Después de tantos años trabajando en turismo, he llegado a la conclusión que para que este sector se desarrolle sosteniblemente se requieren tres virtudes de nosotros: pasión por el turismo, respeto por todo lo que integre el sistema turístico material e inmaterial y mente abierta a la innovación turística.
Te tengo que confesar que mi vida desde que incursioné en el mundo turístico cambió drásticamente. Por supuesto para regalarme momentos y vivencias plenas de felicidad y satisfacción.
Aun así, en el período más memorable de mi actividad laboral comprendí, que había algo dentro de mí: que en algunos años debía abandonar mis sueños turísticos. Había conseguido mis objetivos personales y profesionales, mi intuición sacudía mi Ser constantemente con la sensación de que debía prepararme académicamente en otra área económica que había estado muy ligada con el turismo. Creía que en pocos años ya no me sentiría realizada. ¿Qué me estaba ocurriendo?
La respuesta tardé un tiempo en averiguarla, pero finalmente me di cuenta que quizás trabajar en el ámbito público, no duraría por mucho tiempo, los destinos del turismo tomaban rumbos distintos a los esperados.
De repente me di cuenta de que mi vida profesional no debería seguir en esa dirección. ¡Quizás muchos nos hayamos sentido así!
Yo empezaba a estar convencida de que urgía cambiar el destino de mis pasos y para ello, a pesar de que tenía el conocimiento empírico, académicamente no disponía de las credenciales para ejercer en ese campo.
De nuevo la causalidad o el destino condujeron mis caminos y me enfocaron a iniciar una nueva especialización en el área de gestión de proyectos guiada por la Metodología Internacional del Project Manager Institute (PMI), un aliado fundamental en nuestros quehaceres turísticos y en todo lo que emprendamos profesional y personalmente. Disciplina que compartí durante dos años con mis aventuras laborales turísticas, mientras duraba la formación.
Poco a poco descubría las coincidencias entre ambas, que eran algo previsibles antes de iniciar los estudios.
¿Y sabes qué sucede cuando integras los valores de estructura, organización, previsión, riesgo, comunicación y algunos más con el turismo?, ¿Puedes imaginar cómo crece y comunica el turismo?
Pues eso, a partir de ese momento ninguno de los dos quedaron por fuera en mi vida.
Y con mis nuevos aprendizajes encaré otra parte de mi vida laboral, más ligera, aunque para nada exenta de instantes felices. Luego de más de 15 años en el ámbito gubernamental del turismo y cuando ostentaba un cargo directivo superior decidí que debía darle el giro a mi afición laboral. La intuición ya no susurraba el cambio como hacía dos años, sino que lo hacía en alta voz. Aunque la decisión fue impulsada por una injusticia realizada a un profesional de mi entorno por diferencias de varias índoles con un directivo de grado superior.
Los valores inculcados por mi familia y la ética instalada desde adolescente en mí ser, impulsaron mi decisión. Hay costumbres y normas morales que de tan ciertas que las respetas, son indestructibles. Ya no me quedaba otra que rendirme ante mi conciencia moral.
Incursioné en diversos sectores del turismo desde el punto de vista privado, mixto e internacional, me contrataban como “consultora”, pero yo me consideraba y me considero un aprendiz de turismóloga. Cada día mis conocimientos se complementaban con nuevas prácticas, con las lecciones aprendidas de otros técnicos y con los “totumeos” con los pobladores.
Al poco tiempo me reclamaron de otra entidad gubernamental para dirigir la institución que se encargaría de planificar y desarrollar la gestión turística para un evento deportivo internacional que tendría sede en el País y nuestro municipio sería una de las subsedes: me atrajo el trabajo minucioso que, durante un año, debíamos emprender para preparar a la localidad para tan magno evento.
Por lo que fui descubriendo, durante los meses que tomé las riendas del turismo me enamoré más de él, pero al mismo tiempo mi voz interior se hacía cada vez más fuerte y me guiaba hacia otro ámbito laboral, y fue tan fuerte que creó las condiciones para que se cristalizara mi salida definitiva del mundo del turismo público.
Cuando escuchas a tu corazón a pesar de sus directrices dicotómicas, te das cuenta que debes dejarte guiar por ese presagio.
No sabes qué hay después, qué encontrarás, qué sucederá. Pero hay que hacerlo.
Tienes que adentrarte en terrenos desconocidos pero que beneficiarán tu alma. Empezó una nueva vida vocacional, de beneficios mutuos para mí y mis pasiones. Nunca dejé de estar inmersa en el turismo, pero desde otra perspectiva. ¡Y ahí está la magia del turismo! Se integra perfectamente con toda actividad organizada y responsable. Es transversal, algo que atraviesa todos los aspectos de nuestra vida, bien cuando incursionamos en su ámbito laboral, cuando somos anfitriones, cuando somos viajeros o simplemente cuando dejamos que nos seduzca en cualquier aspecto personal.
Lo mismo podría sucederte si decides dejarte cautivar o simplemente vivir con entusiasmo tus pasiones como placenteras y satisfactorias aventuras laborales y/o personales.
En su momento yo conseguí el cambio que necesitaba en mi vida a través de esfuerzo y de mi afán por querer mejorar, pero sobre todo dejarme guiar por comportamientos éticos y respetuosos con los derechos humanos y en el turismo encontré varios de mis admirables maestros.
Cuando empecé a contarles cómo descubrí una de mis grandes pasiones, tenía muy claro que quería compartir, sensibilizar e irradiar cómo el turismo puede ser trascendental en nuestras vidas si lo integramos en nuestro quehacer diario y nos inmiscuimos en explorar sus bondades; pero ahora que ya he esbozado tres hitos de mi vocación, me sorprendo a mí misma del infinito valor que hay dentro de él.
Lo que sí te puedo asegurar es que, después de contarte estas historias y, sobre todo, después de que hayamos pasado un buen rato hilándolas y rememorándolas, nos ha ayudado a olvidarnos un poco de la situación actual de la actividad por la pandemia y a prepararnos para el nuevo rumbo que tomará en pocos meses.
Parafraseando a Joseph Conrad “al principio pensé que era una aventura y en realidad ha sido mi vida entera”.