La ciudad de Barranquilla ubicada en la región del Atlántico del Caribe Colombiano y rodeada de grandes polos turísticos, recibió comerciantes desde siempre y a los cuales supieron atender sin considerarlos necesariamente turistas ni tampoco los barranquilleros considerarse anfitriones.
Con el paso del tiempo, desde los gobiernos locales, vieron al turismo como una opción de desarrollo que aprovechara la llegada de los comerciantes- turistas corporativos y apostar a extender su estadía con una oferta local recreativa.
En esta apuesta lo acompañaron los otros sectores: privados y académicos, que también desde su ámbito venían trabajando en aras de la actividad turística.
Es así, que Barranquilla se encuentra en un proceso de reconversión de destino, lo cual implica un trabajo por parte de cada sector- actor por separado, pero también de nuevas formas de relacionarse entre ellos.
El departamento cuenta con un gran potencial, que se incrementa con los cambios urbanísticos que se vienen dando en la ciudad de Barranquilla, con la construcción del Malecón del río, el Centro de Convenciones y otros puntos de interés. A ello hay que sumar la supresión de riesgos naturales de la ciudad, como los arroyos o corrientes pluviales que hacían que la ciudad no estuviera en condiciones óptimas tanto para los ciudadanos como para los visitantes.
Barranquilla se trata de una ciudad con vocación industrial y comercial que ahora comienza a prestar atención a unos encantos turísticos que siempre han estado olvidados, quizá por lo que dicen los críticos, en el sentido que la ciudad ha estado de espaldas al río.
Existe un compromiso, indudablemente, de parte de los actores público, privado y académico, y que interactúan sobre el turismo en la ciudad de Barranquilla, para estimular y fortalecer las iniciativas.
La comunidad es un actor clave en el desarrollo de toda localidad turística, en el caso particular de Barranquilla, se encuentra en proceso de cambio en cuanto a su visión del turismo, y es el eslabón de la cadena en el que más se tiene que trabajar.
Por una parte, es necesario recordar que el turismo nace del orgullo local, del barranquillero, es él, el que en definitiva dará importancia a lo propio y despertará el interés en los turistas.
El actor público tiene la responsabilidad de diseñar estrategias que lo incluyan más y mejor. El actor privado tiene la responsabilidad de colaborar en inserción de la comunidad en las cadenas de valor turística. El actor académico tiene la responsabilidad de colaborar en la formación y sensibilización de la comunidad en general por fuera de sus estudiantes.
La educación y concientización de las comunidades destino turístico, deben estar orientadas a la formación de las comunidades en la forma de atender al turista, en cuidar los espacios recreativos de su ciudad, en el orden de sus calles y sobre todo, el trato interpersonal respetuoso, cálido y convincente.
El anfitrión es importante para la satisfacción del visitante, tan fundamental como la inversión de las empresas y los gobiernos en facilidades turísticas.
Las acciones de los actores en Barranquilla tienden a ser sinérgicos, todos los grupos de interés deberán seguir gestionando sus recursos, capacidades y esfuerzos en aras de construir un destino turísticamente atractivo.
Barranquilla se encuentra, como dije anteriormente en un proceso de reingeniería, necesaria para evitar su estancamiento, pero también porque es un destino que tiene una gran potencialidad turística.
La clave es que los propios barranquilleros se apropien de ese potencial, vibren la magia de su ciudad, su cultura y naturaleza para ser los anfitriones que hoy Barranquilla necesita.