- Una escapada urbana paseando por el Casco Viejo y viajando por la ría entre los edificios históricos más representativos de Bilbao.
Proponemos un recorrido sin coche, sin transporte público, simplemente caminando, tomando como punto de partida el Hotel Mercure Jardines de Albia, que en su día fue un almacén de bacalao y cuyas espaldas se elevan desde la calle Uribitarte, con la que comunica por unas escaleras, mientras que su fachada principal se erige discreta entre edificios tan significativos en la vida cultural de la ciudad como el Kafé Antzokia.
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«La ría de ayer, la de hoy, la de siempre.»
Por esas de Uribitarte nos encaminarnos hacia la ría, en cuya orilla esperan los barcos que recorren el Nervión mostrando la evolución de una ciudad de marcado pasado industrial.
Ese mínimo trayecto nos permite el primer contacto con la arquitectura que antaño pasaba desapercibida como ocurría con el edificio de la Antigua Aduana, del edificio de la antigua naviera Aznar que contrastan con la modernidad del tranvía. Al frente se atisba el Ayuntamiento de Bilbao, también del siglo XIX , ante el que en 2002 Jorge Oteiza instaló su “Esfera Ovoide” diseñada en acero corten, material con el que se construían los barcos en los distintos astilleros que jalonaban la ría.
Las márgenes del río están conectadas por varios puentes, algunos, como el de Deusto y el del Ayuntamiento, levadizos aunque actualmente estén clausurados.
El del Ayuntamiento achatarró su maquinaria hace años por lo que no podrá volver a usarse, sin embargo, la del Puente de Deusto sigue siendo válida aunque apenas si se usa de modo anecdótico. Otras pasarelas más recientes son la del Padre Arrupe que enlaza uno de los edificios de la Universidad de Deusto, la universidad española privada más antigua, con el Paseo de Abandoibarra y el Puente de Zubi Zuri, construido por Santiago Calatrava que terminó llevando a los tribunales al consistorio bilbaíno por recubrir su resbaladizo suelo de cristal con una alfombra antideslizante. El extremo de este puente enlaza con la escalinata de Arata Isozaki que construyo sus Torres en los terrenos del antiguo Depósito Franco, parte de cuya fachada se mantiene.
La parte posterior del Guggenheim permite ver el lucernario mientras y las exhibiciones artísticas exteriores que comparten el interés que despierta el llamativo Puente de la Salve y Mamam, la inmensa araña de Burgueois que parece caminar de puntillas.
El Palacio de Euskalduna ocupa el terreno de los astilleros de ese mismo nombre a los que también pertenecía la grúa Carola que custodia el Itsas Museum, museo del mar, donde la gabarra del Atlhetic de Bilbao espera impaciente un nuevo paseo por la ría.
A pocos metros se sitúa el nuevo estadio de San Mamés, premiado como el mejor edificio deportivo del mundo en 2015.
Sigue la ría su curso y se suceden los edificios con historia hasta llegar al mar donde el Puente Colgante, que une Portugalete y las Arenas, se eleva sobre las aguas permitiendo que bajo el pasen los barcos y cargando con el peso de vehículos y pasajeros.. Antes, habremos pasado por la Ribera de Deusto , en transformación, y por Zorrozaurre donde ya está en marcha el proyecto de Zaha Hadid..
Antes de volver al hotel, ya en tierra, tendremos tiempo de una rápida incursión por la Gran Vía para ver la Diputación Foral, el Edificio Sota, la Plaza Moyúa rodeada de los edificios del Gobierno Civil y Hacienda a cuyos pies se encuentran los “fosteritos” (Norman Foster) del metro de Bilbao.
Hotel Mercure Jardines de Albia
Una vez en el hotel, con nuevos planes para el siguiente día, nos refugiamos en el bar para proseguir con la estancia experimental que, en Bilbao pasa por probar durante el día alguno de los “pintxos” típicos de la zona y en el Mercure Jardines de Albia, disfrutar hasta media de un lugar sin ruidos tomar un vino o cerveza del país y, obviamente, cócteles.
Aconsejable no dejar escapar la oportunidad de disfrutar de alguno de los tratamientos del spa, el primero de la ciudad, reformado, al igual que el hotel en 2016. El hotel puede presumir de ofrecer una cocina de temporada, con productos de Km 0, procedentes de agricultura orgánica y ganadería comprometida con el bienestar animal de la que surgen sabores tradicionales como el marmitako.
Casco Viejo
El Casco Viejo presume de importantes edificaciones en lo cultural y en lo gastronómico y esconde entre sus estrechas calles comercios fieles a la tradición.
Templos de la cultura son el Teatro Arriaga muy cercano a la no menos impresionante Biblioteca de Bidebarrieta, edificios ambos del siglo XIX yambos supervivientes de incendios e inundaciones. De la crecida de las aguas del Nervión tampoco se libró el Mercado de la Ribera, el mayor mercado cubierto de Europa. Aunque lo cierto es que las inundaciones de 1983 dejaron trágicas huellas en todo el Casco Viejo incluidas la Catedral de Santiago y las iglesias de San Antón y San Nicolás.
Varias calles del Casco Viejo llevan el nombre de los gremios a los que pertenecían o de los oficios que practicaban quienes vivían allí : Tendería, Cinturería, Carnicería Vieja o Sombrerería, aunque, curiosamente, la más famosa de la ciudad, Gorostiaga, no se encuentra en esa calle.
Tan popular como la txapela es el “sirimiri”, una lluvia suave que combatimos con paraguas como los que se venden en la diminuta paraguería Leoz, donde los arreglos siguen siendo artesanales. Más de 150 años lleva instalada en Bilbao la turronería Ivañez, que va ya por su quinta generación . Los sacos de tela con legumbres, las largas ristras de ajos o cebolla roja y las docenas de hojas de bacalao se exponen, como lo hacían a principios del siglo pasado , en la bacaladería de Antonio Martín.
Un error gramatical convirtió el bacalao en plato típico de Bilbao. Durante el sitio carlista se solicitaron 100 o 200 toneladas de bacalao. La falta de acento en la «o» llevó a la confusión y se enviaron un millón doscientas mil toneladas que terminaron almacenándose en el lugar que hoy ocupa el Hotel Mercure Jardines de Albia, donde comenzaba, y termina, nuestro recorrido…. que puede ampliarse, hasta el infinito.