Plutarco, el célebre historiador y filósofo romano, afirmó: “Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer”.
Pero Plutarco nunca imaginó que su frase trascendería en el tiempo para convertirse, aproximadamente dieciséis siglos después, en el fundamento teórico de la mayor obra erigida por amor que la humanidad haya visto.
Me refiero al Taj Mahal, una increíble proeza arquitectónica cuya belleza se nutre del antiguo amor entre un emperador y su esposa. No en vano el mausoleo ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y símbolo turístico de la India, además de haberse ganado un puesto entre las Siete Maravillas del Mundo Moderno desde el año 2007.
El Taj Mahal es un monumento funerario construido entre 1631 y 1653 en la ciudad de Agra, estado de Uttar Pradesh, India, a orillas del río Yamuna, por el emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mogola. El imponente conjunto de edificios se erigió en honor a su esposa favorita, Arjumand Banu Begum-más conocida como Mumtaz Mahal-, quien murió en el parto de su decimocuarto hijo.
Índice
Antecedentes de su construcción
Corría el año 1607 cuando el entonces Príncipe Imperial Yurram, más tarde conocido como el emperador musulmán Shah Jahan, conoció en un bazar de la ciudad india de Agra, capital del imperio mogol entre los siglos XVI y XVIII, a la princesa Arjumand Banu Begum, de solo 15 años e hija del Primer Ministro de la Corte. Cuenta la leyenda que la joven estaba probándose un collar de diamantes, y el príncipe, que no era precisamente pobre, pagó sin dudar la joya, conquistando de inmediato el corazón de la princesa.
Las diferencias entre sus rangos políticos no permitieron que se desarrollara la relación. El emperador podía tener hasta cinco esposas según la ley musulmana. Se casó entonces con dos mujeres antes de decidir tomar a Arjumand Banu Begum como su tercera esposa, el 20 de mayo de 1612. A ella la designó como Mumtaz Mahal, “la elegida o la perla del palacio”.
Tras varios años de dicha conyugal, el príncipe fue coronado en 1627, tomando el nombre de Shah Jahan, “Rey del mundo”, y fue conocido como un gobernante bondadoso, gran amante de su pueblo y de la paz.
A pesar de sus numerosos embarazos, la emperatriz acompañaba frecuentemente al emperador en sus viajes alrededor del país. En 1631, tras diecinueve años de feliz matrimonio y durante una visita a la campaña de Burhanpur, donde se encontraban las tropas de Shah Jahan con el objetivo de sofocar una rebelión, Mumtaz Mahal falleció repentinamente al dar a luz al decimocuarto hijo, una niña llamada Gauhara Begum. Antes de morir, Mumtaz le pidió a su rey que cumpliera los siguientes deseos: que construyera su tumba, que se casara otra vez, que fuera bueno con sus hijos y que visitara su tumba cada año en el aniversario de su muerte.
Los deseos cumplidos de Mumtaz Mahal
El emperador y amante esposo, sintió un dolor tan intenso que se encerró en sus habitaciones ocho días, sin comer ni beber. A la salida, Shah Jahan ordenó que se cumpliera el luto en todo el reino, prohibiendo las vestimentas de colores, tocar música, usar perfumes y joyas, y hasta llegó a prohibir la sonrisa entre los súbditos. Shah Jahan se encerró en el palacio sumido en su dolor, y no reapareció hasta un año después muy envejecido.
Aunque en un principio el cuerpo de Mumtaz fue sepultado temporalmente en Burhanpur, en un jardín amurallado conocido como Zainabad, originalmente construido por el tío de Shah Jahan, a orillas del río Tapti, el emperador nunca tuvo la intención de dejarla allí sepultada. En 1631 el cuerpo de Mumtaz fue exhumado y transportado en un bello sepulcro de oro, escoltado por su hijo Shah Shuja y la Princesa Imperial Jahanara Begum hacia la ciudad de Agra, donde se encontraba el Palacio Imperial.
Una vez allí, Mumtaz fue enterrada en un pequeño edificio a orillas del río Yamuna, hasta que finalmente Shah Jahan cumplió la primera de las peticiones de su esposa. Jahan se propuso que Mumtaz tendría la tumba más hermosa que el mundo hubiera visto. Con esa idea en la mente, el emperador mandó construir el complejo de edificios del Taj Mahal. La ubicación elegida fue la curva del río Yamuna que llega a Agra desde el norte, para que sus aguas reflejaran los cambios de luz de los muros de mármol blanco del palacio, cuya construcción se prolongó durante veintidós años, finalizando en 1653.
Durante el proceso de construcción de este monumento, participaron más de 20.000 obreros, con la ayuda de 1.000 elefantes para el transporte de materiales. Según cuenta la leyenda, al culminarse la obra, Shah Jahan ordenó cortar las manos a los arquitectos y a todos los que trabajaron en la construcción del Taj Mahal, con la finalidad de que no se creara jamás un monumento similar que pudiera impactar más que este u opacarlo.
El majestuoso homenaje tuvo, sin embargo, nefastas consecuencias para Shah Jahan, quien, perdido en su afán por honrar y venerar al que fuera el amor de su vida, no reparó en costos, y los cincuenta millones de rupias que finalmente gastó en su construcción, que según la valoración actual podrían suponer más de quinientos millones de dólares, le provocaron caer en una ruina económica con la consecuente pérdida del trono a manos de su tercer hijo Aurangzeb, en 1658. Este, aunque le permitió seguir con vida, le confinó al encierro en el Fuerte Rojo durante ocho años.
La leyenda cuenta que pasó el resto de sus días mirando por la ventana al Taj Mahal y, después de su muerte en 1666, fue sepultado en el mausoleo al lado de su esposa, generando la única ruptura de la perfecta simetría del conjunto.
Materiales y decoraciones
El principal material utilizado fue el mármol blanco traído desde las canteras de Makrana en Rajastán. Casi toda la superficie del complejo está decorada al estilo musulmán -sin imágenes humanas ni de Alá-, con incrustaciones de piedras preciosas, motivos geométricos y las transcripciones del Corán.
El listado de gemas parece sacado de un cofre de Las mil y una noches: jade y cristales de la China, jaspe del Punjab, turquesas del Tíbet, lapislázuli de Afganistán, crisolita de Egipto, ágatas del Yemen, zafiros de Ceilán y amatistas de Persia. La serie se completa con corales de Arabia, malaquita de Rusia, cuarzo de los Himalayas, diamantes de Golconda y ámbares del océano Índico. La técnica de incrustación de las gemas es muy elaborada. Por ejemplo, una de las flores que adornan el Taj Mahal tiene, en sus escasos siete centímetros, sesenta incrustaciones diferentes que solo se pueden distinguir con una lupa.
Turismo en el Taj Mahal
El Taj Mahal es el símbolo turístico de la India. Conocido por los indios como el «Monumento del Amor», ha atraído a millones de turistas durante muchos años debido a su encantadora belleza e intrigante significado histórico.
Los visitantes del Taj Mahal pueden disfrutar de una experiencia enriquecedora y única cuando visitan este destino, tanto histórica como cultural. Ir de compras es una actividad popular entre los turistas del Taj Mahal, pues las calles que conducen a este pintoresco monumento están salpicadas de tiendas de souvenirs que venden artesanías, joyas, saris y otros artículos del norte de la India.
Los itinerarios de viaje del norte de la India incluyen al Taj Mahal como objetivo prioritario, y numerosos operadores turísticos ofrecen a los visitantes atractivos paquetes para este monumento histórico.
La mayoría de las personas recomiendan visitar el Taj durante la salida del sol y las noches de luna llena, momentos que resaltan la belleza del mausoleo de mármol blanco.
Indiscutiblemente, el Taj Mahal es el atractivo histórico-cultural por excelencia de la India, pues a su belleza arquitectónica se unen mitos, leyendas y una profunda historia de amor que lo convierten en un verdadero enclave místico, imán de millones de turistas deseosos de ver tal imponente palacio.
Un poema antiguo y popular indio describe la triste historia de amor que motivó la construcción del Taj Mahal:
“Lloraba un alma enamorada
lágrimas, dolor, pena, llanto
un corazón entona su triste canto
una mano, cansada, tras su ventana cerrada
Allí desde su palacio, desde su ventana admira aquella lágrima blanca
poesía hecha arte, arte que la pasión arranca
para ti, mi amada, mi esposa, mi alma hermana”
Y es que el Taj Mahal es precisamente eso: poesía hecha arte, un canto al amor, una obra sublime que solo un alma enamorada sería capaz de ofrecer al mundo.