Un gran artista puertorriqueño, más conocido como “Residente” nos rememora a través de su canción “Latinoamérica” la gratitud de tener los lagos, los ríos, la nieve, las montañas, el sol y la lluvia. También exclama que “tenemos los pulmones respirando azul clarito”. Sin embargo, hoy la realidad nos muestra la otra cara de la moneda. Latinoamérica no respira, Latinoamérica arde. Sí, literalmente está en llamas. Si bien los focos se concentran hace tiempo en la región sur, hoy Argentina se hace eco de las llamas que no cesan.
Los focos de incendio se encuentran en las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes y las causas difieren según la zona, pero tienen un común denominador: el beneficio de pocos, a cambio del ecocidio colectivo. Desde los incendios en la Amazonia, Bolivia, México y Paraguay, hoy la historia se repite en Argentina: las evacuaciones de poblaciones, la pérdida de hogares y el hábitat de especies, vuelven a pronunciarse ante esta vulnerada realidad.
Se preguntarán ¿qué papel cumple el turismo ante esta situación? Bueno, hablar de turismo nos obliga a hablar de sostenibilidad: asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones. Y con ello, reflexionar acerca de nuestro rol como habitantes y como turistas, preservar nuestro patrimonio es nuestra obligación. Estamos en llamas y eso nos alerta. Los daños ecológicos no tienen vuelta atrás, se traducen en pérdida de biodiversidad y valores paisajísticos, lo que trae como consecuencia la dificultad de llevar a cabo una actividad turística sostenible.
Hoy la desigualdad no solo es social, también es ambiental. La consecuencia de los incendios y esta coyuntura pandémica nos da la oportunidad y a su vez el desafío, como ciudadanos del mundo, de evolucionar hacia un nuevo turista, uno más humano, más consciente y más sostenible. Por nosotros, y por los que vendrán. Por todos.
Los recursos naturales de Latinoamérica la hacen única e inigualable. Pero es nuestra responsabilidad tomar dimensión y responsabilidad de ello. Hoy Argentina alza la voz ante la necesidad urgente de una ley de humedales, pero la región necesita políticos que activen soluciones y el mundo necesita conciencia ambiental. Para nuestro futuro, para la vida.
Y como dice Residente, no podemos comprar el viento, no podemos comprar el sol, la lluvia, ni el calor. Tampoco las nubes, los colores, la alegría ni los dolores. Hoy nos duele, duele Argentina y duele América Latina. Alzando la voz, la única salida es hacia adelante, aunque nos encontramos frente a un camino utópico, que aunque veamos lejano de alcanzar, nos sirve para avanzar y es eso lo que hoy necesitamos más que nunca.
Aquí estamos de pie, ¡que viva la América!