Como costumbre, inicio con un título algo agresivo para incentivar a la reflexión de los lectores; pues más que una columna, es la invitación a reflexionar sobre el mal uso del término Turismo Inclusivo.
Cuando exclamo ¡Basta de Turismo Inclusivo!, digo basta de hablar de un turismo especial y diferenciado para uno u otro público objetivo. Cuando digo basta, en realidad clamo por un turismo para todos.
Contextualizando, actualmente en Chile y otros países del mundo, hablar de inclusión suele limitarse por las preconcepciones y prejuicios que tenemos respecto de aquella palabra. Los conservadores excluyen instantáneamente a la Comunidad LGBTIQ+, mientras que la gran mayoría sólo asocia la inclusión a las personas que tengan algún tipo de discapacidad física, sea esta visual, auditiva o de movilidad reducida. De igual forma, muy poco se menciona al gran universo de personas con condiciones del Espectro Autista, Síndrome de Down o cualquier otra patología en el marco de la salud mental.
Mi reflexión al respecto comienza preguntándome, ¿Por qué deberíamos hacer un turismo especial y diferente para las personas de la comunidad LGBTIQ+?, ¿Qué acaso este universo de personas no puede disfrutar del mismo turismo que los heterosexuales?, ¿Por qué? – Me molesta sólo imaginar las posibles respuestas de los conservadores.
Luego me pregunto ¿Porqué la industria turística ha estandarizado sus servicios y experiencias sólo a personas con todas sus extremidades y su sentido de visión y audición funcionando?, ¿Porqué las rampas, los pasamanos, no son tan normales como una escalera?, sólo vean lo que pasó en la COP26 con la ministra israelí que no pudo entrar al encuentro por no existir acceso para personas en sillas de ruedas.
Y continúo, ¿Por qué el Braille y el Lenguaje de Señas no ha estado en nuestras vidas como si lo han estado los idiomas de otras naciones?, ¿Porqué las personas con Espectro Autista o con Síndrome de Down deben limitarse a disfrutar de una experiencia turística sólo porque la persona “normal” que los guía no fue capaz de especializarse en el trato correcto a todo tipo de visitantes?
Y sólo para finalizar mis preguntas ¿Si desde la infancia nos enseñan a ser tolerantes, comprensivos, empáticos y todos esos valores que fácilmente podemos recordar en un listado, por qué se nos olvida al momento de diseñar una experiencia turística?
La Inclusión “no” debe ser un modelo ni un tipo de turismo, debe ser una norma social como lo es un baño limpio en un servicio, o como lo es un buen trato hacia el cliente. Por eso que digo “Basta al Turismo Inclusivo”, porque clamo por un turismo para todos, sin mirar a quien.
Así como hoy en día un servicio de guiado se ofrece en 2 o más idiomas, incluyan también los lenguajes básicos de Señas y Braille. Así como hoy se ofrece excelencia en el servicio, demuéstrenlo formándose en el trato a personas con condiciones diferentes.
Eliminen el concepto “Cama Matrimonial o Habitación Matrimonial” de los servicios de alojamiento. ¿Una pareja debe estar casada para usarla, o sutilmente se insinúa que sea una pareja heterosexual?, usen el término “Habitación con Cama King” y listo, a usted no le importa lo que sucede en la cama de los demás. ¿Por qué un hotel debe llamarse Gay Friendly?, ¿Por qué las personas deben esconder lo que son sólo por sus prejuicios?, ¿Por qué deberían pagar más caro por una habitación con dos camas sólo para no ofenderlo a usted?
No estoy de acuerdo con hacer del término “Inclusión” un “modelo de negocio” o un “tipo de turismo diferente que todos puedan apuntar con el dedo”. Detesto cuando se usa este término para diferenciarlo de las personas “normales”; entonces creemos el Turismo Normal y el Turismo Inclusivo. ¿Suena tonto verdad?
Turismo es Turismo y debe ser para todos; una experiencia debe ser disfrutada por todos sin distinciones, un servicio debe prestarse de igual forma sin mirar a quién.
Tengan cuidado los normales, porque el día de mañana pueden pasar a ser los diferentes y no les va a gustar ser discriminados.