Sí, sí, lo sé. Es el título de una “bilbainada”1, de esas que ensalzan las maravillas del “Botxo”2 pese a que, para algunos, hayan pasado inadvertidas por el aspecto gris que, hasta no hace tanto, tenía esta villa.
Siguiendo las pautas de su fundador, Don Diego López de Haro, que ni nació ni murió en Bilbao, los bilbaínos nacemos donde queremos; porque ser bilbaíno es también ser un poco “txirene”3, muy farolero4 e incluso arrogante. Pero eso sí, nazca donde nazca, el bilbaíno está siempre orgulloso de su ciudad. Una ciudad que surgió a finales del siglo XIII a la orilla del Nervión, un río que algún susto ha dado a los habitantes de las 7 Calles que, en realidad, son muchas más y engloban a todo el Casco Viejo donde aún, con suerte, se pueden escuchar las voces de los “txikiteros”5 en sus recorridos diarios.
Todo empezó en torno a 3 calles: Somera, Artekale y Tendería . A ellas les seguirían Belostikale, Carnicería Vieja, Barrenkale y Barrenkale Barrena y, a partir de ahí, va surgiendo el entramado de calles paralelas y perpendiculares que suman más de 7, pese a que la zona siga siendo conocida como Las 7 Calles.
Hoy Bilbao se siente orgulloso de la modernidad de su Museo Guggenheim que abrió la espita del cambio. Modernidad que se extiende por el Palacio Euskalduna, el Bilbao Arena, la Torre de Iberdrola, el Puente de Zubizuri, las acristaladas bocas de metro diseñadas por Sir Norman Foster, el nuevo campo de San Mamés (siendo en Bilbao, es comprensible que se le llame La Catedral) o la biblioteca Foral. Son simples ejemplos de la nueva arquitectura que ha tomado las calles sin olvidar edificios históricos que, en su mayoría, se concentran en esas 7 Calles.
Visitarlas un domingo por la mañana no permitirá hacer compras en alguno de sus muchos comercios pero, a cambio, permitirá al visitante acudir al mercado de las flores de la Ribera o a la Plaza Nueva donde se venden objetos de segunda mano, muchos libros, cromos, algo de ropa y objetos antiguos. Pero sobre todo, probar su gastronomía a través de esos deliciosos bocados que denominamos “pintxos” acompañados de un vino de Rioja alavesa, un txakolí 6, o un “zurito”7. Bajo los arcos de ese cuadrilátero se cobijan numerosos bares y restaurantes en los que vecinos y visitantes, en igual medida, encuentran sin previa cita. Sentados en la mesa o en pie ante la barra resulta difícil oponerse a que tras la primera ronda, le siga otra y otra más. Somos de apostar y competir. Lo hacemos en los partidos de pelota o en cualquiera de las modalidades de deporte rural, por lo que entra dentro de la lógica que cada año se organicen concursos para ver qué bares elaboran los mejores “pintxos”. Asegurarse de que se visita el ganador de la última edición exige una comprobación previa, aunque no hacerlo no implica disfrutar menos de cada bocado.
Del purismo neoclásico de la Plaza Nueva, a la neoclásica Fuente del perro que vierte su agua sobre la recreación de un sarcófago, pasando por el Mercado de la Ribera, considerado el mercado de abastos más completo y a cuyo frente están los soportales que convirtieron sus techos en lienzos que agrupan obras de diversos artistas; el Puente y la Iglesia de la Merced edificada en el siglo XVII y hoy reconvertida, bajo el nombre de Bilborock, en sala de Teatro y música; el Puente y la Iglesia de san Antón, de estilo gótico, que forman parte del escudo de la ciudad; la Catedral de Santiago también de estilo gótico, custodiada por una plaza que alberga una pequeña fuente diseñada en la época de Carlos III; la casa natal de Miguel de Unamuno, uno de los escritores más reconocidos de la generación del 98 y autor de Niebla, su trabajo más conocido; el barroco Palacio del John o edificio La Bolsa, a cuyo frente una estrella en el suelo marca el único punto del Casco Viejo desde el que se puede ver la Basílica de Begoña a la que se llega subiendo las 311 escaleras de Calzadas de Mallona; el Teatro Arriaga al que ni el incendio de principios del siglo XX ni las inundaciones de 1983 han conseguido borrar su elegancia; el Kiosko8 del Arenal o las incontables casas blasonadas, antiguos palacios, como el Palacio Arana, en los que vivían las familias burguesas de Bilbao, son sólo una docena de razones para perderse entre calles. Entre 7 calles. Porque nacemos y contamos como queremos.
- [1] Bilbainada: canción que habla de Bilbao y sus pueblos.
- [2] Botxo: Nombre con el que, comúnmente, se conoce a Bilbao. La ciudad está rodeada de montañas por lo que se puede decir que está en un agujero, significado en euskera del término botxo.
- [3] Txirene: bromista.
- [4] Farolero: exagerado, presumido.
- [5] Txikitero : persona que toma “txikitos” ( vaso corto de vino). Era habitual que fueran en cuadrillas y cantaran en los bares.
- [6] Txakolí: vino blanco del país vasco.
- [7] Zurito: vaso pequeño de cerveza.
- [8] Kiosko: pequeña caseta en la que se instala la orquesta para ofrecer sus conciertos. En la parte inferior, un bar, permite la celebración de fiestas y eventos privados.