Hacía unos veinticinco años que descubrí esta cartuja, mientras hacía un curso de turismo cultural promovido por la Fundación Cañada Blanch, y me encantó. Su estado actual, transcurrido todo este tiempo, es mucho mejor: algunas partes restauradas o mejoradas, pero manteniendo su mismo aspecto, sin construcciones extremadamente extrañas para el entorno y con visitantes en su interior, encontrándose algunos centros educativos que aprendían nuestra historia para, de esa forma, respetarla y conservar nuestro patrimonio.
Estoy hablando de la Cartuja de Santa María de la Valldigna, situada en Simat de la Valldigna en la provincia de Valencia (España).
Accedimos por la puerta principal y nos adentramos en esta construcción de la orden del Cister, orden que llegó a estas tierras a partir de la donación de ellas por Jaume II para la edificación de la misma a finales del s. XIV.
Accedimos a la iglesia, de grandes dimensiones y con planta de crucero, no muy grande y que tiene en el centro una gran cúpula llena de una decoración barroca, pintura y estucados, que le confieren una gran belleza, a pesar del paso del tiempo y las inclemencias de la vida que ha discurrido por el interior y el exterior de la propia Cartuja.
Por la puerta situada detrás de lo que se supone una hermosa sillería y detrás del altar principal, salimos al exterior de la misma para contemplar lo que fue una gran y hermosa construcción que reunió, en su interior, un gran poder y una gran belleza patrimonial.
Los restos de las viviendas de los monjes, sus zonas ajardinadas, los pozos de agua y los espacios para guardar los víveres nos condujeron al claustro, del cual sólo se conserva una parte y que se recuperó después de que este fuera trasladado a Torrelodones (Madrid) a principios del pasado siglo y recuperado, para el propio lugar del que nunca debiera haber salido, a principios del presente.
Paseamos por sus jardines, entre naranjos y setos bajos mezclados con algún que otro ciprés, recordando la historia de estos lugares, a los cuales dañó mucho la desamortización del s. XIX. Visitamos la sala explicativa en que conocimos la historia del lugar para ir saliendo y visitar este tranquilo pueblo de la comarca de la Safor (Valencia) a cuya capital nos dirigíamos a continuación.
Tomamos el camino más largo, probablemente el más bonito. Atravesamos la sierra del Monduver, con una importante vegetación y la población de Barx, mientras paramos para ver una panorámica de la población y de la Cartuja que dejábamos atrás. Descendimos hasta el nivel del mar, donde nos esperaban nuestros amigos para degustar, junto al puerto de Gandía, una excelente paella valenciana y disfrutar de esos pequeños placeres que nos ofrece la vida, entre los que se encuentran la amistad y, también, la gastronomía.
Fotos de la Cartuja de Santa María de la Valldigna








