Aprovechando las complicadas y encamotadas vacaciones de semana santa (en México), quiero compartirles algo que sin duda, al pasar de los años laborales, han aprendido o que tal vez están próximos a aprender, es una cuestión “extra cancha” diría la prensa deportiva, algo que definitivamente no es impartido en las universidades y no es algo que el jefe de capacitación de la empresa tenga en cuenta en sus cursos a los recién ingresados. Esta singularidad se adquiere poco a poco y se le puede denominar de distintas maneras, y empieza sobre todo con la empatía hacia tus compañeros de trabajo, colegas y todo aquel que lleva a cabo el arte de servir. Yo simplemente le llamo, Ser un buen cliente.
Todos en alguna ocasión, hemos sido clientes, comensales, huéspedes etc. Antes y después de terminar los estudios hemos pagado por algún servicio, turístico o no, siempre hay ocasión para estar del otro lado de la fuerza al que estamos acostumbrados. Y no me dejaran mentir, estamos siempre pendientes a los detalles que sucedan antes, durante y después de recibir el servicio. Lo cual me parece perfecto, ya que nos puede ampliar la visión de las cosas que nosotros mismos realizamos día a día y ayudarnos a mejorar en aspectos específicos.
Lo que no es adecuado, es no comportarse a la altura, y sí, así como en nuestras burbujas laborales existen (especialmente en vacaciones), complicaciones ajenas a los prestadores de servicio que alteran de alguna manera el círculo del servicio; colegas, ¿cuántas veces nos ha pasado algo como esto? Si la respuesta es “muchas veces”, entonces nuestra obligación moral debe corresponder a ser totalmente empáticos con nuestros compañeros de profesión que se encuentran detrás del mostrador.
A nivel personal, desafortunadamente, he sido testigo de personas estudiadas en el ramo turístico, y que no cuentan con la mínima comprensión ante una situación difícil, y peor aún, hacen hincapié en que ellos llevan muchos años dedicándose a la hotelería, restaurante, etc. ¿Les suena conocido? Es algo vigente, real y que sucede más a menudo de lo que creen. Sin irse demasiado lejos, todo esto es una cuestión de educación, algo que nos enseñan desde el hogar. Turismólogos o no, debemos contar con un poquito de sensibilidad y sencillez. Nuestras acciones diarias son un reflejo de nuestro trabajo, de nuestra educación y de lo que le ofrecemos a nuestros clientes, ello habla mucho de nosotros como seres humanos.
Estimados colegas, lo que hagan hoy es un reflejo de lo que estarán recibiendo el día de mañana.