Atahualpa, el inca peruano capturado por Francisco Pizarro y luego decapitado en el Cuarto del Rescate con posterioridad a haber completado la cantidad de oro y plata prometida para efectos de su liberación, tenía por costumbre llegar a recuperar fuerzas en los Baños del Inca y hospedarse en la mansión del inca, muy cerca de la capital Cajamarca, de la actual región del mismo nombre.
En los Baños del Inca se encontró la “Poza del Inca”, con cuatro metros de largo por cuatro de ancho y una profundidad de un metro setenta centímetros, como muestra de que a dichas aguas termales, que pueden superar los 70° C, se les atribuía poderes mágicos para la recuperación de la salud, de la cual hoy disfrutan los turistas que llegan a Cajamarca, que se confunden con el enorme número de habitantes de las zonas aledañas que desde muy temprano acuden a dicho sitio. Actualmente la atención es parcial mientras Plan COPESCO Nacional, la unidad ejecutora del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú-MINCETUR, culmine la ejecución de las obras del proyecto de acondicionamiento turístico, las cuales incluyen la mejora de las pozas individuales y colectivas y los espacios y servicios orientados a que la estancia se prolongue.
La inauguración de las obras antes citadas debería ser aprovechada por el Gobierno Regional de Cajamarca, responsable de la promoción de inversiones en turismo, para que se declare a los “Baños del Inca” como el principal producto turístico de Cajamarca. Ello en coordinación con el Distrito de Baños del Inca y el Viceministerio de Turismo.
En Cajamarca, como ocurre en miles de lugares del Perú, la naturaleza rodea o se une a los recursos culturales referentes de la época preinca, inca, colonial o republicana, generando oportunidades para que los visitantes, todos los días del año, disfruten de cientos de actividades al aire libre, mientras los guías relatan las hazañas épicas de los peruanos.
Los Baños del Inca, por ser la fuente de aguas termales más grandes y accesibles y por encerrar gran parte de la historia peruana, es un destino capaz de atraer cada año a más turistas nacionales y extranjeros, que superarían con creces las cifras registradas al 2019 (arribos de 1 millón de nacionales y 21 mil extranjeros). Sus aguas termales pueden ser comparadas con Baños en Ecuador, las que sin la altísima cantidad de sitios naturales y culturales presentes en Cajamarca, atraía ya, antes de la pandemia, a similar cantidad de turistas mayoritariamente nacionales pero también extranjeros, quienes en los alrededores participan de cientos de actividades turísticas y dentro de la ciudad encuentran centenares de hospedajes y restaurantes con todo tipo de actividades culturales, como señal de lo que podría suceder en Cajamarca. Y en Ecuador, sus sitios turísticos atraen principalmente a jóvenes. Y es en ese segmento donde Perú debe hacer promoción turística interna y de paso en Ecuador para atraerlos también a Perú.
Hoy son pocas las actividades, tales como trekking en Cumbemayo y Porcón y paseos en caballo en Cutervo, las que se suman a las tradicionales visitas a la Plaza Mayor, Iglesias de Santa Catalina (Catedral), Belén y San Francisco, Ventanillas de Otuzco, Complejo Arqueológico Kuntur Wasi, la Colpa donde se llama a las vacas por su nombre antes de ordeñarlas, o al cerro Santa Apolonia, o participar en su afamado carnaval Cajamarquino.
Sin embargo, Cajamarca tiene cientos de espacios naturales con cataratas, ríos con rápidos, con montañas y cerros, con grutas, con aves para decenas de rutas de birdwatching, que deben ser puestos en valor por alcaldes y prestadores de servicios turísticos. Dicha riqueza es producto del territorio donde se funden la sierra con la selva. Y si los sitios naturales son abundantes, los recursos culturales no son mínimos. Cumbemayo es una muestra, donde los bosques de piedra que parecen reproducir las siluetas de piadosos frailes, conocidos como “Los Frailones” se funden con cuevas y acueductos que trasladaban las aguas que debían desembocar en el Pacífico para llevarlas como agua sagrada a Cajamarca, desviando sus aguas hacia el Atlántico. Y junto a los acueductos se encuentran geoglifos y centros de adoración como señal de la presencia de los antiguos peruanos en semejantes cumbres por encima de los 3 mil metros sobre el nivel del mar.
Y a la belleza de los altares tallados en madera que acompañan a figuras religiosas del catolicismo del más fino arte en monumentales fachadas talladas en piedra de las iglesias, donde los cajamarquinos destacaron sobremanera, se juntan anécdotas como que las iglesias no tienen torres o se muestran truncas porque de terminarlas, la corona de España dejaba de otorgar las subvenciones a la orden religiosa que tenía una iglesia en construcción.
Cajamarca derivaría del quechua “Caxamarca”, o tierra de las heladas, que destruía las cosechas, lo que llevó a los antiguos peruanos a buscar alternativas productivas, muchas de las cuales aún se encuentran enterradas a la espera de su descubrimiento. Y, como en miles de lugares en Perú, si un cerro no es un yacimiento minero, de seguro es una huaca. Corresponde entonces al gobierno nacional, gobierno regional y gobiernos locales, destinar las regalías que generan las riquezas minerales a la investigación, conservación y acondicionamiento de los recursos naturales y culturales para disfrute de los turistas. Y también inversión en saneamiento urbano para tener ciudades hermosas con carreteras asfaltadas que las conecten con la costa y la región Amazonas.
Quedan vestigios de la enorme red del Qhapac Ñan que unía Cajamarca (Baños del Inca) con Kuélap en Amazonas y Marcahuamachuco en la región costera de La Libertad. Y ese es el corredor que debe priorizarse. Marcahuamachuco es un fabuloso centro arqueológico que ya se encuentra unido por una carretera asfaltada con Trujillo, la capital de la región La Libertad. Correspondería asfaltar la trocha que une Marcahuamachuco con Cajamarca y de allí con Kuélap, el monumental sitio arqueológico, único en el Perú con un sistema de telecabinas. De esa manera los turistas podrían recorrer en una sola visita dichos sitios monumentales llegando vía aérea desde el exterior hasta el aeropuerto de Trujillo. Este corredor permitiría incorporar a cientos de familias peruanas que basan su economía en la agricultura, que al complementarlas con las actividades turísticas, sin duda, las perspectivas de una mejora de la calidad de vida se vuelven elevadas.