Chihuahua como el estado grande de México, es diverso en climas, relieves, ecosistemas y culturas. Nos lleva de sorpresa en sorpresa entre atractivos y actividades que requieren más de una visita al Estado, para seguir explorando, descubriendo y disfrutando.
A 389 kilómetros de la capital de estado, en lo más profundo de las Barrancas del Cobre se encuentra Batopilas de Manuel Gómez Morín; es uno de los tres Pueblos Mágicos de Chihuahua. Creció en la ladera del río del mismo nombre que proviene de una voz de origen rarámuri que significa “Río Encajonado”. Su origen se remonta a 1632, cuando una banda de exploradores encontró en este bello rincón, ricas vetas de plata. Se conoce de más de 300 minas que a lo largo de más de tres siglos han mantenido a Batopilas en el mapa de los yacimientos de plata nativa más importantes de América.
En las minas abundaba la plata, zinc y oro, atrayendo la atención del mundo, prominentes empresarios llegaron al pueblo. Alexander Shepherd reconocido en la historia como “el padre del Washington moderno” y magnate de la plata, construyó escuela, hospital y la magnífica Hacienda San Miguel, su residencia familiar donde vivió hasta el día de su muerte.
En su periodo minero más prolífico, Batopilas registró una población de 10 mil habitantes y debido a la bonanza económica que obtuvo fue la segunda población del país en tener suministro eléctrico después de la Ciudad de México y formó parte de la Ruta de la Plata junto con Durango y Zacatecas. Este hermoso poblado, cuna del político Manuel Gómez Morín, fundador del Banco Central hoy conocido como Banco de México, comenzó a vivir su declive económico por el cierre de minas y quedó encapsulado en el tiempo y la memoria a partir del año 1900.
Actualmente es refugio predilecto de viajeros inspirados por la magnifica naturaleza, la historia, la geología, la música y la gente que se ha mantenido por siglos lejos del bullicio de la vida moderna.
Los locales gustosamente compartirán sus tradiciónes por medio de historias y leyendas, transmitidas de voz de los descendientes de aquellos aventureros, mineros y de alguno de los académicos y estudiosos que estudian a los Rarámuri, habitantes originarios de estas sierras.
Vas a sorprenderte con el cambio de vegetación que notarás conforme desciendes la barranca hasta verte inmerso en un clima subtropical al estar a 500 metros sobre el nivel del mar, árboles exuberantes como el copalquín, el vinorama y el árbol tescalama así como su entorno apacible de arquitectura colonial. El trayecto desde Creel (140 kilómetros), también Pueblo Mágico es de 3 horas por una carretera con prolongadas curvas que sirven de mirador (Mirador de La Bufa) para maravillarse con el paisaje incomparable y el simple hecho de transitarlo es de valorarse al significar el resultado de un esfuerzo titánico -a lo largo de décadas- para conectar al antiguo mineral con la estación de tren.
Para los viajeros que emprenden la travesía requerida para llegar a una de las barrancas más profundas del mundo, encontrarán alrededor del centro, cerca del edificio de la Presidencia Municipal, varios establecimientos de hospedaje con servicios para todos los presupuestos, cuyo
diferenciador es ofrecer un ambiente de desconexión y relajamiento total siendo factible para el turista ecológico, el buscador de experiencias culturales y de naturaleza con tintes de aventura. Cabe resaltar que existe un hotel boutique en una de las casonas más antiguas del mineral. Perteneció a un afortunado minero que llegó a acumular riqueza suficiente para adquirir un Marquesado. El edificio fue cuidadosamente restaurado y decorado para brindar al huésped la experiencia del glamour de la bella época.
Recorrer las calles de Batopilas será un paseo multicolor y fotografiable por sus fachadas coloniales pintorescas. Siguiendo la ribera del río Batopilas a sólo 8 kilómetros del pueblo, encontrarás La Misión de Satevó, ejemplo de la arquitectura colonial del siglo XVII fue denominada como la “Catedral Perdida” por estar aislada del pueblo en lo profundo de la barranca. Su edificación comenzó en el año 1699 por el misionero jesuita Manuel Ordaz y los nativos rarámuri, nombrándola Santo Ángel Custodio de Satevó y dedicando su devoción a la Virgen de Los Dolores. Fue administrada por la orden jesuita hasta 1767, año en que fueron expulsados del continente Americano. Si tienes tiempo busca que te lleven a visitar la misión de Nuestra Señora de Loreto de Yoquivo, otra edificación del siglo XVIII.
Visita el antiguo acueducto de 3 kilómetros de largo construido a fines del siglo XIX por la Compañía Minera de Batopilas con fines hidroeléctricos. También encontrarás abierta para visitas la casa donde nació el ilustre Manuel Gómez Morín. Otras edificaciones destacables son la Presidencia Municipal, la Residencia del Marqués de Bustamante, la antigua Casa de Raya y la Casa Barffuson, hoy convertida en un exclusivo hotel boutique.
Camina por sus senderos y miradores, escucha las historias y leyendas, vive la experiencia de una fogata bajo la luna llena, practica ciclismo de montaña entre los cañones, disfruta la brisa de los saltos de agua de San Fernando cerca de Piedra Redonda y sus cascadas en barranca Los Plátanos, disfruta ser observador silencioso de la fauna de la región como venados, guajolotes silvestres, jabalíes, pumas, liebres, guacamayas, paloma montés, colibríes y codornices; admira el pueblo desde las alturas al subir a la tirolesa y sus puentes colgantes.
Corona tu visita conviviendo con la comunidad rarámuri, guardiana de esta región; asómbrate con su sabiduría, parte de su cosmogonía y tradiciones. Participa en el juego rarajípari. Visita Munerachi, Coyachique y Guimaybo, aldeas que preservan su identidad autóctona fielmente. Sola necesitarás recurrir a los servicios de los guías locales autorizado. En aquellas vastedades, no es recomendable aventurarte solo. Es territorio sin señal de telefonía celular y solamente acompañado de los locales disfrutarás con toda seguridad de tan grandiosa geografia.
Maravíllate observando a los locales elaborar artesanías, las hacen a base de barro, madera fibras naturales y textiles. Cada pieza es única, aquí no existe la producción en serie y eso le brindará a tu artesanía un rasgo invaluable. Te costará elegir entre wares, (cestas) bateas, rebozos, piezas de ornato y artículos utilitarios que te brindarán el conocimiento del uso que hacen los rarámuri de lo que la misma región les brinda y el obsequio que esta cápsula del tiempo en lo profundo de la Sierra Tarahumara te brindará para toda la vida.