El turismo al igual que los demás sectores ha dado una mayor participación y calidad a los valores femeninos y ha permitido que la mujer ingrese a ocupar diversos puestos y posiciones dentro de la estructura orgánica de sus empresas. Sin embargo, esta mujer, joven o madura, se ha tenido que enfrentar a un problema nada fácil de resolver dentro de nuestra sociedad y que viene arrastrando desde hace mucho tiempo; “EL ACOSO SEXUAL”. Tema que ha captado, a raíz de los acontecimientos del escándalo en el vecino país del norte, la atención de empresas y medios de comunicación tanto a nivel nacional como internacional.
No obstante, aún no existe el interés por analizar y estudiar la naturaleza de este fenómeno con la debida seriedad que merece.
El acoso sexual se ha visto como un tabú para las mujeres que lo reciben y como un hecho natural y aceptable para muchos de los que lo cometen, ignorando, en algunos casos, las consecuencias y las alteraciones negativas que afectan a la sociedad en general y a las empresas en particular.
Aunque no existe una definición unánime del controvertido tema; se le considera como el proceso consistente en condicionar las decisiones de contratación o promoción a la obtención de favores sexuales no requeridos o de aceptar una actitud verbal o física de índole sexual que cree un ambiente ofensivo en las actividades o tareas laborales.
Desafortunadamente, el acoso que sufre un alto número de mujeres no es denunciado y, por lo general, repercute en su calidad de vida produciendo frustración y conflictos de diversa especie dentro de la empresa, mermando su motivación y desempeño en la misma.
En las empresas pertenecientes al sector turismo la mayor parte de las víctimas son mujeres que desean o acaban de ingresar a la organización y las alumnas que efectúan estudios relacionados con el turismo, quienes requieren conocer la operación y administración de esas empresas a través de sus prácticas profesionales o del servicio social, solicitado por las instituciones de enseñanza para la obtención de créditos. Estas jóvenes son vistas como fáciles presas por aquellos que ocupan y gozan de medios y altos cargos dentro de las estructuras orgánicas de sus organizaciones (restaurantes, hoteles, agencias de viajes y organismos oficiales y privados), deseando saciar su inseguridad y mediocridad con disfraces de “don juanes” para obtener lo que no pueden lograr sin su creída ideología machista y retrógrada basada en el poder y la autoridad que les da su cargo.
Es de vital importancia que los empresarios asimilen esta problemática, puesto que a la mujer que es y ha sido acosada sexualmente, esto no sólo le afecta a su estado emocional sino también a su área de trabajo, ocasionado un ambiente laboral tenso que repercute económicamente en la empresa debido a que va deteriorando la calidad del servicio y los niveles de operación. Además, es conveniente considerar que esto es responsabilidad de la empresa por lo que éstas deben crear mecanismos para prevenirlo, combatirlo y reducirlo. Para tal fin es necesario realizar programas para dar a conocer a los empleados las leyes, las acciones que puedan constituir acoso sexual, las posibles responsabilidades legales y los efectos negativos que tienen las víctimas.
Pocas empresas del ramo han establecido una política sobre el tema pero la gran mayoría no cuenta con este tipo de política, por lo que es necesario advertir que cuando se carece de un programa preventivo las empresas pueden ser responsables del acoso sexual de sus directivos, gerentes, jefes y demás empleados.
El propósito de una política al respecto estaría formulada no para regular la vida personal o la moralidad de los empleados, sino para proteger al personal femenino o masculino contra peticiones de carácter sexual no solicitadas, ya sea física, visuales o verbales, prohibiendo que este tipo de conductas o actitud por parte de los acosantes pudiera perturbar la moral de los demás empleados e interferir en su trabajo y eficiencia.