Dibujo de una silla de ruedas en la calle

Cuando hablamos de turistas, pareciera que nos referimos a un ser abstracto y maleable, que puede ser ajustado a las características de la oferta turística que ofrece un lugar en particular. Sin embargo, la realidad no es de esa manera, los turistas son personas con características específicas que tienen necesidades particulares dependiendo de su edad, sexo, características familiares, ingresos, etc.; es por ello, que debemos conocer las características sociodemográficas de ellos.

De acuerdo con el censo de población y vivienda 2020 de México, un poco más de 15 millones de personas son mayores de 60 años y casi 21 millones, son personas que tienen algún tipo de discapacidad. Cuando hablamos de espacio turístico, pocas veces reflexionamos en este segmento de personas que demandan requerimiento en muchos de los casos, adecuaciones al entorno urbano.

No basta con tener hoteles, restaurantes y bares que cumplen con los requerimientos de accesibilidad establecidos por la autoridad en materia de turismo, hay que recordar que los turistas se mueven por distintos sitios de la ciudad en función de sus intereses y gustos, de esta manera, el espacio turístico se va ampliando alejándose de los sitios que aparecen en las revistas de viajes o promueven los agentes turísticos.

De tal forma, podemos referirnos al espacio turístico en los términos que hace Boullon (2006), como un lugar compuesto por diferentes dimensiones, siendo la social (las otras son el espacio plano, el volumétrico y el tiempo) la parte subjetiva que se va conformando a través de las experiencias de los turistas. En otras palabras, no percibe la ciudad de la misma manera cada uno de los visitantes de ella.

Por esa razón, debemos hacer que la experiencia vivida por cada visitante sea lo más agradable posible, y eso implica, cubrir con los requerimientos diferenciadores entre ellos. En el caso de las personas mayores o con discapacidad, hacer que la accesibilidad sea la norma que rija en toda la ciudad. Puesto que la experiencia en la estadía dentro de un hotel puede ser muy buena, sin embargo, al cruzar la puerta de edificio e incorporarse al espacio público urbano, el mundo cambia. Las aceras no están preparadas para que una persona la recorra utilizando una silla de ruedas o cualquier otro aditamento para apoyo en la movilidad.

La falta de servicio de transporte adaptado ya sean autobuses o taxis, además de la escaza formación del personal para ayudar y apoyar a las personas con discapacidad, es un problema muy común en la mayoría de ciudades mexicanas. Esto se convierte en un problema para que las personas con discapacidad puedan tener una libre movilidad en la ciudad que están visitando, lo que limita de manera importante sus posibilidades de viajar.

Como especialistas en turismo, debemos visualizar a la ciudad en su conjunto como el espacio a disposición de los visitantes, por lo tanto, toda su infraestructura y habitantes juegan un papel destacado en la experiencia que va a vivir un turista; recordemos que a muchos de ellos les gusta tener experiencia únicas (pero agradables) y convivencia con la población local, y más en los casos donde la vida cotidiana de la población tiene características particulares que la diferencian de los espacios donde provienen sus visitantes.

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Por Rogelio Martínez Cárdenas

🇲🇽 Profesor investigador en la Universidad de Guadalajara, además de consultor certificado. Especializado en el estudio de la gestión de sitios de turismo religioso y patrimoniales. Miembro de diversos organismos científicos como el Comité Internacional de Lugares de Religión y Rituales y el Comité de Turismo Cultural ambos de ICOMOS, la Academia Mexicana de Investigación Turística, entre otros.

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