De la huerta al plato, de la granja a la cocina, así de natural y saludable es la comida de la Finca La Donaira, un espléndido hotel malageño, a 30 minutos de la ciudad de Ronda, antiguo cortijo andaluz reconvertido en eco-retiro de lujo, chic y elegante cuya filosofía gira en torno a la sostenibilidad.
La Donaira ofrece una gastronomía de alto nivel, elaborada por un equipo de chefs internacionales, donde la calidad del producto, de “kilómetro 0”, proviene de la propia finca -del huerto y de la granja orgánicos, de la dehesa biodinámica- o, también, de la propia comarca, rica en carnes como corderos o jabalíes.
Pero, además, en esta vía de preocupación y preservación del entorno natural, ligada, también, a la gastronomía, la Finca acaba de lanzar la campaña Apadrina una colmena, con el fin de inspirar a mejorar la vida de las abejas en su hábitat natural y contribuir, así, al equilibrio de la naturaleza. A través de un crowdfunding, se instalarán, con el dinero recaudado a través del portal kickstarter.com, nuevas colmenas.
Las personas que apadrinen alguna de las 22 colmenas, repartidas por la Finca, podrán recibir, entre otros productos de apicultura, la riquísima miel de flores silvestres medicinal producida por las abejas de la Donaira. Se trata de una riquísima miel “cruda” que significa que ni se calienta ni se trata. En esta apicultura sostenible, no se utilizan productos químicos para el tratamiento de enfermedades. Solo medios naturales y hierbas medicinales.
¿Qué significa comer en La Donaira?
Comer en la Donaira es una experiencia de los sentidos, no solo por la calidad de alta gastronomía de la que hacen gala las recetas del chef sueco Frederik Andersson, poseedor de una imaginación desbordante en cuanto a la presentación de las verduras, junto a un elenco de colaboradores internacionales provenientes, entre otros países, de Polonia y Austria, sino por el concepto que subyace de cómo se come, de lo que se debe comer y de por qué se come eso.
De alguna forma, apreciar la comida en la Donaira, requiere una cierta auto reflexión, un convencimiento y una apertura de miras, que se debe fusionar con los sentidos del paladar, el olfato, la vista…Además, es importante entender que los alimentos que llegan a nuestro plato están ahí por algo. El sentido de lo que podemos comer en la Donaira está en función de los productos de temporada que la tierra nos ofrece y que, gentilmente, debemos respetar y recibir, poniendo en el plato lo que la huerta nos da diariamente. Un auténtico placer que en La Donaira es posible experimentar, haciendo honor a la sostenibilidad.
Por ello, la comida en la Finca de la Donaira nunca es aburrida. Las verduras, las hortalizas, las frutas son extremadamente variadas. Los vegetales son, de esta manera, muy protagonistas en las propuestas de Frederik Andersson, por su variedad, su presentación y su cantidad. Algo de agradecer en un país como España, donde no siempre comemos, en los restaurantes, toda la verdura que se debería. Comer recetas de vegetales como la extraordinaria ensalada de crudités, zanahorias, hinojo, remolacha y nabo, donde degustar los primeros guisantes pequeñitos de la temporada, el todo adornado con la belleza de una hoja y una flor de Capuchina, es un festín para el paladar y para la vista.
El plato de verduras (nabo, brécol, hinojo, puerro), cocinadas, “al dente”, en un caldo de pollo, con una yema de huevo, cocida al vapor, a fuego lento durante horas o la ensalada templada de espárragos salvajes muy finitos, con espinacas y otras verduras de la huerta son algunas de las sabrosas ofertas de La Donaira. El juego y las combinaciones gastronómicas de Frederik Andersson con estos productos se convierte en algo sorprendente, que se renueva constantemente.
El aspecto vegetariano se conjuga, asimismo, con carnes o cereales, como el plato de crema de coliflor y foie-gras, el riquísimo cordero, ya sea en tartare o en filet mignon o la paella con verduritas. Unas recetas que no por esa apariencia de sencillez, dejan de ser complejas en su elaboración, de raíz clásica, pero siempre innovando y, sobre todo, respetando el origen de los productos con exquisitez, cariño y sensibilidad.
Los postres con sus cítricos de los naranjos y de otros árboles frutales de la propia finca son muy ricos. Muchos de ellos vienen acompañados de pequeñas magdalenitas caseras, elaboradas al estilo tradicional francés. En cuanto a los vinos, muchos provienen de la propia Finca. Se elaboran grandes caldos como el tinto Cabernet Franc 2010.
Esta soberbia materia prima ecológica que reina en la gastronomía de La Donaira está, también, presente en los desayunos, ricos, sanos y sencillos, donde unos huevos, recién puestos por las gallinas de la Finca, se convierten en un placer sibarita, que hoy en día, ya casi hemos olvidado en nuestras vidas urbanitas.
Esto sí es lujo: poder comer sano, rico, auténtico y bonito, en un entorno de incomparable belleza natural de Sierras y dehesas, que podemos admirar, desde los imponentes ventanales del salón de La Donaira o de la acogedora cocina rústico-chic, donde una mesa central recibe a los comensales que se sienten como en casa.