En el Perú, el Ministerio de Cultura está a cargo de: el patrimonio cultural de la nación, material e inmaterial; creación cultural contemporánea y artes vivas; gestión e industrias culturales; pluralidad étnica y cultural de la nación. En consecuencia, no observo una clara definición de sus funciones misionales y, por lo tanto, no hay una clara limitación de sus competencias y funciones. Súmese a ello que concentra todas las competencias y funciones para normar, regular, controlar y supervisar la protección y conservación del patrimonio cultural, las cuales, para agravar más la situación, no son compartidas con los gobiernos regionales ni locales.
Hay un refrán que señala: “Quien mucho abarca, poco aprieta”, y, para el caso, solo un ciego podría no ver cómo el patrimonio cultural se cae a pedazos diariamente, tanto igual como el prehispánico, colonial y republicano. Y no por la indolencia de los privados, tanto propietarios como no, sino por la altísima lista de requisitos burocráticos que hacen largo y costoso el proceso para lograr contar con la aprobación de un anteproyecto y luego un proyecto de conservación, no entenderé nunca ello. Allí no termina la letanía, también hay procedimientos incumplibles o sometidos a la discreción de directores de línea y directores generales, encontrando muchas veces discrepancias en criterios entre un nivel y otro. Y como si eso no fuera suficiente, súmese el cambio de directores, muchos de los cuales consideran que para proteger el patrimonio se debe limitar su intervención, por lo tanto, la evaluación debe iniciarse desde su fase inicial.
Y por dicha agonía también pasan las unidades ejecutoras del estado que tienen competencia para contribuir a la puesta en valor de los recursos culturales mediante proyectos de inversión con recursos públicos o privados, bajo mecanismos como Obras por Impuestos o Asociación Público Privadas.
¿Qué hacer? No tengo una respuesta, pero ensayo algunas.
Primero, reestructurar orgánicamente al ministerio. Considero que debería quedar el Ministerio con sus funciones normativas, reguladoras y sancionadoras. Y delegar en los gobiernos regionales el registro y valoración del patrimonio cultural inmaterial e industrias culturales, bajo sus lineamientos y supervisión constante. La promoción debería ser responsabilidad de los gobiernos regionales y locales, en coordinación con cultura y turismo.
Segundo, crear un instituto de investigaciones, cuya principal misión debe ser concentrarse en el patrimonio cultural tangible, y con presupuesto acorde a las necesidades para determinar las poligonales de los recursos culturales prehispánicos más importantes del país. ¿No están aún numerados? Y nunca lo sabremos si no se empieza ya. Y si carecemos de investigación, nunca podremos avanzar al siguiente paso que es la recuperación y conservación. Dicho instituto también deberá tener las competencias para revisar los proyectos que presentan los privados y públicos para recuperar, conservar, instalar acondicionamiento turístico, construcción de carreteras y otras intervenciones permitidas por el estado. Sus procedimientos deben ser precisos y con requisitos y plazos razonables acorde al tamaño y especialización de cada intervención. Y para ello solo bastaría la aprobación de un decreto supremo, porque el instituto ya existe: Instituto Nacional de Cultura, cuyas funciones las asumió el Ministerio de Cultura. En consecuencia, sólo faltaría definir sus nuevas funciones y número de oficinas en igual proporción al número de civilizaciones peruanas identificadas. Pero, y muy importante, dotarla de presupuesto y profesionales especializados, tales como arqueólogos, químicos, físicos, antropólogos, psicólogos, psiquiatras, biólogos, topógrafos, arquitectos, ingenieros civiles, y una larga lista, los mismos que se forman en el Perú. El estado debe asignar los presupuestos necesarios, dado el alto, diverso y amplio patrimonio cultural de Perú por investigar. ¿No se ha determinado su valuación? Le corresponde hacer la tarea al Ministerio de Cultura y al Ministerio de Economía y Finanzas. Las técnicas existen. Y si no se puede valuar todos, al menos que se cuantifique las pérdidas por la imposibilidad de su recuperación o por estar destruidos totalmente. Y la base está contenida en el registro del patrimonio cultural, del Perú en general y de los privados en particular.
Tercero. Adscritas al ministerio deberían crearse organismos técnicos especializados, para que, actuando como unidades ejecutoras, tengan la principal misión de recuperar, conservar y poner en valor el patrimonio cultural al servicio de los ciudadanos. Las técnicas de intervención deberían ser aquellas que el Instituto de Investigación Cultural las recomiende. No es lo mismo recuperar y conservar recursos en la costa norte, centro o sur, o sierra norte, centro y sur. Más compleja aún en la selva amazónica. Además, dicha instancia, que debe estar ubicada en la capital de la civilización que represente, cuya poligonal debe ser su circunscripción. Como función adicional deberá brindar apoyo técnico especializado a los propietarios del patrimonio cultural colonial y republicano de su ámbito, de tal manera que puedan convertirlos en principales sitios de observación de los visitantes, pero, además, hoteles, galerías, restaurantes, entre tantas otras opciones de ocupación, permitiendo la generación de ingresos constantes y sonantes, tanto para los propietarios como para los gobiernos locales mediante el cobro de impuestos prediales. Aúnese la inmensa satisfacción de los ciudadanos por poder mostrar su alto y valioso patrimonio cultural.
Cuarto. Crear otros organismos técnicos especializados, en igual número que las ejecutoras, para estar encargados de gestionar, directamente o a través de contratos de administración, la prestación de servicios culturales, entre ellos el turístico, en los diversos sitios arqueológicos, museos y otras intervenciones que permitan la observación, disfrute y amor propio por nuestro valioso patrimonio cultural. Y, ¿por qué es necesario un ente especializado para gestionar, supervisar y controlar los contratos de administración? Porque los visitantes o turistas requieren una atención de calidad, de lo contrario no regresarán más. Y una atención de calidad se logra mediante profesionales y técnicos especializados que estén atentos para satisfacer no solo los gustos y preferencias de los turistas o excursionistas, sino también que todo el equipamiento y museografía funcionen a la perfección. ¿Pueden hacerlo los gestores públicos? Tal vez, pero antes habría que flexibilizar los sistemas presupuestales, de contratación y otros que actualmente hacen de la gestión pública una arcaica burocracia. Mientras ello sucede, lo recomendable sería que dichos organismos se concentren en efectuar alianzas con el sector privado y se especialicen en su cumplimiento y evaluación. Los estándares, tanto para el otorgamiento como para los controles, deben responder a mantener un alto nivel de calidad en la prestación. Los museos tienen que ser los más dinámicos posibles, ¿si no, cómo se atraerá constantemente a los visitantes? Como muestra, el museo más visitado en Perú es privado.