Recuerdo que hace como 10 años me gané una beca para estudiar un “Master en Ecoturismo” de manera virtual a distancia, en aquel tiempo la educación a distancia y virtual era muy criticada y satanizada por así decirlo; como era un tema que parecía interesante decidí llevarlo, creo que pagué la mitad de una maestría que se llevaba aquí en Perú. El master era un convenio entre una ONG Fondo con un instituto o universidad de España en Valladolid.
Al registrarme en el curso tuve que pasar por una serie de evaluaciones virtuales y dije: «tanta complejidad para algo tan fácil». Me enviaron mis claves y la página donde estaban todos los materiales y foros, nos dieron un docente que se encargaría de las evaluaciones junto a otros docentes como asesores, revisé el calendario de los tiempos que me daban para desarrollar todo el master; como ya tenía la experiencia de otro curso que llevé a distancia, me pareció todo fácil.
Tenía que leer varios temas en un corto tiempo, yo trabajaba en el gobierno y no gozaba tanto de ese privilegio porque siempre daba el 100% a mi institución, nos daban trabajos encargados y evaluaciones donde debíamos dar nuestra apreciación personal sobre cada tema y la búsqueda de las soluciones por cada tema, después de ello obviamente nos sometíamos a las evaluaciones del docente. Yo pensaba que las evaluaciones las resolvía a la ligera, además era un curso virtual que no podía pasar nada de malo, porque todo estaba en los libros que teníamos que leer.
En las primeras evaluaciones salí con 17 y no estaba preocupado, era un curso más y no debía preocuparme. Resulta que a la semana 6 recibo un correo de la encargada de los docentes, que decía que las evaluaciones no las estaba desarrollando de acuerdo a las exigencias que la universidad tenía y que debía mejorar las evaluaciones en el menor tiempo posible. Tuve que hacer un mejor esfuerzo y trasladar aquellas evaluaciones a la realidad de mi territorio, eso les gustaba porque reflejaban la realidad de la región San Martín (Perú) donde trabajaba. Habían pasado como 12 semanas que no había bajado la guardia y aunque estaba consciente que no lo hacía, no me preocupaba porque ya había agarrado confianza con los docentes quienes siempre me asesoraron y me recomendaban leer otras cosas para entender y profundizar mis investigaciones.
Estaba tan confiado hasta que la semana 22 recibo un correo de la universidad y mi docente a cargo invitándome a retirarme del master porque mis notas y mis evaluaciones no pasaban de 14 y que si no tenía el tiempo suficiente para desarrollar un trabajo y un examen con detenimiento y calma, debería descansar para retomar los estudios en medio año o en 1 año que estuviera más libre. Eso fue devastador y cortante, me estaban diciendo que me retirara porque no era un buen alumno, eso de verdad me marcó profesionalmente, así que respondí el correo diciendo que no podía hacer eso y que me esforzaría por mejorar las calificaciones, no sabía cómo ellos se daban cuenta de mi déficit si no podían observarme, era increíble y yo era consciente de ello. Así fue que tuve que estudiar el triple, logrando terminar en master con satisfacción personal más que todo.
Años más tarde me dijeron en la Universidad de mi país, Perú, que ese Master no sería considerado por el Ministerio de Educación porque tenía que ser validado por una de nuestro país, yo caí decepcionado porque tenía que ir a Lima a iniciar una serie de documentos, además de hacer gastos extras para que le den validez a pesar de que el titulo estaba sellado y todo, así que decidí no hacer aquello porque me había dado cuenta también que aquí en mi ciudad los títulos casi no tenían validez, peor en el sector público y en algunos lugares privados.
Hice la consulta a muchos y me dijeron «lleva mejor la maestría en la universidad de manera presencial que eso sí tendrá validez», porque es una forma de validar la educación en nuestro país y si lamentablemente no te adecuas a la ley, no tendrá sentido, así que me animé a llevar la maestría aquí en la ciudad de Tarapoto y resulta que sinceramente sentí que el master internacional que había llevado era más valioso que las clases que tenía aquí de forma presencial. No puedo negar que sí tuve un profesor muy capo en planeamiento estratégico pero los otros me dieron mucho que desear, seguramente fue porque a pesar de ser muy joven, tenía la experiencia suficiente para hablar del estado y la gestión pública.
Con la experiencia de estas experiencias puedo decir que la educación virtual sí es importante siempre y cuando detrás de ella existan docentes bien preparados y con experiencia en cualquier tema, pero debe también existir una fuerte disciplina del estudiante para hacer sus propios análisis; por otro lado, conociendo de cerca la educación primaria, secundaria y superior de mi país me generaba muchas dudas si lograríamos adaptarnos. Sí podremos claro está, pero no hay nada igual que las clases presenciales con docentes altamente competitivos.
La educación a distancia y virtual es una buena alternativa, pero no hay duda que la educación presencial es primordial. Puede parecer contradictorio, ¡cierto!