Quienes estudian Turismo saben que la única práctica que es constante es la práctica de adaptarse constantemente al cambio. Y es que los perfiles turísticos siguen diversificándose y cada vez en forma más acelerada.
Uno de los puntos más determinantes en este ámbito tienen que ver con las preferencias imperantes al momento de elegir el viaje. Hemos llegado a un punto en el que los destinos están saturados de alternativas para la actividad turística. Pero estas “experiencias de viaje” no van más allá de visitas guiadas, experiencias gastronómicas o representaciones culturales, es decir, carecen de algo fundamental: «No ofrecen una experiencia real en el destino.» Es aquí donde aparece en escena el Turismo Naranja, un nuevo motivo de renovación para el Sector turístico y ahora te explicaré el por qué.
Técnicamente el conocido Turismo Cultural ha sido sinónimo de historia y tradición en muchos de los casos donde el turista asume una participación contemplativa y/o pasiva. Esto es lo que hoy está cambiando, el turista ya no solo se conforma con este tipo de actividades ofertadas por los operadores turísticos, ahora buscan vivir la cultura del destino en cuestión pero de forma distinta y sobretodo genuina. Y la manera de hacerlo es buscando las actividades culturales a las que acude la gente local.
En 2014 tuvo lugar el diálogo “Turismo Naranja”, organizado por la UNESCO – Quito y el Ministerio de Turismo del Ecuador, que atrajo a 90 personas interesadas en la promoción y fortalecimiento de un turismo cultural sostenible y creativo. La conferencia estuvo impartida por Jordi Tresserras, consultor de la UNESCO y Director del Lab-Patc Laboratorio de Patrimonio y Turismo Cultural de la Universitad de Barcelona y la Red Ibertu. Para el experto, el Turismo Naranja es “un turismo sostenible y generador de desarrollo cultural, económico y social a partir de la gestión turística responsable del patrimonio cultural, la producción artística y las industrias culturales y creativas”.[1]
El Turismo Naranja propone qué experiencias no se debe perder un visitante para lograr conectar con los habitantes de ese lugar y sentirse integrado dentro de la cultura local. Así es que esta nueva tendencia denominada Turismo Naranja constituye una forma diferente de entender el Turismo Cultural pues pasar una tarde en un mercado, asistir a un festival de música local o acudir a una actividad de ocio propia de la gente del destino ha dejado de ser “sólo para los locales” y ha empezado a formar parte de la nueva oferta de un destino que las revistas turísticas muestran en la sección de “cosas por hacer en el destino” y que como gran ventaja ofrece además de la diversificación de la oferta, la atemporalidad, es decir, la posibilidad de desarrollar la actividad turística durante todo el año.
[1] 18.03.2014 – Oficina de UNESCO en Quito