El destino de cruceros sin cruceros

Parque acuático y de aventura "Chankanaab", en la Isla de Cozumel.

  • El principal destino de cruceros en el Caribe cumplirá un año con los muelles vacíos.
  • El turismo es una industria estacional y es deseable que las comunidades receptoras diversifiquen sus actividades a fin de no depender únicamente del arribo de turistas; sin embargo, la isla de Cozumel en el estado mexicano de Quintana Roo a lo largo de los años ha renunciado a la diversificación y ha apostado todo al turismo, con especial énfasis en el turismo de cruceros.

    Se trata de una dinámica y bulliciosa isla caribeña con cien mil habitantes que se muestra semi desierta los días en los que no hay arribo de barcos. En el pasado, la isla fue famosa por el turismo de buceo gracias a la belleza de su barrera arrecifal.

    Los datos muestran en la última década un crecimiento sostenido acelerado en el arribo de cruceristas. Los estudiosos de la sustentabilidad han advertido en múltiples foros el grave peligro que la industria provoca; por un lado, el ambiental con el consecuente daño al arrecife (síndrome blanco) que terminaría con el turismo de buceo y por otro el crear una dependencia hacia una sola actividad que no está en manos de la comunidad, sino de empresas extranjeras.

    La pregunta durante muchos años había sido, ¿y si un día los cruceros simplemente dejaran de venir? Pues ese día simplemente llegó. Así, sin más, sin avisar. De repente un buen día Cozumel se convirtió en un pueblo fantasma; las tiendas cerradas, los taxis estacionados, las escuelas sin risas. El único que agradeció el súbito parón fue el arrecife pues descansó del frenético ritmo.

    Los datos del empleo revelan que la contingencia sanitaria provocó la pérdida de más de la cuarta parte de los empleos formales. Es incalculable la cantidad de empleos informales (la mayoría) que han desaparecido. Vendedores, comisionistas, marineros, buzos, taxistas y un muy largo etcétera. Las ventas en facebook se dispararon, las casas de empeño se llenaron, al tiempo que los locales comerciales se desocuparon; apareció un fenómeno nunca visto, los comedores comunitarios. Espacios enteramente ciudadanos que espontáneamente florecieron, a los que diariamente se acerca un número considerable de familias a recibir lo más elemental, comida.

    Y así la realidad de repente nos golpeó en la cara, en Cozumel existe hambre. Pero este problema no surgió de un día para otro por razón de la contingencia sanitaria, es consecuencia del tipo de empleos precarizados que genera la industria de cruceros. La mayoría de los trabajos formales (restauración y hotelería) existen solamente con uno o dos salarios mínimos, es decir, lo suficiente para justificar la existencia de un contrato, sin embargo, la mayoría no conoce lo que es un contrato, un aguinaldo, mucho menos un reparto de utilidades.

    La práctica común en Cozumel es la comisión y la propina. Los empleadores se han ahorrado durante años el pago de todas las prestaciones pues han sido los propios turistas los encargados de, mediante gratificaciones, sostener a las familias de toda la comunidad. Un vendedor de souvenirs sabe que debe obtener la mayor cantidad posible de cada venta, pues de ello depende el ingreso que sostendrá a su familia y a su entorno.

    Estamos por cumplir un año sin cruceros y el impacto económico en la comunidad es brutal. Haber apostado a una sola actividad está demostrado que fue una pésima decisión. Hoy el turismo de pernocta es insuficiente para sostener el ritmo de vida de una sociedad que se empobrece cada vez más, que recibió como apoyo solamente una despensa que debió ser suficiente para todo un año, y tristemente que, por depender de las propinas, no cuenta con seguridad social, lo cual, en tiempos de coronavirus sobra decir, el impacto es devastador en la economía familiar y por consecuencia en la comunidad.

    A pesar de la experiencia que nos deja la contingencia sanitaria de 2020-21, está en puerta la construcción (ya autorizada) de al menos un nuevo muelle de cruceros. Hoy en Cozumel nos preguntamos si será conveniente seguir por la misma línea, o si por el contrario sea tiempo de dar un contundente golpe de timón. La sustentabilidad ambiental, social y económica de un destino turístico ha sido comprometida severamente por una industria y parecemos no entender la lección, todo por la voracidad de unos cuantos que se han enriquecido a costa del empobrecimiento de Cozumel.

Felipe Rubí González: 🇲🇽 Abogado, maestro en turismo sostenible y profesor universitario.
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