Viajar en un crucero es vivir una experiencia imponente y gratificante, que todo ser humano, amante de las emociones y aventuras, ya sea solo o en grupo, debería realizar aunque sea una vez en la vida.
Muchas personas lo eligen por su precio más accesible porque disfrutará de una estadía 5 estrellas a un precio inferior, otros motivados por la seguridad y para los turistas más relajados, por la comodidad de desarmar y armar su valija una sola vez durante toda su estadía.
Son muchas y diferentes las emociones que se sienten, difíciles de comparar con otras modalidades de viaje, como observar el movimiento constante del agua y cargarse de energías positivas, sentir la brisa fresca del mar acariciándolos, y disfrutar del color de sus aguas con sus distintas tonalidades de acuerdo a los reflejos de luces y sombras, paisaje indescriptible que no se asemeja a otras vivencias.
Se podría decir que es como estar en una ciudad turística animada por el movimiento, una sensación revitalizante, de total relax y de mucha socialización ya que permite conocer gran cantidad de personas, que para muchos marca el comienzo de nuevas relaciones que perduran a través del tiempo, al compartir juegos, recreación de diversos tipos, gastronomía gourmet, casino, música en vivo, spa, gimnasio y demás espacios a disposición de todos para el disfrute total.
En los puertos de escala de los lugares seleccionados para el descenso voluntario, cada turista elige, si quiere y considera oportuno, visitar durante un determinado período de tiempo los lugares predeterminados y la posibilidad de realizar excursiones en tierra, siempre sujetas a horarios muy estrictos de regreso, permitiéndoles a los más inquietos, conocer distintos destinos en un solo viaje. Si bien los tiempos son limitados y acotados, les permite asomarse a una ventanita de la cultura de cada lugar visitado, impregnándolo de lo intangible y en muchos casos, marcando la elección de las próximas vacaciones o la transmisión de sus experiencias a otras personas.
Es ideal para todos los gustos y tipo de turistas, ya sean pasivos o activos, aunque suene totalmente opuesto. Para los turistas pasivos, disfrutando a bordo de todos los servicios del crucero desde su llegada, sin pensar en el agobio de visitar muchos lugares y estresarse por el horario de regreso. Muchos de ellos, van solo a disfrutar de esa experiencia personalizada, hacer actividades, relajarse, socializar y vivir sensaciones que ofrece el crucero, sin preocuparse por los destinos costeros donde bajar, y en muchos casos este tipo de turistas, han realizado el mismo crucero en más de una oportunidad y sólo en algunas ocasiones deciden descender en un destino seleccionado por algún motivo especial.
Para los turistas activos, aventureros, e inquietos, que disfrutan de ir de un destino a otro, les brinda la oportunidad de vivir esa emoción y adrenalina de investigar, estar pendiente de horarios estipulados y vivenciar a través del contraste geográfico in-situ. También les permite compartir junto a sus pares con las mismas inquietudes y experimentar otras sensaciones que luego formarán parte del anecdotario de cada uno de ellos.
Embarcarse en un crucero es una gratificante sensación de estar en una ciudad turística con la particularidad de sentir la animación constante provocada por el permanente movimiento del mar a su alrededor, que superarán seguramente sus expectativas.
“Siempre nos encontraremos a nosotros mismos en el mar”
E.E. Cummings
