Nos fuimos de Calcuta entre sabores amargos y dulces, con una sacudida linda que nos había (pensamos en ese entonces) preparado un poco para todo lo que se nos venía; y fue en ese estado de emociones internas y rasposas que llegamos a Varanasi… agotadas, pero enteras.
Varanasi es otro de esos lugares que te muestran una crudeza de vida extrema y sumamente espiritual, que no deja indiferente a nadie.
Tiene calles muy angostas y, en su mayoría, altas; con caminos de tierra o piedra en las que si no tenés que esquivar personas, tenés que esquivar vacas, perros, puestos, paredes que son transformadas en baños públicos, monos o cabras… ¡Tan India!
Mi primer contacto visual con el Ganges fue un shock. «No puedo creer que estoy acá», pensaba, decía y volvía a pensar. Lo había visto tantas otras veces en los libros y en la tele, que cuando lo vi sólo pude dejarme llevar ante toda esa impotencia de cosas que iban pasando en frente nuestro.
La impresionante sensación de estar parada en un ghat, que son las escaleras que conducen al Ganges, y de ver a todas esas personas bañándose en el río, de los más contaminados del mundo, rezando, velando o meditando, me daban ganas de llorar y de reírme al mismo tiempo, estaba en el mismo lugar que todos ellos y nos encontrábamos en planos espirituales tan distintos que me ahogaba.
«¡Qué silencio!»… pensaba; me lo imaginaba tan ruidoso como es todo ahí. Pero este lugar está cubierto por un manto de respeto tan profundo que no me daban ni ganas de hablar.
Sobre las escaleras, que son muchísimas y muy grandes, es donde se preparan las cremaciones; las familias compran abundante leña en la parte más alta de los ghats, y hacen la ceremonia de cremación al lado del río, en donde más tarde tiran las cenizas acompañando el momento con un baño de purificación y perdón de los pecados. Y si la leña no fue suficiente y la familia no tiene más plata para reponer con más cantidad, el cuerpo lo depositan en el agua en el estado en que se encuentre.
Nosotras presenciamos una ceremonia de cremación y debo decir que el clima que flota en ese lugar es tan particular, que la experiencia en sí no va de los niveles de shock más grandes que me tocaron vivir en India.
En Varanasi hay mucha gente mayor muy enferma, que va por elección a morirse en este lugar sagrado, porque otra cosa que caracteriza al Ganges con respecto a lo que creen algunos indios, es que tiene poderes espirituales tan inmensos, que los indios que mueren ahí cortan con el ciclo de reencarnación para pasar al descanso eterno.
Por la noche, se hace un cierre con una ceremonia de luces y fuegos sobre el río para despedir a todas las personas cremadas durante el día.
En esta foto estamos en una canoa viendo un amanecer en el Ganges, una experiencia inigualable.
Wow India. Sos tan difícil y tan distinto a todo.
