El turismo rural o comunitario es una de las experiencias cada vez más buscadas por los turistas actuales; sabemos que sus impactos positivos son innegables, y podemos ver nuevas empresas construyendo un catálogo de servicios turísticos enfocados en este enorme mercado; pero, ¿Qué sucede cuando la práctica de prestadores de servicios turísticos se torna deficiente en ética, logrando ofertar servicios de turismo comunitario que distan mucho de ser genuinos?
Bien, sucede que prestadores de servicios, al momento de buscar desesperadamente generar ingresos y ofertar servicios en tendencia, ofrecen experiencias prefabricadas, que le dan al turista “el sombrero, el burro y el tequila” en vez de la convivencia con los grupos étnicos y las tradiciones milenarias de nuestro país. Esto trae como consecuencia una imagen errónea de México hacia el mundo, la pérdida continua de las costumbres y el legado de cada una de las comunidades indígenas, y un desarrollo turístico deshonesto y no sustentable económica y socialmente.
Considero importante fomentar las prácticas turísticas enfocadas a la innovación y la economía colaborativa, dándole oportunidad a los jóvenes de formar nuevas empresas que ya mantengan una visión integral de las necesidades turísticas actuales; de igual manera, las empresas ya establecidas podrían formar parte de este cambio estructural en la oferta, uniéndose a nuevos empresarios o permitiendo la generación de proyectos que apliquen los cambios pertinentes dentro de su catálogo de servicios.
Así mismo, como mexicanos, es nuestro deber conocer la riqueza cultural de nuestro país y valorar la diversidad para sentirnos parte de ésta; en cualquier estado de la república podrás encontrar una comunidad que tiene mucho que enseñarte, desde la gastronomía y las tradiciones hasta la manera de trabajar la tierra: aquí las posibilidades son bastas. No permitamos que éste gran potencial se pierda, México y el mundo merecen experimentar el turismo comunitario.
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Un desarrollo turístico planeado y ético, basado en las tendencias actuales, podría ayudarnos a disminuir muchas de nuestras debilidades como país, potenciando a México como uno de los destinos de turismo rural más atractivos del mercado. Esto lograría reactivar la economía del país a la vez que se ayudaría a las comunidades marginadas que tienen tanto que ofrecer al mundo entero.
Las nuevas generaciones de empresarios y estudiantes del sector turístico hemos crecido con una filosofía más desarrollada a la innovación y sostenibilidad social y ambiental, y considero que es nuestro deber impedir que el turismo rural se convierta en una amenaza para el país.
Sabemos que desarrollar un turismo ético y generar grandes ganancias son dos actividades que no están peleadas en este ámbito, que además de ser uno de los principales actores en la economía de México, es una actividad que nos hace crecer, y unir cada vez más las fronteras entre países.