El sensacionalismo es aquella tendencia periodista en la que se informa un hecho noticioso destacando sus aspectos más llamativos con el fin de despertar asombro o escandalo, aunque estos aspectos sean en realidad de menos importancia, como quien dice, es el arte de levantar cortinas de humo. Esta práctica no ha sido ajena al turismo a través de su historia, sabemos que el morbo es de lo que más hay en una persona y el turista es de por sí un individuo habido de nuevas experiencias y lleno de curiosidad, pero con las nuevas alternativas turísticas y con el ya muy mencionado turismo sostenible, se hace preocupante el crecimiento de las actividades turísticas motivadas por fenómenos como genocidios, sexo, droga, narcotráficos, entre otras.
Es cierto que el turismo no puede ser ajeno a estos factores, es verdad que son problemáticas que atacan fuerte en distintos lugares y que mirar solamente al otro lado no acaba con ellas, pero no es menos cierto, que no es el sensacionalismo el medio para acabar con ellas, muy por el contrario, contribuiremos a su perpetuidad.
Es el turismo un medio tan positivo, como negativo, según el desarrollo que se le dé, pues en él se puede encontrar un medio para crear conciencia, educar, e incluso acabar con problemáticas sociales, pero antes se hace necesario saber abordar las motivaciones del turista, para entregarle lo que éste desea sin caer en el amarillismo como tipo de turismo. Pues si hay algo que no podemos permitir, nosotros los que hacemos y promovemos el turismo, es que la actividad se convierta en un atentado moral, capaz con acabar las prácticas sociales de desarrollo, saciando el morbo del turista, despertando su asombro y abriendo un mercado capaz de denigrar la actividad.
El sensacionalismo es una maña que se debe atacar con un turismo social, responsable y educativo, para de esta manera y poco a poco ir acabando con él. El turismo sí debe despertar asombro en el turista, pero destacando lo realmente llamativo e importante del lugar, porque si hay algo con lo que no puede pelear el amarillismo, es con la belleza innata de la naturaleza. La actividad turística está llena de alternativas, pero lo que no puede permitirse el turismo, es convertirse en amarillista.