En las últimas décadas, la forma de viajar ha cambiado, ha pasado del tradicional turismo de sol y playa a nuevos espacios inusitados que empiezan a ser considerados atractivos turísticos. Dentro de estas nuevas formas se encuentra una en particular que tiene como objetivo visitar los espacios dedicados a la muerte, es decir: los cementerios (Navarrete, 2022).
Esta es una nueva forma de turismo lleva por nombre necroturismo, modalidad del turismo cultural que consiste en visitar cementerios, pero no con intenciones obscenas o de morbo, sino más bien para conocer los grandes monumentos que erigen en honor a la última memoria de los fallecidos, las bellas composiciones romanticistas de los epitafios, los vetustos mausoleos dedicados a la aristocracia y la última morada de los personajes, o inclusive para conocer las particularidades del cementerio de una comunidad determinada.
Visitar un cementerio va mucho más allá de hablar de un espacio cercado con tumbas, muertos y lápidas; recorrer un cementerio es conocer un espacio “vivo” en el cual converge un rico patrimonio que lleva por nombre patrimonio funerario y que se divide en dos corrientes, el primero el patrimonio tangible (tumbas, lápidas y epitafios) y el segundo, el intangible (prácticas funerarias, cosmovisiones sobre la muerte) (Bermejo, 2018; González Palacios, 2016).
Es debido a este bagaje patrimonial que poseen los cementerios, que algunos autores los han considerado como museos al aire libre, por lo tanto, los cementerios, al igual que cualquier museo, debe implementar una serie de medidas de protección y conservación de sus piezas: la institución encargada de efectuar estas medidas es el gobierno municipal, pues dentro de su marco de jurisdicción se encuentran los cementerios (Escrivá, 2015; Mármol, 2012).
En este tipo de turismo, el visitante tiene la oportunidad de vincularse con la historia de un destino en particular, no a través de sus edificios o monumentos, sino con las historias individuales de los muertos que se entrelazan para ofrecer una historia colectiva de la ciudad.
Estos recorridos interpretativos se realizan a cabo dirigidos por un guía en grupos pequeños de no más de 15 personas por dos principales razones: en primer lugar, por el respeto y decoro al recinto y en segunda, en grupos pequeños la experiencia es más inmersiva y enriquecedora, o bien puede ser autoguiado en cementerios acondicionados de placas informativas de las lápidas y monumentos más importantes del sitio.
Dentro de los grandes exponentes en este tipo de turismo figuran grandes necrópolis en México como el Museo Panteón de San Fernando en la Ciudad de México, el museo de arte funerario Benigno Montoya y el Museo Panteón de Belén en Guadalajara; y a nivel internacional el Museo Cementerio Presbítero maestro en Perú, Cementerio de la Chacarita en Argentina, cementerio Montparnasse en París.
Referencias
- Bermejo Lorenzo, Carmen (2018) El modelo de gestión del patrimonio funerario aplicado al cementerio de Ciriego en Santander. E-rph: Revista electrónica de Patrimonio histórico N°23.
- González Palacios, Elizabeth María (2016) El cementerio general de santa Clara “San Juan de Dios”, su valoración como componente esencial del patrimonio local. Universidad central “Marta Abreu” de las Villas.
- Navarrete Torres, María del Carmen (2022) The funeral heritage in Mexico. Cultural tourism with potential for development. Journal of Tourism and Heritage Research 5 (1).
- Mármol Servián, José Manuel (2012) Turismo de cementerios, el caso de Monturque. Revista Funeraria. Especial Cementerios Vol. 2.