Ubicadas en el Valle del Mezquital, en el municipio de Santiago de Anaya, Hidalgo, se encuentran las ya muy sonadas Grutas de Xoxafi (cavidad bajo la tierra, que se forma cuando el agua de la lluvia se filtra entre las rocas calcáreas, y las va disolviendo en un proceso que dura miles de años).
El lugar ofrece tres recorridos para poder entrar a la gruta y los puedes encontrar en la página GrutasXoxafi.com.mx. Nosotros tomamos el de aventura, bajamos a rappel. Debo decir que al principio sentí nervios por no saber lo que me esperaba; y no estoy acostumbrada a actividades físicas y extremas. El primer rappel es corto y bajamos en parejas, no hay que preocuparse si eres experto en la actividad o no, pues el guía te explica muy bien lo que debes hacer y está al pendiente de ti. El segundo rappel está aún más largo, ahí descendimos en grupos de tres, en realidad es más el nervio que sientes antes, porque cuando estás en el descenso todo fluye de manera natural, lo importante es seguir las instrucciones y no soltar la mano derecha, en el caso de los diestros.
Una vez estuvimos dentro de la gruta, se nos explicó que anteriormente el lugar era llamado por los habitantes de la comunidad: «la cueva del diablo», debido a que quien entraba ya no salía, porque se perdían en el trayecto.
Llegamos a uno de los salones caminando, en ese instante se nos pidió apagar las luces del casco, la oscuridad es muy densa y como un buen guía de turistas su propósito era hacer más real y especial la visita y lo logró; efectivamente, llegó el momento en que el estar completamente a oscuras y escuchar el mito de que una niña se aparece dentro de la gruta, empezó a alterar mis nervios, pero claro que me controlé.
Nos explicó sobre la formación de estalactitas y estalagmitas, salimos de dicho salón y comenzamos a ascender. Pasamos por “la tripa”, creo que el nombre lo dice todo, era una cavidad demasiada angosta en donde apenas si tienes espacio para moverte y ascender, resultaba un reto cada subida, en medio de risas por ver como subían los demás se olvidaban los riesgos.
Otra subida que también es digna de mencionar es la llamada “aguja”, en donde para pasar por ahí tienes que hacerlo de lado como cuando metes el hilo en una aguja, así de estrecho es, pero, ¡¡sí pasamos!!, la subida resulta un poco más complicada, tienes que arrastrarte, sujetarte de cuerdas, darte uno que otro golpe y hasta sofocarte un poco, después de un rato se vio la luz del día y era señal que estábamos llegando al final.
Sí, es agotador, pero sin duda es recomendable. Es una experiencia única y no es necesario tener demasiada destreza en deportes o actividades extremas, simplemente tener ganas y como el guía lo dejo muy claro al inicio del recorrido, la palabra “no puedo” no existe, sin embargo debo admitir que no es apto para cardiacos ni -menos- claustrofóbicos. Por el contrario, la satisfacción de haber hecho algo nuevo no lo cambias por nada.
Al salir de la gruta nos trasladamos al área de tirolesa, la más larga del estado de Hidalgo, si te estresaste en la gruta era el momento de liberar el estrés. Decidí lanzarme de Superman, que es boca abajo amarrada de la cintura, me lanzaron, fue… ESPECTACULAR, estaba volando, tienes que gritar sin duda alguna, de lo contrario no te sientes liberada, es la primera vez que lo hago y sin duda lo volvería a hacer.
Realmente recomiendo al menos una vez al año hacer algo extremo, algo nuevo, algo que te haga salir de tu zona de confort, algo que te libere, algo que te lleve al climax de la vida, algo por lo digas: es por esto que estoy vivo, para experimentar cualquier cosa y disfrutar cada segundo de vida.
Respeto firmemente a quienes no harían esto, «en gustos se rompen géneros», pero sugiero ampliamente que lo hagan, actualmente hay muchos centros de turismo de aventura donde puedes realizar distintas actividades, Xoxafi, un lugar increíble, con buen servicio y una vista espectacular, es una opción.
Por último, no puedo dejar de mencionar un momento en el que esperábamos turno para la tirolesa de regreso de 800 mts., me senté a observar la maravillosa vista que nos da el lugar, y recordé la frase de un viajero, “viajar nos hace modestos, te das cuenta del lugar tan pequeño que ocupas en este mundo”.