Medir el éxito de una persona que lleva a cabo una disciplina, un deporte, algún oficio o una carrera profesional, resulta una tarea sumamente subjetiva y a la vez interesante, motivo de reflexión.
Lo que es seguro, es que cada una de las perspectivas generadas una vez que este tema se pone a discusión en la opinión pública, son dignas de análisis. Todos tienen algo que decir, algunos llegan al acuerdo y otros respetan, más no justifican las diversas posturas cuando toca definir el éxito.
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Recordando que esta reflexión está dirigida un público que en algún momento de su vida decidió estudiar la carrera de turismo para posteriormente ejercer, me enfocaré en tratar de dar sentido a lo que es el éxito para quienes así lo hicimos. Que esta opinión sea motivo de debate.
Son diferentes aristas, diversos escenarios: para algunos colegas el éxito se mide en cifras, dependerá del sueldo que perciban para determinar si han conseguido sus objetivos o no, para otros, la empresa en la que trabajan es motivo suficiente para definir qué tan exitosos son. Por otra parte, un sector de los jóvenes egresados llegan a pensar que si ayudan a la gente de forma desinteresada, se sentirán satisfechos con su actuar.
Si me tomo una fotografía con el titular de SECTUR, ¿soy exitoso?, si viajo por todas partes del mundo y no pierdo oportunidad para exhibirlo en redes sociales, ¿tengo éxito?, si me codeo con autoridades turísticas a sabiendas que ellos suelen trabajar con total indiferencia por los beneficios de esta actividad, ¿he cumplido una meta?, si llego a puestos directivos debido a una serie de factores que fueron en contra de mis principios, ¿debo considerarme un ejemplo de éxito? Estas y más son preguntas que encuentro relevantes y con las que muchos licenciados en turismo nos hemos encontrado en algún momento de nuestra práctica.
En lo personal, si mi formación profesional y personal, mi experiencia, y mi ética en su conjunto aplicados en proyectos turísticos en zonas vulnerables me permiten generar beneficios, es decir, si me convierto en un agente de cambio en mi sociedad, habré alcanzado el éxito; el dinero será una consecuencia. La sensación de haber dejado un legado, por mínimo que sea, el cual tenga impacto positivo en generaciones futuras me llena de satisfacción, satisfacción que dure más de una quincena.