En este tiempo de pandemia, se han suscitado muchos cambios en la vida de todos los habitantes del planeta. El confinamiento, los cierres de fronteras, las cuarentenas intermitentes, las restricciones parciales y/o totales en la circulación, los barbijos, el alcohol en gel, el distanciamiento social y la carrera por las vacunas. La incertidumbre se presenta en la cotidianeidad y nos interpela diariamente.
Un contexto de pocas certezas, en el que mucho se ha escrito en torno al decrecimiento de la actividad turística y en el que la preocupación surgida por las estimaciones que arrojan los datos, son ciertamente alarmantes para todos aquellos que dependen directa o indirectamente de la actividad (en enero del 2021, la caída del número de llegadas de turistas internacionales en comparación con 2020, fue de -87%), (OMT, 2021). Estos datos son sumamente desconcertantes, especialmente porque las perspectivas para el resto del año siguen siendo muy inciertas.
Por lo tanto, en este punto de la encrucijada, desde el cual no es posible retroceder a las formas conocidas, ni tampoco terminar de delinear las nuevas maneras que la práctica turística podrá generar, cabe preguntarse ¿se podrá seguir hablando y vendiendo la “experiencia turística” dentro del sector, como se la reconocía hasta enero del 2020?
En términos específicos, esta noción fue introducida por Cohen (1979), quien desde una perspectiva fenomenológica señala que a través de la misma, los turistas buscan una transformación y/o renovación física y mental. Este autor define varios tipos de experiencias turísticas y las denomina “modos”: el recreativo, de diversión, de experiencia, experimental y existencial.
En cambio, Vergopoulos (2016) señala que existen tres enfoques diferenciados al momento de analizar esta idea. Una primera configuración destaca que la experiencia turística se relaciona de manera directa con todo aquello que sucede durante la práctica de la misma (por ejemplo, un día de sol y playa). Una segunda opción hace referencia a un proceso de aprendizaje y a un encuentro con la alteridad, que se desarrolla de manera diferencial en un espacio-tiempo distinto, respecto al de residencia de los viajeros (cómo el intercambio cultural que se produce al comunicarse con un “otro cultural” que habla un idioma diferente). Y finalmente la tercera, que se presenta más alineada al consumo de los productos que se desarrollan en los diversos escenarios construidos para tal fin (por ejemplo, la asistencia a un parque temático).
Ahora bien, al analizar estas posibilidades se observa que probablemente la “experiencia turística” se plantee como una combinatoria de estas tres alternativas. Sin embargo y más allá de cómo se desarrollen estos “modos” en la práctica, lo recurrente en todos los casos, son las sensaciones percibidas y vivenciadas por quienes las experimentan. Por lo tanto, la presencia es clave en la experiencia.
Esta certeza coyuntural genera inevitablemente nuevos interrogantes. Tal vez, una primera idea sea resituar la reflexión hacia una nueva manera de concebir la experiencia turística. De ser así, ¿qué aspectos debería privilegiar la misma, por sobre todos los demás ya percibidos y vivenciados?
Una pregunta compleja en un contexto distópico. Tal vez si recordamos una vez más a Huxley quién a través de una conocida frase, expresó “la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede” (1932,p.5), podamos repensar nuevas maneras de vivenciar las “experiencias turísticas” en un escenario donde la presencia ya no determina la experiencia.
Bibliografía
- Cohen, E. (1979). A Phenomenology of tourist Experiences”. Sociology 13, p.179-201.
- Huxley, A. (1932). Un mundo feliz. Texts & Pretexts: An Anthology With Commentaries Wikiquote. Última actualización 21 de Mayo de 2020.
- OMT (2021) Barómetro. Un 87% menos de llegadas de turistas en enero de 2021. Disponible en: https://www.unwto.org/es/taxonomy/term/347
- Vergopoulos H (2016). La experiencia turística: ¿una experiencia de los ámbitos de experiencia turística? Disponible en: https://journals.openedition.org/viatourism/1357