Era una tarde agradable con un clima caluroso en la sierra purépecha de Michoacán, árboles frescos, paisajes placenteros que son difíciles de olvidar, así es el camino por carretera que inició en Morelia donde tres historiadores, una ingeniera en química y un licenciado en derecho nos preparábamos para salir con rumbo a la meseta purépecha. El trayecto carretero nos permitiría pasar por Pátzcuaro con su increíble vista al lago y la isla de Janitzio, hasta llegar a la desviación Zirahuén/Uruapan y de ahí tomar camino hacia la carretera de la comunidad de Pichátaro.
Aquel viernes 27 de mayo del 2016 se celebraba la fiesta de Corpus1 en el poblado de San Francisco Pichátaro2, festividad religiosa introducida por los españoles fusionando culturalmente el misticismo católico con la antigua cosmovisión prehispánica de los p’urhépecha.
Al llegar a Pichátaro, una multitud de mujeres nativas del poblado nos recibieron con alegría, bailando al son de la banda por la calle principal del pueblo. Rubén Nicolás Chávez, explicaba que “en la fiesta de Corpus la población se organiza a partir de gremios3, donde cada uno de ellos recorre las calles del pueblo bailando al ritmo de la música, mostrando sus mejores vestuarios tradicionales purépecha4 (sobre todo las mujeres), dando a conocer también parte de los artículos que cargan, fruto del trabajo de un año”. 5
Durante el recorrido del gremio de comerciantes por la calle, los representantes o encargados de organizar la fiesta portan pequeños morrales con bebidas que van ofreciendo en cada lugar por donde caminan y a cada persona que transita.
El trayecto por el pueblo continuaba mientras Rubén nos iba explicando que la fiesta de Corpus es una festividad importante, donde al visitante lo hacen participe de este evento y lo acogen como parte de la comunidad. Nos detuvimos en el barrio de Santo Tomás donde nos encontrarnos con otra multitud de personas bailando por una de las calles. Era el gremio de los artesanos que peregrinaba y anunciaba con la música su participación, caracterizado éste por las artesanías que elaboran en la localidad.
Aquella tarde de viernes se empezaba a convertir en un gran atractivo cultural que identifica a la población de Pichátaro con sus costumbres y tradiciones, sabiendo conservarlas a pesar de los embates de la modernidad.
Durante el peregrinar del gremio de artesanos, los representantes del barrio nos ofrecían un trago de sus bebidas que colocaban en un vasito para que lo tomáramos en el momento (la bebida que más ofrecían era el tequila). Poco a poco nos íbamos sintiendo parte de la comunidad, la población disfrutaba y a la vez trataba de que nosotros conociéramos y gozáramos de una celebración que habían preparado con un año de anticipación.
La plaza principal de Pichátaro ya se encontraba lista para recibir a los participantes de los gremios que, como es costumbre, se juntan en el templo para dar gracias a Dios por las bendiciones otorgadas durante el año en el aspecto laboral y agradecer también el permitir que se celebrara de nuevo el Corpus.
Entre jóvenes y algunos adultos, por las calles riendo, alegres, con su mirada puesta en la grata celebración del pueblo, no podía faltar una imagen que quedaría grabada entre los que nos acompañábamos en el recorrido, una singular pareja caminaba por una de las calles del poblado con rumbo a la plazuela principal; una pareja de ancianos que representa a esas viejas familias forjadoras de las tradiciones de Pichátaro, una pareja llena de sabiduría y sobre todo que fueron partícipes de historias que cambiaron en cierto modo, el vivir de la sociedad picharatense.
Antes de llegar a nuestro primer destino, nos sorprendería el gremio de los campesinos: felices y sonrientes cabalgaban jinetes en sus caballos y las mujeres con canastos iban repartiendo tamales a los transeúntes. Toda una fiesta de gran carácter cultural, religioso y social, que juntaba al pueblo a disfrutar de las tradiciones; ahí comprendimos que para los purépechas el Corpus Christi es una celebración donde se conjuntan valores, festividad, cultura y sobre todo sentido de convivencia en comunidad.
Nos detuvimos un poco en la casa de los padres de Rubén a degustar un platillo típico de la región, el famoso Churipo, un caldo de chile rojo y carne de res que se acompaña con las tradicionales corundas6 michoacanas, para ello, el escenario donde comeríamos nos acogería de una manera que nos hizo recordar aquellas casas humildes con su cocinita tradicional que solíamos encontrar frecuentemente en los hogares de nuestros abuelos. Esa cocinita en lo personal me llevó a recordar a mi familia pueblerina de la tierra caliente de Michoacán: la sencilla casa donde el comer un plato de frijolitos con tortillas hechas a mano, se disfruta más que una comida en latada de la ciudad.
Al finalizar nuestro alimento, la familia que nos recibió en su casa, nos acercaría a la mesa un atole verde con grano7, un poco espeso al momento de ingerir, aunque picaba bastante, ya que nos dimos una enchilada sabrosa mis compañeras historiadoras y yo.
Al dirigirnos rumbo a la plaza principal del pueblo, un espectáculo que nunca antes habíamos visto nos dio la bienvenida. En un escenario que se encontraba en el centro de la plaza, había personas que arrojaban algunos objetos tallados en madera y toda la gente se concentraba para poder obtener una artesanía.
La plaza se había convertido en un lugar de ambiente familiar y obsequios; poco a poco los gremios de los barrios de Pichátaro comenzaban a llegar para hacer su entrada al templo principal, llevando los cargueros a la imagen del santo que los representa.
La música y los bailes entre la comunidad se veía y escuchaba por cualquier lado al que volteáramos. Al dirigirnos rumbo al atrio del templo de Pichátaro para observar qué estaba pasando en dicho lugar, nos tocó ver un enfrentamiento musical entre bandas de viento de dos de los barrios del pueblo y a su vez creaban el ambiente adecuado para el disfrute y la diversión entre los pobladores.
El templo antiguo dedicado a San Francisco era una de las joyas históricas y arquitectónicas más importantes del pueblo, adornada con distintas flores que hacían de ese espacio religioso un sitio bastante llamativo. Fuera del templo se reunían mujeres que compartían con la población local y visitante, una bebida conocida como charape8, muy típica de la región. Durante el baile que se realizaba en el atrio del templo, la degustación del charape y la guerra musical entre distintas bandas, se presentaba algo que nunca habíamos visto, el concurso del palo encebado, acompañado también, por una enorme afluencia de abejas que volaban alrededor de la gente mientras el concurso se llevaba a cabo. La dinámica del evento era que quien llegara hasta la punta del palo encebado, recibiría una gratificación como premio al esfuerzo que había mostrado por su participación.
Sin duda alguna, la fiesta de corpus de Pichátaro fue un llamado a la convivencia, a disfrutar de una festividad que te acerca a los valores humanos y deja entre ver la percepción cultural de todo un pueblo, sus raíces, su historia y las costumbres que se preservan hasta nuestros días.
Por tal motivo, San Francisco Pichátaro es una población que ninguna persona amante del turismo cultural, deberá perderse en su visita por Michoacán.
Referencias
- Una festividad católica que conmemora a Jesucristo convertido en el pan de la salvación, es decir la Eucaristía y que se celebra el jueves de la décima semana después del domingo de resurrección.
- Población de origen prehispánico conformada por siete aldeas o pueblos, que en la actualidad forman los barrios del pueblo. Pichátaro significa “lugar de clavos de madera” y fue hasta la llegada de los Franciscanos que se pudo conformar el poblado de San Francisco Pichátaro, gracias a que unieron a los siete pueblos que conforman los actuales barrios.
- Son los oficios a los cuales un determinado sector de la población pertenece, es decir, las actividades productivas y laborales a las que se dedican como pueden ser: campesinos, comerciantes, agricultores, artesanos, etc.
- El vestuario de mujeres en las fiestas de la región purépecha se conforma por: guanengo o blusa, rollo, delantal y reboso.
- Rubén Nicolás Chávez nacido en Pichataro y que radica en Morelia, proporcionó información de cómo se organiza su pueblo de origen en la celebración de Corpus. Viernes 27 de mayo del 2016.
- Platillo mexicano hecho a base de maíz, típico de la zona lacustre de Michoacán. Las más conocidas son las de manteca, envueltas en hojas de maíz y las de ceniza, envueltas en hojas de carrizo. Son una variedad de tamal triangular con hasta siete puntas.
- Atole verde hecho con elote, masa de maíz, harina, manojos de anís, chile serrano, sal, agua y azúcar. Típico de la región purépecha de Michoacán.
- Bebida fermentada en la que se utilizan diversos ingredientes como pulque, piloncillo, miel, entre otros. Utilizada solo en las festividades de la región purépecha y que solo se destina al consumo de las mujeres durante dichas fiestas. (Relato de una mujer de la comunidad de Pichátaro).