«Los turistas volverán a viajar, pero serán más exigentes con la higienización».
Tras la declaración de Emergencia de Salud Pública de Alcance Internacional por la OMS, el nivel de alerta más elevado por la crisis del coronavirus, un gran número de países han decidido confinar a sus ciudadanos para reducir los contagios y no colapsar los sistemas de sanidad nacionales.
Después de este aislamiento, viviremos durante unos meses, quizás unos pocos años, un distanciamiento social que nos va a mantener a cierta distancia, incluso de nuestros amigos, familiares y actividades de mucha concurrencia. Muchas de nuestras costumbres se recuperarán a corto y medio plazo, sin embargo, otras cambiarán para siempre o al menos durante algunos años.
La actividad turística es una de las más perjudicadas por esta crisis, pasarán tres o cuatro años para volver a los niveles turísticos anteriores. Muchos analistas vaticinan que el turismo corporativo será el que mejor y antes se recupere, no así el turismo de grupos y de cruceros, precisamente por ese distanciamiento social que nos acompañará durante un tiempo.
Los turistas volverán gradualmente a viajar, pero ahora serán más exigentes con la higienización y la seguridad alimentaria.
Las líneas aéreas tendrán que mejorar sus procedimientos de higienización para generar confianza entre los pasajeros. Es probable que durante los primeros meses veamos aviones con capacidad limitada, dejando libres un asiento entre pasajeros. Las aeronaves tendrán que estar más tiempo en tierra para poder desinfectar, unas medidas que van a encarecer los costes de estas compañías y posiblemente los precios de los billetes.
Los hoteles, cerrados en muchos países, deben empezar a preparar su reapertura, poner en marcha, si aún no lo han hecho, la transformación digital y la hiperpersonalización del modelo B2ME (business to me) basado en los deseos de los clientes.
Deberán transmitir la sensación de limpieza extrema, y cumplir con las medidas nuevas de seguridad sanitaria, incluso certificarse en desinfección o crear espacios y habitaciones <<free-virus>> como sugiere el experto en turismo y hoteles Fernando Gallardo.
Un ejemplo es el hotel Westin Houston Medical Center, el primer y único hotel en los EE. UU. que utiliza los robots <<LightStrike Germ-Zapping>>. Se ha demostrado que estos equipos de amplio espectro, destruyen rápidamente virus, bacterias y hongos utilizando luz ultravioleta (UV) de xenón, la misma tecnología que la utilizada en hospitales y centros sanitarios.
Otras medidas que se han implantado son los nuevos protocolos de limpieza y desinfección. Todas las áreas y las habitaciones se desinfectan con un limpiador de grado hospitalario <<Ecolab’s TB Desinfectant Cleaner>>.
En las habitaciones todos los artículos como el mando de la TV, la cafetera y el teléfono se desinfectan y se colocan en bolsas selladas para los huéspedes.
Se eliminan todos los elementos no esenciales de las habitaciones como: revistas, colchas, almohadas decorativas… para garantizar un ambiente continuamente limpio y desinfectado.
Westin también ha creado ofertas de alimentos y bebidas que estimulan el sistema inmunitario: antioxidantes, vitaminas, probióticos y prebióticos que garanticen la salud continua.
El servicio de Buffet de los hoteles y restaurantes es posible que tenga que ser reestructurado o sustituido por el servicio tradicional de mesa. Durante los primeros meses, después de la cuarentena, muchos clientes verán con desconfianza la exposición medioambiental de los productos.
Una alternativa a los buffets y comedores del hotel será el room service. Si a las posibles limitaciones de aforo en los comedores para evitar contagios, se suma la inseguridad de los propios clientes, probablemente muchos preferirán desayunar o comer en su misma habitación. Los hoteleros deberán reforzar este servicio e incluso algunas cadenas ya estarán pensando en la incorporación de <<robot butlers>> que puedan servir a los clientes una comida, o cualquier otro objeto que necesiten, como los YO2D2 que ya utiliza la cadena hotelera YOTEL en Boston, Nueva York y Singapur o en el Hotel Henn-na en Nagasaki.
El futuro de los bares y restaurantes es aún más incierto, muchos de ellos son pequeños negocios familiares, incluso algunos no volverán abrir sus puertas. Este sector se caracteriza en muchos países por una fuerte atomización. Algunos podrán indagar en la posibilidad de desarrollar un servicio delivery o de perfeccionarlo si ya lo venían haciendo.
En los próximos meses será difícil volver a ver los bares llenos de clientes, lo que antes del coronavirus nos atraía, ahora será un rechazo por el distanciamiento social.
Es importante que tanto bares como restaurantes se adapten a estas nuevas circunstancias, reforzando la limpieza y la desinfección de los locales y respetando una mayor distancia entre mesas.
En cualquier caso, esta crisis ha parado el mundo, pero no las ganas de vivir y disfrutar de la vida.