El cambio climático es una variación significativa y permanente en las condiciones globales del clima (es decir, aumento o disminución de la temperatura); puede ser provocado por causas naturales, aunque expertos aseguran que el principal detonante son las actividades humanas relacionadas con la emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono.
El efecto invernadero es un fenómeno que genera aumento generalizado en la temperatura del planeta, provocado por la concentración de gases en la atmosfera, principalmente dióxido de carbono.
¿Cómo afecta esto al turismo?
Hablamos de un círculo vicioso cuando se asegura que el turismo es uno de los sectores que más contribuyen al calentamiento global, lo que a su vez afecta a los destinos turísticos del mundo, puesto que altera las temperaturas y produce fenómenos naturales que podrían afectar la seguridad del turista.
Los principales factores de emisión de CO2 (dióxido de carbono) se producen en taxis utilizados por los turistas, con el aire acondicionado de los hoteles, las actividades acuáticas motorizadas, el transporte aéreo, entre otras.
Una excelente medida para evitar continuar dañando los ecosistemas naturales y culturales es controlando la Capacidad de Carga Turística (da clic para saber de qué se trata).
Estudios demuestran que las temperaturas podrían aumentar entre 1.8 y 4 grados centígrados al finalizar el siglo XXI.
Los efectos del cambio climático se podrán apreciar principalmente en zonas costeras, lugares montañosos o en pequeñas islas, lugares que son, a su vez, los principales generadores de derrama económica en el turismo.
Si las condiciones del cambio climático continúan avanzando, los turistas dejaran de acudir a los destinos habituales, lo que podría provocar el cierre de negocios y la pérdida generalizada de empleos, esto a la larga provocaría el declive del destino turístico.
Otra consecuencia podría ser el factor riesgo provocado por los fenómenos naturales como huracanes, ciclones, maremotos y el impacto directo que tendría en hoteles, restaurantes y demás infraestructura turística.
La elevación en el nivel del mar dañaría las zonas litorales, provocaría erosión costera, perdida de playas y obligaría a los gobiernos a gastar gran cantidad de dinero para hacer frente a estos fenómenos.
Temperaturas extremas, el cambio en la velocidad de los vientos, la mala calidad del aire, la radiación solar y la humedad, harían de los destinos, lugares incomodos de visitar, los turistas se alejarían y buscarían nuevas opciones.
También es posible enfrentarse a impactos que generen cambios en el uso de suelo y la perdida de sitios arqueológicos o áreas naturales y su biodiversidad.
La Organización Mundial del Turismo en coordinación con otras organizaciones han trabajado en convenciones y desarrollo de políticas que ayuden a mitigar el cambio climático promoviendo acciones que van desde el uso de energías renovables hasta la limitación del uso de aviones y alentar el uso del ferrocarril.
Se podría pensar que se comenzó a actuar tarde, lo cierto es que ya se está haciendo algo, pero esto no es suficiente, si se quiere un verdadero cambio, cada viajero debe tomar conciencia de su responsabilidad y actuar en favor del planeta y del turismo.