La presión sobre el medio ambiente como opción para manejar la recuperación del turismo después de la pandemia será enorme, particularmente sobre aquellos destinos “aptos” para empezar a recibir huéspedes en términos de inmediatez.
La trilogía ideal:
- Económicamente rentable
- Socio-culturalmente aceptable
- Ambientalmente neutro
que son la base del turismo responsable, sostenible y sustentable se presenta particularmente frágil porque hay 2 elementos de 3 que son tentadoramente prioritarios:
- Las personas
- La economía
Desde esta óptica, no es difícil prever que vienen tiempos conflictivos que harán fuerza por uno u otro lado de la ecuación, cualquiera que se defina.
Índice
Aclaración
Hago notar que en el título de este artículo he usado la palabra “versus” en lugar de la letra “y” (entendida como “i”) porque aterrizando la enorme cantidad y variedad de propuestas de reactivación, observo que se están polarizando a favor, como dije, de las personas y la economía (en algunos extremos incluso cambiando el orden) por lo cual el eslabón más débil de la cadena se identifica con el medioambiente.
Conflictos
La aportación del turismo a la economía y su enorme cadena productiva ya no es necesario ni siquiera repetirla y su capacidad de generar empleo está fuera de duda.
En cambio, los efectos de la actividad -que implica grados de masificación– no solo que ha transformado el aspecto físico de las zonas turísticas, sino que ha venido generando graves trastornos ecológicos:
- destrucción de ecosistemas
- disminución de la cantidad y calidad del agua
- empobrecimiento y contaminación de suelos
- extinción no valorada de fauna
- afectación severa de flora
- depredación pesquera y recursos marinos
- contaminación de playas y mar
y otros no menos importantes en lo social como:
- desintegración de actividades económicas tradicionales
- aculturación y migración
- crecimiento poblacional desordenado o descontrolado
- falta o falla creciente de servicios públicos, etc.
que no son más que el resultado de un sistema de explotación económica a favor del turismo que busca, como sector, la generación de lucro activando -en no pocos casos- procesos (lentos, aunque constantes) de explotación, sobre-explotación y expropiación de los recursos naturales comunitarios y sociales, cuyo efecto ha recaído en hombros de varias organizaciones públicas y privadas que buscan su “remediación” frente a insumos intrínsecamente turísticos y causantes del fenómeno, como pueden ser:
- la deshumanización en el servicio traspasado a “procesamiento”
- la desvalorización del concepto de vacación urbana a “consumismo” rural
- la estandarización de la oferta con el aumento en la “carga” de personas por metro cuadrado
- la variación en el concepto de atención al cliente hacia una robotización de tiempos y movimientos concentrados.
Por ello desde hace más de 20 años surgen varios movimientos de protección de destinos particularmente sensibles en lo social y natural, como:
- movimientos sociales
- organizaciones conservacionistas
- fundaciones ecologistas
- iniciativas ambientalistas
priorizando la obtención de información, procesándola y luego lanzando iniciativas con el objeto de convertir esas conclusiones en leyes y reglamentos de orden legal y estatal sin que hasta el momento exista una fusión de conclusiones, intereses y acciones que dé como resultado una estrategia única y común de acción concreta y sostenida sobre tan delicados temas que imponen:
- la utilización de tecnologías eficientes y menos contaminantes
- la descentralización y el ordenamiento ecológico de la producción turística
- la democratización del negocio turístico como reflejo de la participación comunitaria
- la apropiación y transformación de los recursos ambientales a favor de todos
- la compatibilidad del medio ambiente con un crecimiento económico sostenido
- la construcción de una racionalidad ambiental buscando el bienestar material (niveles de vida) y su desarrollo espiritual (calidad de vida)
- el necesario equilibrio entre la ganancia económica y el bienestar humano
Para nadie le debe resultar extraña la reacción que tuvo la naturaleza a nivel global (reducción de la capa de ozono incluida) aquellos primeros días de cuarentena.
Un grito de auxilio emitido a través de animales caminando en paz por zonas urbanas, ciudades con sonidos de pájaros como telón de fondo, una calidad de aire como no se había visto en décadas, cielos diurnos y nocturnos límpidos dando un nuevo rostro al paisaje, etc., todo lo que empezó a terminarse eventualmente y hace suponer una vuelta a los mismos ritmos pre-pandemia.
La pregunta del millón, entonces, es: ¿se entiende que no se debe matar a la gallina de los huevos de oro?