Es una creencia común que para viajar hay que vivir holgado. Yo diría lo contrario: siendo un godín, la única manera de salir es teniendo el cinturón bien apretado. Ahora, si complementas un buen sistema de ahorro con una impecable organización, es casi seguro que llegas a conocer ese lugar soñado.
Para mi todo comienza con una fijación. Hay muchos lugares que me interesa conocer, pero de un momento a otro se me mete un país en la cabeza y no me detengo hasta saber todo sobre él. Investigar es parte de mi vida, así que utilizo esa habilidad para indagar sobre la cultura, el idioma, los lugares y los costos que tienen sus atracciones.
Una vez que me he decidido por un destino comienza la negociación: ¿de cuánto tiempo dispongo y qué de todo lo investigado me interesa conocer? Esta parte es la más difícil, pero saber tus gustos ayuda. En mi caso, por ejemplo, cualquier tipo de turismo de aventura queda descartado casi de inmediato. ¡Por el contrario, la mayoría de los parques de diversiones están confirmados!
Con frecuencia esta técnica funciona, sin embargo, la metodología cambia cuando voy acompañado. Como buen investigador, observo, así que conozco los gustos de aquellos con quienes viajo, motivo por el que agendo actividades que les resulten interesantes. ¡De esta manera todos haremos memorias inolvidables!
Un ejemplo de esto fue el viaje a Italia. En esa ocasión iba con mi mejor amiga, quien disfruta del buen comer y del mejor beber. A mi lo gourmet no se me da, pero igual balanceé las actividades: hice una lista de las ciudades que nos interesaba conocer, busqué los museos que llamaban nuestra atención y dejé la agenda libre para lo que se nos ocurriera comer; ¡hacer! Como imaginarán, pasamos la mayor parte del tiempo sentados en terrazas tomando café, aperol spritz (también conocido como bicicletta), cerveza o vino; y tragando gelato y pizza (así es: no degustando, no comiendo, ¡tragando!). Ah, uno de los mejores viajes de la vida… –léase con suspiro–.
Regresando a la organización, una vez que has elegido las ciudades y lugares que quieres conocer llega el momento de definir el presupuesto. Como adivinarán, esta etapa requiere… ¡más investigación! En mi experiencia, viajar no es tan sencillo como “agendar un vuelo e irte”: requiere de mucho más tiempo y energía que eso.
Lo primero es precisar de cuánto dinero dispones, después tienes que averiguar cuánto cuesta el vuelo grande (el cual puede ser nacional o internacional). Una vez que estás seguro de que te alcanza, debes regresar a las notas que obtuviste de las horas invertidas leyendo y viendo videos. Esto te ayudará a saber cuál es el mejor medio de transporte para llegar a los destinos locales, así como la zona ideal para hospedarte (no solo se trata de seguridad, sino también de vida nocturna, atracciones turísticas e incluso lugares para comer).
Ya que sabes cuánto te costará el vuelo redondo, los transportes de una ciudad a otra y el hospedaje, es momento de sumarlo todo y regresar al presupuesto: ¿sigue siendo viable? Si la respuesta es afirmativa, ¡felicidades: puedes continuar! De no serlo, comienza desde cero con tu segundo destino de ensueño… (Lo siento, bajo ninguna circunstancia recomiendo que te endeudes).
Ya que te has asegurado de poder cubrir transporte y alojamiento, es momento de comprar. Procura seguir los muchos consejos disponibles en internet para conseguir mejores precios, así como sacar ventaja de tus puntos de fidelidad y demás promociones exclusivas para socios de sitios web o tarjetas de crédito. Una vez hecho esto, puede que aún te quede un poquito para reservar las entradas a diferentes atracciones. ¡Esto es útil porque aseguras tu lugar a la vez que te ahorras interminables horas de fila!
Lo sé, suena complicado, pero no lo es (tanto). Eso sí: debes comprometerte y dedicarle tiempo a organizar tu viaje. Por supuesto que estos consejos no aplican para un mochilazo de verano, pero si eres un trabajador de nueve a… iba a decir cinco, pero realmente es “hasta que acabes”, y quieres aprovechar al máximo tus 10 días de vacaciones a.nua.les, me parece que con estas recomendaciones lo puedes lograr.
¡Vamos, viajero, sé sincero y confiesa tu más profundo deseo! Después deja de pensar en eso y platícame sobre ese lugar que mueres por conocer y que crees que es “solo para los ricos”. No hay ambiciones grandes cuando se trata de soñar. ¡Al final, lograr un objetivo requiere de esfuerzo, y todo esfuerzo tiene su recompensa! Recuerda que se trata de que viajes “cuando y como puedas, sin preocupaciones ni imposiciones”, ¡así que empieza a echarle pesitos a ese cochinito que, de seguro, cuando menos lo pienses llegas!