A tan solo 20 minutos de San Miguel de Allende, en el poblado de Atotonilco, se ubica el Santuario de Jesús del Nazareno, un templo que guarda en su interior majestuosos murales que le han dado el nombre de la «Capilla Sixtina Mexicana». Se trata de uno de los centros devocionales más importantes de México, adornado con frescos, esculturas, retratos y obras de arte de estilo barroco que le brindan una belleza muy particular.
El Santuario de Jesús del Nazareno fue fundado en 1740 y su construcción estuvo a cargo del sacerdote Luis Felipe Neri de Alfaro, el cual buscó construir una iglesia similar a la del Santo Sepulcro de Jerusalén.
La gran cantidad de pinturas que están plasmadas en el interior de la «Capilla Sixtina Mexicana». fueron hechas por el queretano Miguel Antonio Martínez Pocasangre. La obra central narra la pasión de cristo desarrollada a través de un viacrucis con las 14 estaciones reconocidas para la época.
El autor pintó estas obras a mano directamente en la iglesia y tardó más de 30 años en culminar lo que se convertiría en la obra de su vida. Para realizar las pinturas, Miguel Antonio se subía en andamios y desde ahí realizaba el estudio de la perspectiva, para después, comenzar a trazar las imágenes.
Sin embargo, el atractivo de la «Capilla Sixtina Mexicana», no sólo se encuentra en las pinturas de los techos, los altares también están llenos de relieves y esculturas que le brindan una belleza particular. Estas obras muestran escenas de la vida de Jesucristo y sus apóstoles, pasajes de la historia sagrada o retratos de personajes relativos a la historia local.
El Santuario de Atotonilco está conformado por diversas capillas que se han ido construyendo en diversas etapas: La de Belén (dedicada a la natividad de cristo), la capilla del Santo Sepulcro (retrata la resurrección y redención del mundo), la del Santo Cenáculo (dedicada a la virgen de la soledad), la capilla de la Virgen de Loreto (patrona de San Miguel de Allende) y la Capilla del Rosario.
Cabe resaltar que este santuario fue declarado en 2008, junto con la ciudad de San Miguel de Allende, como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En la historia de México, este santuario tiene gran importancia, pues en este sitio el Cura Miguel Hidalgo tomó el estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe para utilizarlo como bandera del ejército insurgente que se levantó ante los españoles para conseguir su independencia.