En la costa norte del golfo San Matías y a 135 kms. de Viedma, ciudad capital de la provincia de Río Negro, se encuentra Bahía Creek, pequeña localidad con tan sólo 5 habitantes.
Es uno de esos lugares donde la paz y tranquilidad son protagonistas a la hora de planificar un viaje. Es un destino que no posee muchos visitantes, y así lo prefieren los habitantes y turistas habituales del lugar.
Se accede a Bahía Creek por la ruta provincial 1 desde Viedma, donde 60 kms. son de asfalto y 75 kms. de ripio. El acceso a la localidad depende de las condiciones del camino, sujeto a modificaciones por las lluvias y los vientos. Una vez que se llega al balneario, se puede disfrutar de una playa muy amplia, con acantilados más bajos que en la localidad vecina de El cóndor ya que sólo llegan a los 25 o 30 metros de altura. Estos acantilados se denominan activos porque retroceden 20 cms. por año. El lugar también está formado del otro lado de la ruta por un gran campo de dunas no muy altas, y debido a los fuertes vientos patagónicos del oeste se mueven 6 metros por año hacia el mar. Incluso algunas casas fueron casi sepultadas por la arena.
El barrio está conformado por dos manzanas con aproximadamente 100 casas de veraneo, utilizadas en su mayoría por gente de Viedma y Carmen de Patagones. Posee servicio de agua potable y energía eléctrica, 2 almacenes y no posee estaciones de servicio para cargar combustible. La población transitoria en verano llega a las 250 personas.
Sobre la playa se ubica un hostel llamado Refugio Perdido. Es un parador construido con maderas recicladas y sobre una plataforma ofrece domos, para pasar la noche, que poseen 2 camas cada uno. Construido por Juan, un joven de Viedma, que veraneaba en estas costas con sus padres, y luego de viajar por 4 años por 25 países y hospedarse en hosteles, decidió construir este alojamiento, que es utilizado por motoqueros y ciclistas, así como también por turistas que están de paso. Adquirió debido a sus viajes esta filosofía de vida, de ofrecer un lugar para viajeros con servicios básicos, estando lejos de ser un lugar lujoso, pero si demostrando ser un hospedaje con ideas sustentables, ambientado con muebles reciclados, con la propuesta de dormir frente al mar y poder disfrutar de los hermosos atardeceres frente a una parrilla.
Bahía Creek es también una zona elegida por los pescadores, donde se capturan pejerreyes.
Además de loros, gaviotas, cormoranes y toninas, entre junio y noviembre puede realizarse avistaje de ballenas francas.
Cerca de allí se encuentra la reserva Natural Caleta de los Loros, Punta Mejillones. Fue creada en 1984 para preservar la diversidad de especies de la zona, como mejillones, algas y cangrejos en la costa; espartillares en las zonas anegadizas, y chañares y jarillas en la zona de médanos. Luego en el año 1998 se incluyeron como objetivos de protección, los valores paisajísticos y el patrimonio arqueológico, paleontológico y geológico de la zona.
Este lugar está lejos de ser una zona turística masiva. Sus características de paisaje desolado, con pocas edificaciones, con amplias playas para caminar y sin servicio de transporte público, hacen que elijan este destino los viajeros que aman el contacto con la naturaleza. Es una localidad que al estar distante de las grandes ciudades, nos hace valorar esas pequeñas cosas que muchas veces no tenemos en cuenta en el día a día, como lo es maravillarse con un amanecer, dormirse escuchando el sonido del mar, degustar una comida diferente y conocer gente con interesantes historias.