En los últimos tres meses me encontraba en uno de esos momentos lejos de los estancamientos en que suele colocarnos la vida, por el contrario todo fluyendo entre proyectos universitarios y mi propia investigación en el área de turismo.
Dediqué tiempo a realizar mesas de trabajo con estudiantes universitarios que necesitaban presentar su trabajo monográfico para posterior a su defensa, titularse como administradores turísticos y hoteleros, como se denomina la carrera en Nicaragua.
Como tutora, un tema de investigación llamó mi atención en especial: ”Ecoturismo como estrategia sustentable ambiental para generar conciencia ecológica en los visitantes de la Reserva natural Volcán Mombacho”, ubicada en Granada, «La París» de Centroamérica. Un importante corredor biológico, que presenta zonas sin explorar por el humano, un paraíso al que los invito a conocer si son amantes del senderismo, observación de aves y la biología, entre otros.
La idea de la investigación se derivó de una materia que impartí un año atrás, llamada turismo alternativo, una materia de la que me enamoro cada día más porque termino aprendiendo en la medida en que investigo.
Quisiera destacar algunos aspectos que deben ser de interés para juicio y razón de los estudiantes y de las autoridades universitarias, especialmente de mi país en lo que se refiere a temas de sustentabilidad: sostenibilidad que según los autores no es lo mismo pero es igual; es decir, significan lo mismo, m´ás son diferentes según el contexto en que se aplican.
La actividad turística es un árbol de muchas raíces que en efecto pueden ser profundas, tanto como los estudiantes se atrevan a investigar de acuerdo a las capacidades adquiridas durante los años de academia y mientras se promueva la investigación como parte de la extensión universitaria y esta nos haga partícipes activos en la responsabilidad de contribuir desde la comunidad al desarrollo de la que hoy por hoy ha demostrado ser una actividad que mueve millones de dólares a nivel mundial y que lastimosamente frente una pandemia mundial deja en evidencia no sólo su fragilidad, sino los daños colaterales direccionados hacia otros sectores que la ciencia reconoce como industrias (actividades económicas practicadas de antaño) que han llegado a depender fuertemente del “joven turismo”, una actividad no mayor a los 60 años.
En esa nueva dependencia del viejo hacia el joven, resulta curioso que la tendencia turística, incluso anterior a pandemia, sean las actividades pertenecientes al turismo alternativo y que ahora estas continúan en ascenso; lejos de lo que se piensa, el turismo para latinoamérica y centroamérica no ha muerto. Al mismo tiempo, las empresas apuntan a un cambio que si bien no es voluntario, sino más bien resultado de la inercia del desastre climático y el modelo económico, les ha llevado a tener que aceptar la necesidad sumamente imperante de lo sustentable, por lo que cada empresa vislumbra crear su propia área relacionada a temas sostenibles con responsabilidades fuertes de gran impacto en la misma empresa y la comunidad, así como una importante remuneración económica.
Entra en escena la oportunidad de prepararnos mejor como academias para fortalecer a los estudiantes de todas las carreras sin excepción y especialmente a los de administración turística, en áreas relacionadas a dimensiones en lo tecnológico, social, económico y ambiental como ejes de sustentabilidad: conocer sus beneficios y cómo medirlos e implementarlos en las empresas. Los temas ambientales han dejado de ser la clase comodín de las universidades para convertirse en la clase de especialización que agrega un plus muy importante y próximamente cotizado en el curriculum del licenciado en administración turística.
Del otro lado del escenario las luces se encienden sobre la academia: colaborar en la preparación de los docentes de diferentes especialidades al menos en lo básico de los temas ambientales, es la manera de aprender todos, de ir juntos al ritmo del desarrollo en Centroamérica, Nicaragua mi pais y finalmente Latinoamérica.
Contribuir a que todos estemos poco a poco en las universidades mejor preparados para comprender cualquier arista entorno al tema medioambiental, incluso en las defensas monográficas, generará propuestas nuevas de investigación y continuidad a otros temas, lo que provocará debates que enriquezcan el conocimiento y acciones a ejecutar que se traduzcan en desarrollo para el país donde crezcamos, especialmente dando al turismo una aplicabilidad relacionada a un área tan importante y no sólo como actualmente se concibe para muchos, conexa al marketing y a las ventas, como popularmente es la salida de esta carrera en áreas administrativas.
Recordar que los aspectos medioambientales necesitan cabezas con habilidades que también planifiquen, ejecuten, supervisen, analicen (incluso datos complejos), que retroalimenten y generen resultados a corto, mediano y largo plazo, que se diseñen estrategias, campañas de RSE, que se desarrollen aplicaciones entorno a cultivos, a organizar comunidades en pro de su desarrollo y entorno al uso responsable de sus recursos.
Como docente, tengo claro que quienes estudiamos esta carrera somos creativos, arriesgados, intrépidos y con fuertes habilidades de comunicación, y cuando nos convertimos en profesionales, resolvemos problemas en un segundo, desarrollamos o tenemos inteligencia emocional, tomamos decisiones en segundos y ante todo, buscamos soluciones porque aprendimos que un cliente no espera y que el turismo es altamente perecedero. Todo esto nos hace dignos de manejar empresas, más escogemos por sobre todo el servicio porque somos los mejor capacitados para la difícil labor de pensar en el otro. Hoy debemos estar al servicio de un nuevo reto también, el de la sustentabilidad.
