Los grandes cambios producidos por la actual pandemia han modificado de manera sustancial todos los ámbitos de nuestra vida, no de manera consciente y programada, sino como reacción inmediata al entorno situacional: parece que en muchos aspectos la historia y futuro nos alcanzó. Hoy como nunca, la visión o panorama a corto plazo, como circunstancia modificable o como construcción en el presente, se nos impone como reto directivo, gerencial y empresarial.
La transformación de la vida empresarial dentro de la actividad turística, en estos últimos tiempos, ha trastocado de manera radical los ambientes de nuestro presente. Las circunstancias se han modificado, los avances con respecto a la tecnología y los descubrimientos científicos, aunados a la globalización y a la modificación de la geografía universal hacen que, en la actualidad, la administración de las empresas turísticas considere simultáneamente cinco variables determinantes para mitigar en el sector esta situación sanitaria que estamos viviendo (funciones, estructura, colaboradores, tecnología y ambiente) y las considere elementos interdependientes e interactuantes. El comportamiento del conjunto de estas variables es complejo, cada una de ellas tiene influencia e importancia, ya sea en mayor o en menor grado, en la adecuada gestión de la empresa.
No obstante, la real transición del dirigente del sector turístico nacional, en tales circunstancias, inició cuando dejó de ser única y exclusivamente un administrador de la ignorancia y se transformó en un gestor o coordinador del conocimiento, redefiniendo su esquema de participación para formar o crear una nueva cultura del poder y liderazgo, bajo un nuevo esquema de atención y servicio, con la clara visión de lo que es necesario para enfrentar un futuro cada día más incierto y cercano.
Esta es la base en la que se están sosteniendo los nuevos conceptos de la alta dirección dentro de las empresas del sector turístico, en la cual los gerentes o directivos, empresarios y todos los que, de una u otra forma, estén relacionados con dicho sector, necesitarán saber para desplazarse y hacer realidad la promesa de servicio que deberán ofrecer a sus clientes y, por ende, satisfacer sus expectativas, así como las del grupo humano que los acompaña en el proceso de facilitar esos servicios.
La gestión empresarial siempre ha sido una preocupación de las disciplinas administrativas, su función en la dinámica y futuro de las organizaciones es indudable. Aun así, las circunstancias que actualmente enfrentamos nos obligan a una revisión seria y detallada del entorno turístico, específicamente del sector empresarial.
Es necesario realizar una retrospectiva de la visión histórica de la función del directivo para comprender su evolución y su situación en la realidad actual que, en sí, es un gran desafío.
Anteriormente, en el surgimiento o nacimiento de la empresa turística, o cualquier otra, los cambios en el entorno se ocurrían de una forma más lenta, la dinámica de la sociedad y de las comunidades nos permitía adecuarnos a las nuevas formas de ser y de ver la realidad, observando el pasado podíamos prever el futuro, los programas y planes anuales, las expectativas de venta se efectuaban como un análisis comparativo con el resultado o ejercicio anterior, más que como un enfrentamiento de las variables del futuro.
Por otro lado, los niveles de preparación turística eran y son, en algunos casos, muy bajos. El directivo ha sido el gran conocedor, el dueño de la situación, el que sabe, el que tiene que orientar la ignorancia de sus colaboradores. Dotados de poder ejercen el control, ordenan y, en muchas situaciones, definen. Muchos de los grandes directivos de las empresas turísticas que conocemos, en especial de las hoteleras, se formaron con la experiencia, se relacionaban con sus clientes, aprendían sobre la marcha.
Al transcurrir el tiempo, se han diseñado y establecido modelos en los que se dota al dirigente de otras características, el poder se construye para tener influencia en los pensamientos y acciones del personal o talento humano. Así el directivo o líder tiene que ser no solamente carismático, sino orientado hacia las relaciones y con un alto grado de hacer sentir bien a los demás. Desafortunadamente, la visión sobre la dirección de la empresa aún se basa en el pasado, manteniendo un énfasis del presente como una reproducción de hechos y acontecimientos. No se asegura el desarrollo de la creatividad, imaginación e innovación. La empresa era y, en muchos casos, ha seguido siendo algo dado, no creado.
Es pertinente comprender cabalmente los aspectos básicos de la alta dirección en las empresas turísticas analizando las ideas y recomendaciones más importantes del pensamiento de la administración moderna, cuyos aportes han permitido establecer las bases en los avances de este campo del conocimiento.
Por lo tanto, es fundamental enfrentar el desafío administrativo a través de la eficiencia, del cambio para sobrevivir y del propio liderazgo que conduzca a dicho cambio, intentando de esta forma, lograr la efectividad.
Es pertinente destacar la importancia de una “adecuada administración” ante la situación que enfrentamos desde inicios del año pasado (2020); esta ha puesto de manifiesto la necesidad de direccionar o coordinar el trabajo tanto de los colaboradores especializados como de los mismos procesos productivos.
Será primordial subrayar la importancia de la responsabilidad de las empresas turísticas para con la sociedad, advirtiendo que, si no son solidarias y sensibles con las demandas de índole social y de salud (atención en el cumplimiento de los protocolos sanitarios), surgirán problemas. El papel ético de estas empresas cobrará mucha relevancia, pues la ética es un aspecto inherente a las personas y que, por ello, las empresas del sector turístico tendrían un profundo efecto en la sociedad consumidora de servicios y productos turísticos.
Comprender los aspectos básicos de la alta dirección y su impacto en las empresas del sector será de máxima prioridad. Aplicar los fundamentos de las teorías administrativas, podría facilitar la posibilidad de ejercer la tarea directiva para enfrentarse al reto o desafío y cumplir con los objetivos organizacionales a pesar de la crisis sanitaria.