En el proceso de selección de los criterios para determinar si un bien cultural es digno para ser designado como bien patrimonial nacional o mundial, se toman en cuenta diversos aspectos que pueden exceder lo estético o arquitectónico, en relación con la evolución conceptual de lo que Patrimonio y Cultura significan, valiéndose de otras disciplinas como la historia, la sociología o la política, entre otras, para ponderar el valor de ese bien.
Los bienes culturales incluidos en la Lista de la Humanidad poseen rasgos culturales excepcionales que los hacen tesoros del mundo. Pero existen bienes culturales, que sin tener rasgos excepcionales, son considerados bienes patrimoniales de importancia para un país o región.
El análisis debe considerar a la cultura como un fenómeno en constante cambio, y que el reconocimiento de los valores que se le asignan a los bienes culturales dependen de la capacidad de los mismos de representar a la identidad colectiva de una sociedad en un momento histórico determinado. De esta manera no se trata de aplicar criterios estancos para la determinación de un bien como patrimonio, sino que se trata de un proceso, ya que es la sociedad misma la que va activando y redefiniendo los criterios de selección a través de la conformación de su identidad.
El desafío en la actualidad es, ante un mundo en constante y acelerada globalización, considerar criterios de selección que contemplen valores universales sin perder en ese proceso los referentes identificatorios de una comunidad o sociedad particular.