Los recovecos naturales de Puerto Rico son uno de los atractivos mayores que tenemos como Isla. Donde menos te lo imaginas existe una charca de agua azul rodeada de piedras que forman una esplendorosa piscina natural. Pues este paraje mágico fue lo que encontramos en nuestra ultima aventura familiar por el este de Puerto Rico.
Ya había escuchado hablar de Las Tinajas y el Charco Frio, uno de los cientos de espacios de agua dulce que tiene Puerto Rico apto para bañistas. Decidida en despegar a los chicos de la pantalla hipnotizante de sus videojuegos les convencí de ir ese sábado rumbo a Ceiba para descubrir Las Tinajas y Charco Frio. Ese fin de semana la adrenalina sabatina seria puramente real y no virtual.
Toallas, ropa adicional, una leve merienda, y mucha agua era la carga de las dos mochilas que llevábamos. Con nuestros watershoes bien puestos y listos para la aventura, guiamos las 38.3 millas que nos tomó llegar desde el pueblo de Dorado a el pueblo de Ceiba, al este de la Isla.
A pesar de que en varios momentos en la ruta que habíamos averiguada aparentaba que estábamos por una ruta desolada y sin fin, llegamos a nuestro “destino”. Pero, el destino era un negocio local y lo que aparentaba el estacionamiento de una propiedad privada. Pues si, así mismo, Charca Azul y Las Tinajas están detrás de una propiedad privada que se ha organizado para que las personas puedan disfrutar del patrimonio puertorriqueño sacándole unos dólares al ofrecer espacio seguro donde aparcar.
Así pues, dejamos nuestro coche en uno de los dos estacionamientos en la zona y decidimos hacer la caminata hacia las diversas charcas por el mismo río Fajardo, cuna de Las Tinajas.
Ahora, cabe destacar que hay dos maneras de llegar hasta las Tinajas: entre piedras resbalosas y desiguales por el cauce del río o por un camino ya trazado, muy sencillo y liso. Nosotros nos fuimos por la vía creada por la misma naturaleza por aquello de ejercitarnos un poco más. Lo importante para caminar por el río es tener los zapatos adecuados- los teníamos- y la firmeza física.
El agua apenas nos llegaba a los tobillos en la mayoría de las partes así pues estábamos secos toda la caminata. Si decides ir por la ruta demarcada vas a disfrutar de los hermosos bambúes y flora isleña. Esta ruta es sencilla y de unos 10 minutos, muy fácil para todo tipo de explorador.
Luego de un rato a paso tranquilo llegamos al Charco Frio. Una piscina natural, rodeada de piedras donde muchas personas de todas edades disfrutaban del agua verdaderamente fría que los refrescaba.
Dejamos los bultos en una esquinita y nos lanzamos a nadar en ese paraje espectacular. Unas áreas de la charca son más profundas que otras, pero en especial hay un área que es tan profunda que las personas se trepan en las diversas rocas que rodean la charca y se lanzan al agua. Otros optan por tomar la soga que hay amarrada a un árbol para tirarse al agua tipo Tarzan. Obviamente, todos en casa saltamos de las dos maneras- mis chicos se tiraron mas veces de las que pude contar. Cabe destacar que hay unos verdaderos aventureros que se trepan al tope de un árbol altísimo y se tiran realizando piruetas impresionantes. Lo más divertido de todo es que las personas allí presentes se animan mutuamente al momento de lanzarse, unos siempre más tímidos que otros, pero esto es parte de la aventura.
La vibra general en la Charca era un espejismo de la cultura puertorriqueña: familias, jóvenes, adultos compenetrados en disfrutar la belleza de Puerto Rico en armonía, jolgorio y respeto.
Luego de un rato, seguimos río arriba para llegar a las famosas chorreras de piedra de Las Tinajas. Llegar a la otra área es un poco más retador pues hay que trepar unos peñones inmensos, pero con cautela y tesón la mayoría de las personas lo pueden hacer. La estrecha chorrera de agua es preciosa, aunque un poco intimidante ya que al principio aparenta que vas a chocar la cabeza con las piedras a ambos lados de la chorrera.
En esta área solo había pocas personas pues no todo el mundo se atreve a subir. Estuvimos un rato aquí compartiendo con un grupito de jóvenes locales muy simpáticos que además de disfrutar de la chorrera se tiraban de otros peñones altísimos en esta área. Preferimos no tirarnos de estos peñones y mejor observar a los locales hacer sus peripecias en el aire.
Luego regresamos al área del Charco Frio para secarnos y calmar el estomago en lo que decidíamos qué restaurante del área visitaríamos para almorzar.
Definitivamente una tarde muy divertida para todos y un recoveco nuevo en nuestra lista de aventuras tierra adentro.