Incendio en el delta del río ParanáLas llamas devoran el Delta del Río Parana, uno de los grandes humedales de Argentina / Imagen: <a href="https://twitter.com/MonicaFein/status/1556464249618186242" target="_blank" rel="noreferrer noopener nofollow">@MonicaFein</a>

Daré cuenta de un hecho relevante en lo referente a las externalidades negativas entre destinos y cómo estas influyen en las decisiones que toman los turistas.

En mi querida Argentina, en provincias del centro del país como Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y en Rosario, ciudad en la que vivo, sufrimos desde 2019 un indignante caso que afecta a la salud íntegra de toda persona que se encuentre en la ciudad. Comunidad local y turistas son perjudicados por la poca visibilidad que genera el humo y por los problemas respiratorios que la inhalación de toxinas y gases causa, creando enfermedades nuevas y poniendo en una situación delicada a personas asmáticas.  

Las quemas son producidas en el delta de río Paraná: más de 8000 focos de incendios fueron detectados en total, aproximándose a la cifra de 100 000 hectáreas desde el norte de la ciudad de Santa Fe hasta San Fernando, en la provincia de Buenos Aires.

Más de 200 agrupaciones socio-ambientales insisten con aprobar y poner en valor dentro de la agenda política y gubernamental la tan aclamada y esperada Ley de Humedales. Pero ya son numerosas las oportunidades en que la clase dirigencial promete soluciones o promete tratar esta ley en los respectivos congresos provinciales y por un evidente conflicto de intereses, las quemas se siguen produciendo y la ley se sigue postergando. Evidentemente, el poder de negociación y lobby político del sector agrario entrerriano es un palo en la rueda por el que han tropezado cuatro gobiernos de tres signos políticos distintos en la ciudad de Rosario y provincia de Santa Fe, y ninguno ha logrado solucionar el problema. 

Los primeros en manifestarse y hacer eco de reclamos son los propios habitantes rosarinos y de localidades cercanas. Pero esto no solo afecta a la comunidad local, también el turista se ve altamente perjudicado. Los espacios turísticos que la ciudad ofrece son dañados en gran medida y la actividad en sí se ve altamente afectada.

En un período de prueba como recepcionista del Hotel Howard Johnson Rosario, de julio a septiembre de 2022, me encontraba ante la llegada de turistas de Argentina, de países limítrofes y alguno que otro visitante intercontinental. Teniendo en cuenta que la estadía promedio aquí es de 2 o 3 días, ofrecer el destino en el momento en que se está produciendo una quema es deteriorar la oferta turística rosarina, arruinando por completo la experiencia que el visitante vive y dando una mala imagen que difícilmente se pueda torcer luego de una primera visita.

Lamentándome por ello, no recomendaría visitar la costanera rosarina o los espacios verdes en los días de mayor quema de humedales. Una familia con niños infantes o un grupo de adultos de tercera edad, por dar un ejemplo, conforman grupos de riesgo ante las toxinas y gases perjudiciales para su salud. Estos se ven prácticamente obligados a visitar espacios cerrados, museos o shoppings y reducir la exposición al humo lo máximo posible. 

Como resultado de la difícil situación, los trabajadores y prestadores de servicios del turismo nos vemos contra las cuerdas: por un lado, expuestos por la ineficiencia o abandono en cuanto a la gestión del destino (Rosario) tanto por parte del sector público como privado, y por otro lado, faltos de soluciones positivas que satisfagan a un visitante, a un potencial consumidor interesado en dinamizar económica, social y culturalmente la actividad. 

Cuidar la imagen que ofrece un destino turístico es primordial en el proceso de generación de experiencias que atraviesa un visitante a lo largo de su viaje. Los hitos negativos o las ilusiones frustradas afectan gravemente el imaginario que el turista construye de cada destino que identifica, construcción para la cual no hay segundas oportunidades y que difícilmente sea reconfigurada en el futuro.

En síntesis, ante una externalidad negativa evidente entre distintas provincias argentinas y entre distintos actores privados (sector rural entrerriano y prestadores de servicios turísticos rosarinos), son los organismos públicos los encargados de llevar a cabo la coordinación de actores y la planificación de las actividades. Deben tener, entonces, un rol sumamente activo y brindar soluciones viables tanto para la oferta como para la demanda turística.  

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Por Francisco Manuel Massagli

🇦🇷 Como estudiante avanzado de la Licenciatura en Turismo de UNR, Argentina, creo haber encontrado mi vocación como agente de viajes. Aunque formarme como vendedor representa un desafío para mí, encuentro gran facilidad en el lado pedagógico y explicativo.

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