martes a sábado de 12,00-17,00 y de 20,30-1,30. Domingos de 12,00-17,00