¿Cómo aproximarnos al fenómeno turístico de la manera adecuada? Es el tema que aún se sigue debatiendo entre todos los involucrados que pretenden analizarlo.
A manera de continuidad de la ponencia que tuve oportunidad de presentar en el Congreso internacional SOCANTUR en la mesa de trabajo titulada Teoría y Metodología Aplicada al Turismo, expondré a manera de columna crítica (más con pretensiones de exposición y como excusa para el debate) una serie de consideraciones abordadas por la investigación desarrollada en mi tesis profesional y que tienen que ver con la aproximación científica hacía el turismo.
La primera consideración es la histórica, ¿Qué condiciones han determinado el estudio del turismo? Para ello deberemos entender el marco en el que se ha producido el descubrimiento del mismo más que como una actividad humana, como una actividad meramente económica
Acorde con Maribel Osorio (S/F), el turismo empezó a hacerse notar por los sociólogos a principios del siglo XX, justo en el momento en que esta actividad comenzaba su masificación: fenómeno cuantitativo ligado de fondo con las luchas obreras que exigían jornadas laborales justas. La consigna de los llamados Mártires de Chicago “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”, resonaron en todo el mundo y este triunfo de la clase trabajadora le permitió comenzar a resolver necesidades ligadas con el desplazamiento pero en este caso, principalmente aunque no exclusivamente, con características de ocio, recreación y aprovechamiento del tiempo libre. Es decir el moderno turismo empezaba a emerger como una opción más para la anhelada superación del ser humano. La relación entre los trabajadores y el turismo salta a la vista y esta evidencia también se hizo notable para sociólogos, antropólogos y economistas de la época.
El potencial económico de la actividad turística relució a partir de su masificación de tal forma que la gallina de los huevos de oro descubierta por Thomas Cook, en una forma más bien manufacturera o primitiva, comienza a desarrollar un potencial industrial producto de las conquistas sociales y la ambición natural del capital. Como fenómeno económico el turismo empieza a ser analizado desde esa perspectiva y pronto se unen a él las visiones administrativistas que ahora reinan en la mayor parte de las escuelas de turismo con fines profesionalizantes para sentar la base de la gestión del fenómeno a partir del capital.
Cook es más bien el padre del turismo industrial, de la posibilidad de capitalización y el potencial económico de esta actividad humana que se nos presenta hoy en día.
A pesar de que estas perspectivas sociológicas, económicas y administrativas comenzaron su desarrollo en el campo turístico hace más de un siglo, aún tienen una amplia desventaja de desarrollo temporal con respecto a otros saberes: filosofía y ciencias.
Tan solo la tradición filosófica occidental se remonta a los griegos con a veces hasta 2,500 años de antigüedad y las ciencias ilustradas alcanzan su apogeo en el siglo XVIII “de las luces”; en otras palabras, el conocimiento acumulado y desarrollado en torno al turismo aún se encuentra en pañales y aún así hay quien se atreve a declarar de manera absoluta que el turismo no puede alcanzar la calidad de ciencia, ni siquiera a través de los saberes sociales o humanidades.
Por supuesto que si sostenemos una visión de la ciencia en términos de la totalidad positivista pues no podremos enmarcar la complejidad del turismo (en tanto que es un actividad humana y por tanto social) como un fenómeno absolutamente regido por leyes naturales, como los objetos de estudio de la física o la química, que son abstraídas desde su metodología particular. Si nuestro enfoque del turismo es matemático, entonces deberemos desarrollar un algoritmo capaz de asimilar una cantidad de información desbordante y dialéctica (es decir en movimiento permanente) pues el estado de permanencia del turismo es únicamente una abstracción temporal. Si pretendemos analizar al turismo desde los bordes en que la actividad irrita a otras disciplinas como la economía, la política, la sociología o la antropología, solo podremos entenderlo en el marco de las limitantes epistemológicas de cada campo que, aunque valiosas, son insuficientes para concretar una totalidad gnoseológica (relativa al conocimiento) en materia de turismo, incluso si esta mantiene una perspectiva multidisciplinaria.
Definir el turismo como un “Fenómeno Social” resulta tautológico, no nos lleva a ninguna parte. Categorizarlo de esta manera nos puede llevar a inferencias equivocadas. Por supuesto que el turismo se nos presenta como fenómeno y por supuesto que como actividad humana es por ende social, pero estas características conceptuales, que incluso podrían resultar demasiado evidentes, no nos dicen nada en sí del turismo. Una visión fenomenológica, que se encargue de describir lo que observa en el ente que se manifiesta como existencia ante nuestros sentidos podría ser superficial, abstracta y nada concreta, no sería capaz de rebasar la barrera éntica y la primera impresión empírica. Lo que se busca en el conocimiento turístico es superar al fenómeno y objetivar el noumeno: la forma más concreta del pensamiento y del conocimiento sobre una forma de existencia que buscamos reconocer, no como sujetos ajenos a este objeto de estudio, sino como sujetos relacionados con el objeto en el mundo.
Próximamente abordaremos lo que el horizonte materialista propone en el problema de la objetivación del conocimiento turístico, aunque sería importante advertir al estimado lector que el término materialismo hace referencia a una categoría, a una larga tradición filosófica que es completamente ajena a la visión que relaciona a la palabra con el consumismo, la enajenación, las cosas corpóreas, la ambición, la riqueza acumulada, etc. El problema que el materialismo analiza es la existencia misma, su manifestación y, apoyado por el método dialéctico, sus contradicciones y la síntesis de las mismas.
Referencias
- Osorio, M. (Septiembre, 2004) LA COMPLEJIDAD DEL TURISMO. Trabajo presentado en el VI CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN TURÍSTICA. Ciudad de México.